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jueves, 22 de abril de 2021

LA TV (NO)PÚBLICA

Por Roberto Marra

El manejo por parte del Gobierno Nacional de la comunicación en general, y de los medios estatales de comunicación en particular, no ha sido precisamente eficaz para enfrentar la andanada diaria de la agenda mediática hegemónica opositora, autodenominada “independiente”. La más clara demostración de esto se verifica día a día en la pantalla de la TV Pública y también en los parlantes de Radio Nacional.

En la TV Pública ha sucedido un hecho de aparente corruptela, aún bajo investigación, pero de resultas del cual se han sucedido una serie de renuncias y nombramientos en cargos importantes, que reflejan la orientación ideológica de la Presidenta de Radio Televisión Argentina (RTA), la periodista Rosario Lufrano. O, al menos su apego a la reproducción de las taras propias de los medios dominantes, lo que se manifiesta con el pobrísimo contenido del canal en cuestión, convertido en mero repetidor de consignas vacuas y “programejos” desculturizantes.

Con la consigna principal de “no ser un medio oficialista”, ha llevado a semejante medio de comunicación estatal a la inutilidad absoluta para contraponerse al discurso único proveniente de las centenas de canales que el poder concentrado mediático posee en todo el País. Con esa estúpida disculpa pseudo-democrática, una estructura tan poderosa para dar a conocer otros puntos de vistas diferentes a los apañados por el Poder Real y la oposición política al Gobierno Nacional, pierde la oportunidad de convertirse en la voz del Pueblo, para atravesar las mendacidades cotidianas que debemos soportar en todas las pantallas.

Para profundizar tamaña incoherencia con las necesidades populares, ahora ha designado al frente de la emisora a un personaje cuyos antecedentes ya eximen de mayores opiniones. Se trata de Leonardo Flores, promovido al cargo de director ejecutivo de la Televisión Pública Argentina. Desde enero 2020, “Leo” Flores se desempeñaba ya como Gerente de Artística del Canal.

Pero el perfil ideológico de Flores lo ubica en las antípodas del pensamiento que desde un Gobierno popular se puede tener sobre los medios y sobre temas sensibles como: el caso Nisman, el chavismo, Cuba y sobre la propia Cristina Fernandez, que ha sido muy maltratada en los medios que Flores dirigió en Miami, donde residía durante los años previos a su regreso al país. Un ejemplo: en 2016, produjo la serie “Petare, la tumba del Chavismo”, una ficción donde se promovía la destitución por la fuerza del Presidente Maduro, ganó el Emmy Awards (en EEUU, claro).

Pero no quedó sólo allí la designación de funcionarios de dudoso pasado y franca oposición a las características que debieran poseer los integrantes de un medio que intente representar auténticamente los intereses populares. Veamos otros nombres que ahora han asumido o ya trabajan junto a la Presidenta de RTA:

Julio Postiglioni, ex subsecretario de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior (por entonces a cargo de Rogelio Frigerio), es el actual director de Asuntos Legales de RTA. Un dato no menor: Postiglioni fue Subsecretario de control de sustancias psicoactivas del Sedronar durante la presidencia de Cristina Kirchner, pero fue desplazado de su cargo por la actual vicepresidenta.

Agustina Zeballos, actual Directora de Comunicación de RTA, fue la encargada de la comunicación del PAMI durante los cuatro años de macrismo. A ella también se le cuestiona su paso por la Procuración del Tesoro con Bernardo Saravia Frías.

La secretaria de Lufrano, Mariela Santarelli Goñi, trabajó en el Ministerio de Seguridad para Pablo Noceti, ex jefe de gabinete de Patricia Bullrich, denunciado en agosto del año pasado por el actual Ministerio de Seguridad nacional por su responsabilidad en el operativo que llevó a cabo la Gendarmería Nacional el primero de agosto de 2017 y que derivó en la desaparición y muerte de Santiago Maldonado.

Guillermo Siaira, uno de los que fue despedido y se desempeñaba hasta hace horas como director de administración financiera de RTA, trabajó para la gestión de Hernán Lombardi.

El nuevo director de administración financiera de RTA es Martín Esteban Gutiérrez. Desde 2009, Gutiérrez pasó por diversos empleos en el Estado. A partir de diciembre de 2015, bajo la gestión de Mauricio Macri, Gutiérrez fue Director de Contabilidad y Servicios Auxiliares en Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología. Realizó esa labor hasta el 9 de diciembre de 2019. Seis meses después de la asunción del presidente Alberto Fernández, fue nombrado gerente de Administración y Finanzas en la Agencia Nacional de Noticias, Télam.

No se trata ya de “funcionarios que no funcionan”, sino que funcionan en la dirección contraria a la que se necesita, si de verdad se quiere transformar la Nación, buscando la realización de los paradigmas fundamentales que hacen a la reconstrucción de la cultura popular. Se trata de trazar la raya hasta donde nos podamos dar el lujo de permitir el avance de las peores lacras ideológicas, basadas en el odio y el resentimiento hacia una determinada ideología y sus líderes más representativos, que inundan el aire y las pantallas cada minuto de forma monopólica.

Prestigiar los medios de comunicación públicos, no puede hacerse a costa de impedir la voz de quienes gobiernan, en nombre de “escuchar todas las voces”. Casualmente, las únicas voces que el canal estatal no transmite, o transmite escasamente, son las de aquellos que a la señora Lufrano le parecen “negativos” para sus pobres objetivos de “pulcritud” ideológica. Una estructura semejante no puede reducir su participación mediática a la mera repetición de informaciones o la creación de programas de entretenimientos desvencijados. Es la última herramienta que le queda al Estado Nacional para hacer conocer sus proyectos, sus obras, sus intereses (que son o debieran ser los del Pueblo que lo sostiene).

Barajar y dar de nuevo. Esa debiera ser la movida siguiente, si la intención última es la terminar con el aislamiento de la ciudadanía con su gobierno, interpelado sólo por los enemigos del Pueblo, que sí saben defender sus intereses, con la perversidad a cuestas y la impunidad otorgada por la corrupción judicial. Ahora, ya mismo, ese monumental medio masivo de comunicación debiera cambiar su rumbo, orientar su destino al de las mayorías populares, ansiosas por tener su propia mirada sobre los hechos que cada día le inundan sus hogares con las fantasmagóricas imágenes de un País que no es.

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