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viernes, 5 de octubre de 2018

PAKA-PAKA VOLVERÁ, Y SERÁ MILLONES

Imagen de "Pakapaka"
Por Roberto Marra
Alguien dijo alguna vez que “la verdad es la primera víctima de una guerra”. De eso se trata en este tiempo de “combate” contra el Pueblo que están desarrollando desde el Poder y su manifestación institucional. Un belicismo que no comenzó exactamente al hacerse cargo el actual gobierno que los representa directamente, sino que asumió ese carácter desde comienzos del anterior período, denominado despectivamente “populista”.
Como una especie de “guerrilla comunicacional” de los poderosos, la autodenominada “prensa independiente” realizó su tarea desde entonces, para ir minando las propuestas de políticas públicas inclusivas, el retorno a la senda de la producción y el trabajo como paradigmas para un desarrollo virtuoso y expansivo de la calidad de vida digna para los sectores eternamente postergados.
Esas políticas pensadas para convertir la desigualdad en justicia social, la entrega en soberanía y la dominación en independencia, no podían dejar de incluir la educación y la cultura como métodos insustituíbles para la concientización del proceso en marcha, especialmente entre las nuevas generaciones. El impulso a lo educativo se pudo ver en la construcción de miles de escuelas, en la entrega de millones de computadoras, en la reparación salarial a los docentes, en la reapertura de las escuelas técnicas y la creación de nuevas universidades.
La cuestión mediática tuvo un devenir muy complejo, derivado de la oligopolización del aparato comunicacional en manos de grupos dependientes, siendo parte misma del Poder real, al que se quiso enfrentar con una ley que nunca pudo aplicarse de manera efectiva, gracias a la otra pata de la alianza guerrera antipopular, como fue y es el poder judicial.
Pero hubo algo que logró ganarle batallas a los enemigos de la verdad. Hubo un par de creaciones mediáticas que fueron capaces de generar una adhesión impensada, gracias a sus particulares calidades artísticas y a sus auténticas improntas nacionales. Los canales Encuentro y Paka-paka se convirtieron, rapidamente, en la máxima representación de lo que es capaz la cultura popular cuando se la interpreta por sus mejores exponentes.
Nunca antes habían existido semejantes propuestas televisivas, puestas en escena de autenticidades olvidadas, relatos de una historia que siempre estuvo amañada por los intereses de los dueños del poder. La ciencia, la tecnología y el arte, se conjugaron para establecer una mirada desde el corazón del Pueblo, generando sentimientos de orgullo nacional que arrasaron los enemigos asesinos de la verdad.
No podían permitir que esa historia contada por sus propios protagonistas, casi en primera persona, hiciera escuela en las nuevas generaciones. No se podían dar el lujo de consentir la continuidad de esa enorme cátedra de sentimientos patrióticos. No iban a permitir que otra verdad matara la suya, la única que pueden admitir, la que nunca fue, pero con la que han logrado avanzar sobre las debilidades de los atontados por sus perversas maquinarias de in-comunicación.
Ahora han desplazado a Paka-paka a un rincón inaccesible para la mayoría de los niños. Han profundizado su odio matando al mensajero de un pasado que desprecian y maldicen, creyendo que así lograrán el olvido, “la solución final” para quienes sobrevivimos con conciencia y valores patrióticos.
Sus soberbias les impiden notar los agujeros del muro de mentiras que levantan, por donde los más pequeños, los que aprendieron la historia contada por Samba y sus amigos, sabrán salir a buscar tantas verdades retaceadas. Cuando las encuentren y las comprendan, estos miserables agresores antipopulares encontrarán su fin en una batalla que se ganará destruyendo sus falsías con el sable de un San Martín dibujado, pero auténtico, tan real como los sueños que aquel tuvo y estos niños, por fin, habrán de consumar.

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