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jueves, 20 de mayo de 2021

EL FARSANTE CONTRATACA

Por Roberto Marra

Entre los farsantes mediáticos por excelencia de nuestro País, sin dudas sobresale un personaje que reúne todas las características que lo definen como tal. Tinelli, ese charlatán y embustero profesional que ha gestado una “fama” ganada a fuerza de sus bufonescos programas de entretenimientos, ha logrado, más que eso, el forjarse una imágen de personaje importante, al que sus espectadores embaucados idolatran, y políticos de toda laya asumen como referente de la opinión pública.

Con la complicidad de la mediática canalla que actúa cartelizadamente, sus patrañas televisivas son reproducidas en todos los canales, una forma de enaltecer a este rufián engañabobos y asegurarse una mayoritaria audiencia. Con eso sólo le bastaría para alcanzar sus miserables metas de fariseo. Pero sabido es que las ambiciones de quienes buscan popularidad barata, siempre terminan en la política. En realidad, debiera decirse en la politiquería, esa manera soez de entender aquella noble ciencia social que enaltece a quien la honra con sus acciones en beneficio de sus congéneres.

Por esos carriles de la deslealtad, el engaño, la impostura y la trampa, camina este burdo relator de realidades paralelas (y para lelos), asumiéndose poderoso e influyente, tomando decisiones brutales, generando desprecios y promoviendo conductas antisociales. Ahora mismo, cuando el rebrote pandémico se está abatiendo sobre nuestro País, se da el oscuro lujo de reanudar sus repugnantes actos de obscenidades y simulaciones de felicidades, al que denomina “showmatch”, rodeado de sus acólitos bien pagos y reuniendo una enorme cantidad de personas en un ámbito cerrado, sabiendo que eso está, en estos momentos, expresamente contraindicado (como mal ejemplo). Es su manera de manifestar su oposición a las actuales autoridades nacionales, a las que él ignora con sus payasescas decisiones, siempre amparado por la verdadera fuerza letal de esta sociedad: los medios hegemónicos.

Un hombre íntegro, un profesional honorable, un auténtico defensor de las causas justas, como el Dr. Daniel Gollán, actual Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Ex-Ministro de Salud de la Nación, se ha sentido obligado a denunciar la conducta deleznable de ese fabricante de hipocresías, al señalar su preocupación por ese acto de desprecio por las vidas ajenas, que fue la realización de ese programa televisivo con presencia de público en forma masiva, tirando a la basura la cifras de contagiados y de muertos que este sucio personaje evidencia no importarles.

Lejos de manifestar una constricción en sus ampulosidades verbales, el charlatán Tinelli multiplicó su falta de ética y contratacó con lo que es costumbre en él y en cada uno de los integrantes de esos medios corporativos y cartelizados: la mentira. Lo hizo citando uno de las más horrendas manipulaciones llevadas adelante por el (mal) recordado juez Bonadío, figura fundamental del oprobio macrista contra sus opositores, quien acusara de corrupto al Dr. Gollán y a otros funcionarios de entonces, apenas asumido aquel gobierno aniquilador de derechos.

Lo realmente inaudito, lo que mayor indignación genera, es que el manipulador mediático en cuestión se valió de esa causa falsa para tratar de enlodar la figura del Dr. Gollán, armada por la detestable e impresentable Graciela Ocaña, que tuviera como eje el programa “Qunita”, destinado a proveer a madres con imposibilidad de tener un ajuar para sus bebes, con una calidad envidiable aún respecto a lo que se pueda obtener comercialmente.

Poco le importó al susodicho patán mediático que esa causa se ha venido abajo con la contundente demostración arrojada por al pericia oficial, acerca de la inexistencia de delito. No le puede importar, como no le han importado jamás los daños que sus conductas le profieren a la sociedad, desde hace ya demasiado tiempo. Un tiempo que lo ha tenido siempre en el lado oscuro de la vida, del lado del Poder al que sirve con la aniquilación de la consciencia de quienes le escuchan y ven, mostrándose como referente de un Pueblo que tiene en sus manos el elemento casi mágico que lo aleje para siempre de nuestras vidas, apretando el botón del control remoto de la historia, que borre su imagen, acalle su brutalidad y termine con sus grotescas farsas.

 

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