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martes, 17 de septiembre de 2019

LA AUSTERIDAD

Imagen de "Alternativas Económicas"
Por Roberto Marra
Hay palabras de las que se apoderan los representantes de esas teorías economicistas que representan los ideales del Poder corporativo más conservador y retrógrado, pretendiendo aparecer como eficientes y ahorrativos, supuestos defensores del rigor y la mesura a la hora de proponer sus acciones de gobierno, para terminar, a la hora de la verdad de los resultados, con el merecido sayo de despilfarradores de los bienes públicos y egoistas defensores de sus fortunas individuales.
Austeridad es una de esas palabras que nunca faltan en el léxico de cualquier funcionario o candidato a serlo proveniente de las filas del neoliberalismo, aunque después, en la mayoría de los casos, sus actos terminen por desmentirlo. Justo es decir que esos traficantes de sandeces elevadas a la categoría de certezas, sí aplican la austeridad a la hora de gobernar, pero solo sobre la población de menores recursos, la que ya es austera a la fuerza desde siempre, la que se ve obligada al ahorro hasta de los alimentos para la sobrevivencia, postergando para un futuro sin fecha sus más simples pretensiones de seres humanos.
El caudal de sus mentiras corre siempre por el cauce de lo que llaman “prudencia” o “moderación”, eufemismos que les servirán para aplacar las ansias de los postergados y dejar de lado las necesidades resultantes de los desastres económicos que ellos mismos provocan. Pretensiosos aspirantes al primer premio a la “mesura” y la “severidad”, aplican sus planes profundamente dilapidantes de los esfuerzos populares, pero lo hacen, dicen, en nombre de la salvaguarda de la República, falsa manera de denominar a sus fondos de inversión acumulados en guaridas fiscales.
Sus “austeridades” alcanzan niveles de rigideces que aprisionan los bolsillos del pobrerío que multiplican con sus medidas. Sus severidades someten al escarnio violento de la dominación de las rebeldías lógicas de los oprimidos. Con sus inflexibles decisiones acaban con los valores más trascendentes de nuestra historia social, dejando de lado a la educación y la salud, miserabilizando sus desarrollos y acabando por implantar una cultura basada en el egoismo y la inmoralidad.
Estos “puritanos” de la economía se dedican a hacer el trabajo sucio de romper con la solidaridad, transformar la elaboración histórica de muchas generaciones en la nada misma, arrastrar a la sociedad hacia el peor de los fracasos, sumirla en la desazón y la desesperanza, para convertirla en fácil presa de sus decisiones malévolas y eternizarse en el poder. Son las marionetas de un Poder superior, planetario, que hace demasiado tiempo que viene arrasando con la humanidad, en muchos casos, literalmente.
Pero sus triunfos deberán ser necesariamente pasajeros. Los pueblos habrán de encontrar los caminos para la recuperación de sus derechos y acabar con los mandatos de esos asesinos de la verdad y la memoria solidaria. Y claro que deberá hacerlo con austeridad, de la auténtica, de la que nutra un proceso de recuperación basado en el justo reparto de las responsabilidades, con la sobriedad y la prudencia que demandan las horribles consecuencias dejadas por los falsos “economistas” productores de tantas desgracias populares.
Por supuesto que habrá que ser ahorrativos, pero de miserias y pobrezas. Claro que se precisa severidad y dureza, pero solo con los que nos transformaron en sus esclavos. Y sí que habrá que aplicar la abstinencia, pero de las malditas políticas de saqueo programadas por los enemigos de una Patria que, inexorablemente, habrá de recuperar los valores perdidos, con el protagonismo y la perseverancia de un Pueblo constructor de su propio destino.

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