Imagen de "ADN sureste" |
Por
Roberto Marra
Estamos
hartos de esperar las inversiones prometidas como lluvias. Hartos de
soportar los despojos de nuestros salarios. Hartos de las tarifas
delirantes. Hartos de la catarata diarias de suspensiones en las
industrias de la decadencia. Hartos de jubilaciones empobrecidas.
Hartos de medicamentos inaccesibles. Hartos de cenas con matecocidos
y pan duro. Hartos de explosiones en las escuelas. Hartos de ver
bajar las persianas de los kioscos de las ilusiones perdidas. Hartos
de rejas inaccesibles de fábricas sin trabajo. Hartos de añorar los
asados de los domingos. Hartos de observar a las familias comiendo
de la basura. Hartos de los pibes durmiendo bajo los aleros y los
puentes. Hartos de las angustias de quienes reciben el telegrama de
despido. Hartos de los changuitos semivacíos a la salida de los
supermercados. Hartos de los viejos suplicando un plato de comida.
Hartos de la reproducción exponencial de los comedores en los
barrios marginados.
Hartos
de las sonrisas repugnantes de los visitantes del fondo monetario.
Hartos de ver crecer las deudas que no pedimos. Hartos de saber que
cada día desaparecen millones de las arcas de un Estado convertido
en un casino flotante que se hunde. Hartos de las hipocresías de los
ridículos funcionarios que explican alegrías imposibles en un País
que no existe. Hartos de festejos patrios sin Pueblo. Hartos de los
sermones de un iletrado con pretensiones de presidente. Hartos de las
palabras huecas de los ministros de carteras devaluadas. Hartos de
escuchar relatos de pasados que no fueron. Hartos de señalar con el
dedo de la venganza a quienes molestaron a los poderosos. Hartos de
saber encarcelados a los honestos y libres a los victimarios. Hartos
de observar las parodias judiciales en busca del fin del “populismo”.
Hartos
de los reporteros que modifican la realidad a sus antojos. Hartos de
los conductores televisivos de caras impostadas para el odio
cotidiano. Hartos de los periodistas que vociferan mentiras como si
las creyeran. Hartos de las maquinarias mediáticas que expanden los
improperios sobre el máximo paradigma de todos sus desprecios.
Hartos de saber tantas verdades y aun así no poder ganarle a los
engaños. Hartos del abandono de las luchas por la asquerosa prebenda
traicionera. Hartos de los falsos profetas de anchas avenidas
convertidas en senderos hacia la muerte de una sociedad que no les
interesa. Hartos de los pretensiosos ególatras de seriedades
actuadas. Hartos de los apócrifos patriotas de asiduas visitas a la
embajada del imperio.
Hartos
de los especuladores de intercambios de favores politiqueros por
miserias ajenas que nunca les importan. Hartos de líderes de barro y
dirigentes de plástico. Hartos de principiantes dando lecciones a
los expertos. Hartos de economistas de café, dirigiendo el destino
de una sociedad absorta. Hartos de perversos conduciendo a la Nación
hacia el abismo reiterado. Hartos de los malos ganando todas las
partidas. Hartos de los peores señalando gozosos el camino hacia la
muerte cotidiana.
Hartos
de ver caer la Patria en manos de los asesinos de nuestras glorias.
Hartos de saberse inmerso en un mar de profundas desigualdades y sin
salvavidas. Hartos del olvido de lo vivido hasta no hace demasiado.
Hartos de aguantar los insultos de los imbéciles programados. Hartos
de entender sin ser entendidos. Hartos del desvarío de los creidos
de pertenencias sociales imposibles protegiendo a sus verdugos.
Hartos de la falta de unidad de las víctimas y del monolítico
accionar de los tiranos disfrazados de demócratas. Hartos de la vida
postergada en nombre de futuros de alegrias imposibles. Hartos de los
que nunca se hartan de matar nuestras esperanzas. Hartos ya de estar
hartos, pero sin poder, ni siquiera, vagabundear a nuestro antojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario