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domingo, 6 de enero de 2019

LOS REYES MAGOS

Imagen de "Diario.AS"
Por Roberto Marra
En el cristianismo, el nacimiento de Jesús es un momento más que especial, base del desarrollo posterior de toda su impronta y proyección. En esos tiempos se ubica el arribo de los famosos Reyes Magos, llevándole al recién aparecido regalos con grandes significados simbólicos: oro, incienso y mirra. Diversas versiones han trascendido de este acontecimiento, pero el mismo ha dejado la secuela popular de ofrecer regalos a los niños para la misma fecha en que se supone arribaron esos “Sabios de Oriente” a la histórica Belén.
Las religiones, esas manifestaciones culturales que la humanidad se ha dado para enfrentar lo inentendible, para elaborar su pequeñez frente a lo inexplicable, tienen muchas formas de expresión, entre las cuales figuran muchos de estos tipos de hechos aparentemente históricos, transformados en elípticos mensajes para arribar a lo trascendente que de esos argumentos se pueda extraer.
Entonces, un día, aparece el capitalismo. En realidad no fue de un día para otro, ni resultó una espontánea revelación divina. Se trató, más bien, de una construcción histórica derivada de los procesos dados por la acumulación de riquezas y la necesidad de multiplicarlas aprovechando una de las herramientas más baratas que pudieran conseguirse: la fuerza del trabajo de millones de supuestos “hombres libres”, convertidos ahora en modernos “esclavos” asalariados.
Con el tiempo, y mediando la utilización de los revolucionarios avances científico-técnicos, esa mano de obra generadora de la famosa “plusvalía” (mala palabra, si las hay, en el léxico de los economistas que respaldan y sostienen al sistema) fue logrando progresos impensados en la acumulación de las ganancias, pero también fue desatando las lógicas rebeliones de los sometidos y esquilmados por estos procesos odiosos.
Aparecieron entonces los derechos laborales, las mejoras salariales, los estados de bienestar y otras yerbas parecidas. Se disminuían las atrocidades de la sobre-explotación, al tiempo que se aseguraba la continuidad del sistema, incólume ante el avance de otras manifestaciones ideológicas (mucho más cercanas al original cristianismo) que pretendieron acabarlo. Por el contrario, luego esos intentos derivados de revoluciones de auténticos objetivos de cambios positivos reales en las estructuras económicas y políticas, cayeron en desgracia por sus propios errores y los fracasos provocados por la maquinaria mediática del imperio.
Ya por estos días, en el que se ejerce el dominio absoluto del Planeta por parte de un pequeño grupo de poderosos financistas, las naciones se han transformado en simples divisiones territoriales para una más “eficiente” extracción de sus riquezas. El imperio ha logrado introducir su veneno ideológico hasta en las mentes de los más explotados, transformando la forma de dominación con una más sutil, derivada del uso de lo mediático, ahora excacerbado por la informática y la red de redes, obviamente manejada por ellos mismos y sus conglomerados multimediáticos.
Con esos artilugios, han venido imponiendo a casi todos los países (con las excepciones que dignifican a la humanidad) un pensamiento único, una especie de nueva religión cuyo único “dios” es el dinero (o su representación virtual). La antigua adoración del Jesús recién nacido, aún cuando en las formas permanece y en muchas almas buenas se autentifican, la han ido modificando hasta generar solo negocios convenientes para sus expresiones comerciales.
No existe fecha que conmemore acontecimiento religioso trascendente que no merezca un tratamiento economicista y de mercado para esas corporaciones maléficas. Comprar, comprar y comprar, ese es el único empujón que le dan a cada uno de los creyentes. Y también a los que no lo son, para terminar difundiendo necesidades que no existen entre la totalidad de los miembros de la sociedad.
Consumir es el objetivo primordial. Papá Noel debe traer regalos. Los Reyes Magos deben traer regalos. Hasta para Pascuas se hacen regalos. Los fines de semana donde coinciden los hechos religiosos son simples disculpas para seguir consumiendo en viajes y gastos que, a la luz de las pobrezas que el mismo sistema genera y mantiene de ex-profeso, resultan asqueantes maneras de segregación social y desvirtuación absoluta de los mandatos que aquella original pauta religiosa ordenaba.
Por estos tiempos de modernos “atilas” sin caballos ni espadas, de invasiones de “bárbaras” ideas retrógradas, de aplastamientos masivos de las rebeliones naturales a tanta perversión inhumana, de corrimiento de lo ideológico al rincón de los olvidos y la exaltación de los superfluo por sobre lo importante, se hace más que apremiante el regreso al tiempo moral de los primigenios Reyes Magos, simbólicos cargueros de esperanzas y deseos de realidades plenas de honestas virtudes olvidadas tras los sucios billetes que ahora obnubilan y matan.
Y se hace más imprescindible todavía acabar con los nuevos “Herodes”, los asesinos de millones de niños con la peor de las espadas, la de la miseria y el hambre, con lo que tratan de impedir la aparición de los rebelados del futuro que, más temprano que tarde, sabrán enterrarlos para siempre en el último rincón de la memoria, para comenzar a construir otra sociedad. Una donde los valores humanos no se puedan vender al mejor postor porque, simplemente, ya no existan los postores.

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