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miércoles, 27 de enero de 2021

PRIVILEGIOS MALTHUSIANOS

Por Roberto Marra

El economista británico Thomas Malthus (1766-1834) desarrolló, durante la revolución industrial, una teoría demográfica, económica y sociopolítica, la que manifestaba que el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, en tanto el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. Por lo cual, eran necesarios obstáculos (hambre, guerras, pestes, etc.), para evitar que el nacimiento de nuevos habitantes aumentara el empobreccimiento paulatino de la especie humana, hasta provocar su extinción.

Este notable “pensador”, cuyas virtudes humanísticas no son precisamente de destacar, tuvo una serie de seguidores a lo largo del tiempo, que reproducirían, con más o menos cercanía a sus “preceptos”, las mismas ideas basadas en el carácter clasista y supremacista que esta “teoría” traía consigo. Muchos de ellos fueron escondiendo esos pensamientos, aún cuando lo sostenían en los hechos, porque el desarrollo cultural de la humanidad fue tendiendo a no aceptar (aunque sólo de palabra) semejante despropósito inhumano.

Sin embargo, la concentración de la riqueza a la que fue conducida la población mundial, por efecto de un capitalismo que fue generando cada vez más pobres y cada día menos acceso a la dignidad material y espiritual por parte de ellos, ha posibilitado la reaparición de muchos “especímenes”, de formas humanoides, sí, pero de nulas capacidades humanísticas, capaces de insistir con aquella vieja propuesta malthusiana de generar eventos que terminen con la vida de millones de personas que “sobran” para el pérfido sistema neoliberal que han impuesto a escala planetaria.

En ese malthusianismo repugnante y feroz, hubo y hay figuras públicas de entidades fundamentales del sistema capitalista actual, cuyas declaraciones han puesto blanco sobre negro el verdadero sentido de sus planes. Por esos rumbos anduvo la que fuera directora del FMI, Cristine Lagarde, cuando, sin sonrojarse, mencionó que hay demasiados viejos de más de setenta años, lo cual sería la causa de las miserias padecidas por gran parte de la humanidad, y no las esperpénticas medidas econímicas y financieras del ente que gobernaba con morboso placer. Y algo habría que hacer con esos viejos...

Menos evidentes en su conexión con esa vieja “teoría”, pero iguales de trágicos, son los resultados de las políticas aplicadas en la mayoría de los paises, donde la acumulacion de las riquezas en pocas manos se profundiza, a la par que crecen los indicadores del empobrecimiento inducido por esos mismos planes, siempre presentados como la salvación nacional. Incluso personas que abrevan en ideologías de claros orígenes opuestos a semejante irracionalidad social, caen en la defensa de supuestas “soluciones” de la pobreza que, por efecto de las condiciones que contienen, sólo terminan siendo más pasto para las fieras de la deshumanización amoral del desarrollo.

La actual pandemia trajo de nuevo aquella espantosa idea a la realidad. Muchos han visto en esta enfermedad, tan transmisible como mortal, una oportunidad para sus planes de eliminación de una buena parte de la población “sobrante”. De hecho, los países más ricos han maniobrado con rapidez para apoderarse de la mayor cantidad de dosis de las vacunas recientemente aceptadas como válidas, postergando a las naciones empobrecidas desde siempre por efecto de sus perversas maquinaciones de dominación económica, financiera, política y cultural, donde la expoliación material ha reproducido la miseria y reducido la posibilidad de supervivencia.

Otros actores de la vida política y social, se adaptan a las elucubraciones del Poder Real (siempre malthusiano), más por brutalidad intelectual que por adhesión a teoría alguna. Así es que, figuras prominentes del ámbito de “la salud” en nuestro País en general y de nuestra Provincia de Santa Fe en particular, actuando en nombre de conocimientos que no poseen y aludiendo a decisiones que no leyeron siquiera, toman determinaciones para combatir esta enfermedad que resultan contrarias a lo que la lógica sanitarista marca como evidentemente necesarias.

La decisión del Ministerio de Salud de la Provincia de Santa Fe de establecer un cronograma de vacunación contra el Covid-19 que marca privilegios contrarios a lo que evidencian las estadísticas, es una manera de generar más muertes en el corto plazo, al dejar desguarnecida a la población etaria donde mayor incidencia ha tenido esta pandemia. Los datos del Ministerio de Salud de la Nación son contundentes al respecto: si bien la mayor cantidad de afectados por esta enfermedad se da en las personas con un promedio de edad de 40 años, el 72,4 por ciento de las muertes se ha dado en los mayores de 60 años.

Se quiera o nó, se haga por ignorancia (de por sí, muy grave) o por desidia (peor aún), el procedimiento que se pretende poner en marcha (con la lentitud de una tortuga y la indecisión de un cangrejo) contiene reminiscencias de aquella bárbara pretensión del Malthus original, traído al presente por la voracidad economicista que todo lo obnubila y la brutalidad de quienes acceden a cargos sin la legitimidad del conocimiento, ni la adscripción a la ideología que pretende representar, donde la Justicia Social es su paradigma fundamental. Y donde los niños y los viejos son los privilegiados sujetos del auténtico desarrollo.

 

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