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viernes, 13 de septiembre de 2019

COMEDEROS

Imagen de "TeleSUR"
Por Roberto Marra
A veces, las palabras que definen lugares o cosas llevan en sí toda una definición ideológica, y están atravesadas por los pensamientos de quienes las pronuncian. Esas denominaciones sirven para calificarles en base a la relación que tengan esos conceptos emitidos con respecto a la realidad que intentan poner de manifiesto. Entonces se podrá determinar de que lado de la verdad se ubica quien expresa esa específica definición sobre algo.
Por allí cabe buscar las razones para que tantos y tantas periodistas hablen de “comederos” cuando se refieren a los comedores populares donde van los hambrientos a saciar el hambre que permitimos como “sociedad de pobres corazones”, parafraseando a Fito Paez. Es el costado falsificado del significado de esa realidad abrumadora que golpea las neuronas hasta hacernos ver el grado de brutalidad social a la que hemos sido arrastrados, para terminar considerando a los lugares donde se expresa con mayor claridad la repugnancia del sistema capitalista neoliberal, esa exacerbación perversa de las relaciones economicistas que lo sustentan, como simples “comederos”, como si fueran vulgares recipientes donde devoran sus alimentos los últimos “animalitos” de la lista de abandonados a su suerte.
¿Cuántos “comederos” tienen funcionando?, preguntará algún “periodistucho” de nulo raciocinio y menor capacidad moral para entender lo que se descubre a simple vista, rebajando hasta el suelo el valor humano de quienes tienen que concurrir a esos comedores, porque les han quitado hasta los últimos vestigios de dignidad. El entrevistado en cuestión aceptará esa denominación sin contradecirla, mucho más preocupado por la necesidad de obtener algunos minutos de pantalla que reflejen las luchas cotidianas por hacer sobrevivir a miles y miles de “nadies”.
Seguiremos aceptando semejante despropósito lingüistico, soportando esa desviación de las miradas sesgadas hacia los sufrientes resultados de los planes del Poder, para terminar arribando al oscuro continente de la insolidaridad, para arrasar las conciencias con vulgaridades que tapen con eufemismos lo que no deseamos ver, sabedores de las responsabilidades que nos caben como miembros de una sociedad que le abrió la puerta al latrocinio del Estado y el genocidio por goteo, solo por corresponderse con el virus del odio implantado por los mismos medios, que ahora llaman “comederos” a los sitios del hambre que ayudaron a reabrir con la acumulación de sus mentiras organizadas.
El desprecio de clase en su expresión más obscena. La putrefacción de las almas carcomidas por la aversión a todo lo que “huela” a popular. La oscuridad mental cerrada a la reflexión que abra el camino a la oportunidad de ser una mejor sociedad. De eso se nutre el sistema, de esas básicas condiciones de desigualdades promovidas con la cobardía propia de quienes solo buscan acumular fortunas a costa de la muerte de millones de seres humanos sumidos en la miseria.
Desde allí abajo es que se deberá salir, copando la parada de la historia, arremetiendo con el último aliento hasta expulsar de nuestra Patria a semejantes traidores y cipayos, para convertirla en el sueño del final de los “comederos”, en la llegada al plato caliente del hogar recuperado, plantando para siempre las banderas abandonadas por seguir al mismo diablo hasta el infierno que supimos conseguir.

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