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jueves, 9 de abril de 2020

COMUNICACIÓN O BRUTALIDAD

Imagen de "Trendsmap"
Por Roberto Marra
Un bruto con iniciativa es alguien que, por alcanzar alguna pequeñísima cuota de poder dentro de cualquier estructura estatal de gobernanza, se atreve con desparpajo a proponer alternativas de características oprobiosas y siempre nefastas para la sociedad. Más preocupante que su miserabilidad, resulta la de millones de fanáticos del odio como él (o ella), que son la base de donde se nutren de votos estos energúmenos con lengua viperina.
Es así que aparecen a la faz pública y comienzan a vociferar sus insultantes “pensamientos” hacia un sector de la sociedad que les resulta molesto para los objetivos que defiende, no casualmente alineados con los del Poder Real, que se sirve de estos personajes payasescos para decir lo que no pueden en forma directa, pero que expresa con claridad sus metas supremacistas y denigrantes de la mayoría de la población.
Sus perseguidos son los de siempre, los que vienen siéndolos desde el comienzo de nuestra nacionalidad, los que les nutren los bolsillos y construyen lo que ellos aprovechan solo para sí, negando hasta el derecho a la existencia de quienes obstaculizan sus planes maquiavélicos de poderes infinitos. Construyen imaginarios que los propios sometidos a sus arbitrios aceptan con la ineludible necesidad de la sobrevivencia, que también les coartan.
El bruto en cuestión no se priva de decir sandeces ante los micrófonos y las cámaras, que corren siempre presurosos a entrevistar brutos, una manera lógica (para sus concepciones ideológicas) de seguir cosechando audiencias de similares pensamientos e intentar convencer a quienes todavia no se han plegado a sus iniciativas miserables. Allí despliegan todo su “histrionismo” perverso, los brutos y los entrevistadores, que compiten con denuedo por alcanzar sus mismos niveles de repugnancia verbal.
La brutalidad ha sumado, en los últimos tiempos, una herramienta que les ha venido a servir de mucho para sus intereses antisociales. Las redes informáticas, con su proliferación, han sido aprovechadas como nadie por estos oscuros personajes, serviles y retrógrados, que logran desparramar sus obscenidades hacia una mayor audiencia, aplastando la realidad contra la pared del odio programado, hasta hacerla añicos y retorcer las conciencias de enormes masas de seguidores sin pensamientos propios.
Sus dichos serán objeto de reproches de algunos comunicadores y analistas que conservan sus capacidades críticas, intentando desenmascarar a esos repugnantes decidores de brutalidades, denunciando el carácter despreciable de sus “iniciativas”. Y tal vez logren alguna comprensión por parte de una parte de sus escuchas, pero la brutalidad inherente a los “esclavos” de los brutos, no les permitirá ganar facilmente la partida contra la masificación de la miserabilidad lograda por éstos.
Matar a los negros”, “incendiar las villas miseria con los negros adentro”, “meterle balas y palos a los peronchos”, “terminar con los bolitas y los paraguas”, son algunas de tantas perversiones naturalizadas por esos sucios personajes que parecen extraídos de alguna película de terror. No dicen otra cosa que lo que surge en conversaciones íntimas entre los miembros de esa clase que no termina de ser pobre ni comienza a ser rica, pero ya adopta el lenguaje y la ideología de sus barrosos “ídolos” de la aristrocracia. Parecer y no ser, ese es su desgraciado destino.
Modificar los pensamientos de los brutos es tarea perdida. Aislarlos parece ser una buena alternativa, aunque sus aceitados vínculos con los poderosos de verdad, no lo hará fácil. Acumular y transmitir conocimiento certero, hacerlo con atractivo estético, masificar la calidad de los mensajes que permitan entender la realidad y saltar por encima de las estigmatizaciones baratas de tantos embrutecedores cotidianos, es un camino plausible para intentar acabar con sus perfidias, amén de una educación que deje de lado los mensajes elitistas y el clasismo que la ha invadido desde hace demasiado tiempo.
Comunicar es la palabra que mucho se pronuncia, pero poco o mal se concreta en los hechos por parte de los gobiernos populares. Es la piedra en el camino de la esperanza de una sociedad digna, que no puede postergar más su destino por esta deficiencia que les permite a los brutos continuar teniendo iniciativas. Es tiempo de comenzar a desarmar brutalidades, a extirpar el cáncer de la indolencia y empujar a tantos necios con determinaciones al arcón de los malos recuerdos, que solo estarán allí para ayudarnos a reconocer la maldad, cuando aparezca.

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