Imagen de "Reporte Indigo" |
Por
Roberto Marra
Si
hay algo que queda claro durante estos últimos años en Argentina,
es el grado de estupidización al que intentan acarrear a la
población por parte de los integrantes del “mejor equipo”. Cada
comunicado, cada discurso (de alguna manera hay que llamarlos), cada
conferencia de prensa (amiga), está impregnada de un “tufillo” a
impostación dispuesta para el engaño y la traición a sus palabras.
A esos se debe agregar las malas intenciones con las que intentan
hacer “pisar el palito” a sus oponentes ideológicos,
incitándolos a la respuesta rápida y furibunda, y así poder
terminar de señalarlos como los causantes de todos los males
padecidos.
Hay
que aceptar que una parte de la ciudadanía ha caído en los brazos
de estos “morfeos” neuronales, transformándose en voceros
idiotas de una campaña teñida de zonceras que envidiaría
Jauretche. Ahí aparecen, cada cierto tiempo, con sus cartelitos de
odio eterno, acompañando a algunos y, sobre todo algunas, que babean
sus desprecios de clase con la furia de quienes hace mucho perdieron
sus almas detrás del volúmen de sus fortunas, casi siempre, mal
habidas.
No
escapan a estos actos de desprecio a la inteligencia popular los
integrantes del equipo económico, que en cada declaración hacen
agua por todos los rincones, exponiendo con sus miserias verbales, el
resultado de sus inutilidades como funcionarios. Navegan en un mar de
tonterías para explicar la cuadratura del círculo (financiero),
haciendo pedazos la realidad, destrozando el conocimiento,
reproduciendo hasta el hartazgo sus monsergas elitistas, vanas y
sometidas al amo imperial que los sostiene, aunque solo hasta que se
hundan en su propio estiercol de imbecilidades.
Están
de salida, pero intentan dejar el huevo de la serpiente que nos
muerda apenas comience el nuevo ciclo de recuperación al que, una
vez más en nuestra historia, habremos llegado. Se van a ir, sí,
pero con gran parte de la Nación que encontraron fértil para el
desarrollo virtuoso, empobrecida hasta lo incomprensible, habiendo
destrozado el camino para convertirnos en lo que estábamos
construyendo: un País soberano.
Dejan
la extorsión de la deuda, la vieja y permanente “poción mágica”
del fondo monetario que atravesará cada medida resarcitoria de
derechos conculcados en estos años. Intentan envolver a sus
opositores con maniobras fraudulentas, ocultando sus verdaderas
intenciones destructivas, tratando de impedir el libre accionar de
las próximas autoridades, con la miserable finalidad de volver en
corto plazo y terminar con la venta de la Patria al mejor postor.
Frente
a tanto desatino, ante semejante panorama de dolores profundos por lo
perdido, de padecimientos aberrantes de los más débiles, del hambre
ocultado detras de las cortinas del jolgorio perverso de estos
representantes de Lucifer en la Tierra, se debe parar el Pueblo,
consciente de lo que deberá afrontar, listo para la batalla
económica que se avecina, pero más dispuesto todavía para la
cultural, la que desande el odioso trayecto que nos acercó al mismo
abismo de siempre, pero ahora, más profundo que nunca.
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