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lunes, 15 de abril de 2019

PERIODISMO IMPERIAL

Imagen de "Embajada de Venezuela en España"
Por Roberto Marra
El periodismo está impregnado de lugares comunes. Forman parte de una especie de “escuela” que ha inundado la comunicación de noticias en todo el Planeta. No se trata simplemente de la repetición de ciertas frases o palabras para exponer situaciones o devenires. Es, más bien, un diccionario de “certezas” inducidas desde el Poder mundial, desde quienes necesitan el mantenimiento de poblaciones mal informadas, distraídas de la realidad, sometidas al arbitrio de los deseos de las clases dominantes y sus personeros institucionales locales.
Entonces, Venezuela. Ahí, los lugares comunes se suman y multiplican, se enroscan en las voces de los impostados “especialistas” en noticias internacionales, se regodean ante los oídos de los impávidos escuchas, se viralizan en las redes del horror de las mendacidades, se hacen “verdad absoluta” para la mayoría de los desinformados, se convierte en motivo de odios y desprecios sin otra razón que la sinrazón de la conveniencia imperial.
Anuncian las acciones de un pobre remedo de payaso de circo convertido en “presidente de oficio”, una especie de resúmen de la inutilidad humana, un eficaz albacea de riquezas ajenas sustraídas por el imperio. Tratan sus ridículas “resoluciones” como reales, nos aseguran el apoyo de mayorías invisibles e ignoran las multitudes que gritan su patriotismo cada día en las calles enrojecidas de banderas.
Negando la luz del sol, pretenden ensombrecer al conocimiento. Trastocando con infamias los valores de una Revolución en busca de su mejor camino, elaboran supuestas situaciones nunca comprobadas, en el intento de destruir la confianza de los pueblos del Mundo en esa experiencia ilusionante de mejores días.
Chávez y chavismo, como antes Castro y castrismo, son “malas palabras” usadas como insultos por los “periodistas especializados”, simples monigotes de los medios hegemónicos, modestos escribas de redacciones de tintas empobrecidas por la incultura y el desprecio a la profesión, hablando del “eje del mal” con la enjundia que promueven los propietarios de las decisiones mundiales, esos pretendidos designados por Dios para manejar nuestros destinos.
Impostando sus voces al estilo CNN, se convierten en verdaderos bufones, sosteniendo las banderas de quienes les llenan sus bolsillos de dólares, con el oscuro objetivo de retrasar el futuro e impedir la ilusión de la felicidad popular. Parlanchines de escasa preparación se lanzan al ruedo de la mentira programada, aseguran lo que ni siquiera conocen, aseveran lo incomprobable y suturan el conocimiento de quienes los escuchan para impedir la entrada de los “gérmenes” del “populismo”.
Para demostrarnos la seguridad de sus dichos, no faltará la repetición de los que emiten aquellos a quienes llaman “los lideres más importantes del Mundo”, sin que nunca hayan podido, ni siquiera intentado, explicar qué o quienes certifican la importancia mayor de esos famosos “paladines de la democracia”. Solo lo son porque ellos mismos se atribuyen tales soberbias denominaciones, lo establecen sus entrenadores de medios, lo repiten sus voceros adiestrados a fuerza de billetes y lo asimilan los idiotizados por el perverso sistema creador de realidades virtuales.
Esos famosos “líderes más importantes del Mundo” se reúnen, confabulan, amenazan y determinan sanciones. Embarcados en sus eternas aventuras guerreristas, pretenden establecer pautas de comportamiento de las demás naciones, ajenos al concepto mismo de “libertad”, tan utilizado para hablar sobre la supuesta falta de ella en los países que no se someten a sus designios.
Les acompañan los “perritos falderos” del submundo politiquero de la entrega y el escarnio de la historia latinoamericana, envalentonados por sus pequeños triunfos pasajeros, alentados por las prebendas imperiales y sostenidos por millones de imbecilizados a fuerza de consumir la droga de la desesperanza mediática.
Ni los mendaces colaboradores de la comunicación, ni todo el horrible volúmen de maldades de los decandentes imperialistas, entenderán nunca que los pueblos sí triunfan, despertando de patrañas y mentiras, despabilándose del sueño de sus falsos paradigmas. Y levantando las viejas banderas libertarias, terminarán con el reinado de la oscuridad mediatizada y desplazarán a los oscuros relatores de las calumnias de los verdugos de la humanidad.

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