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jueves, 6 de septiembre de 2018

PATRICIA, LA INSEGURA

Imagen de "Taringa!"
Por Roberto Marra
Patricia de nombre y “patricia” de orígen. Bullrich, por el repartidor de tierras robadas a los indios, distribuidor de fortunas asesinas entre los que comenzaban a conformarse como la elite oligárquica argentina, rematador de ganados, inmuebles y obras de arte, “emprendedor” de alta gama, predecesor de los desmanes inmobiliarios de una Buenos Aires que convirtieron en ámbito de negocios casi exclusivos.
Luro, por su bisabuelo presidente del Jockey Club, descendiente, a su vez, de un ladrón de 350.000 hectáreas con las que comenzó su centelleante ascenso social, amén de otra herencia recibida por parte de la esposa, a la sazón sobrina de Julio A. Roca, de quien huelgan referencias asesinas.
Finalmente, Pueyrredón, por el lado materno, deshonrosa herencia heráldica de quien ejerciera de Director Supremo solo para apoyar a los terratenientes y perseguir a los auténticos patriotas como Artigas y San Martín.
Nutrida de tan “honrosa” prosapia, luego de desandar mil caminos ideológicos, falseando una historia “militante” que nunca pudo comprobarse más que por sus dichos, terminó recalando en dos gobiernos llamados a convertirse en los peores de la historia nacional. Y hay que decir que cumple con creces su mandato, esforzadamente histriónico, atravesando (literalmente) a la sociedad con el fuego de sus desprecios de clase, heredados de aquellos que cavaron la “grieta” original en nuestra sociedad.
Antes bajando salarios y jubilaciones (“porque había que hacerlo”, dijo). Ahora convertida en una especie de “generala” del subdesarrollo militarizado al que nos envían una sarta de engreídos convertidos en gobierno, por la gracia otorgada en blanco por una sociedad adormecida e insuflada de odios sin sentido real. Disfrazada como parte de las tropas que comanda, transita su derrotero consumador de injusticias alentadas por el (menos que inepto) presidente que la designó.
Camina siempre por la senda del crímen disimulado por la pátina leguleya que encubre a las fuerzas de (in)seguridad que conduce desde su pobre ministerio. Criminalizando pobres e indios, persiguiendo luchadores sociales, infiltrando manifestaciones pacíficas, consumó su obra maestra del escarnio con Santiago Maldonado, a quien convirtió en paradigma de su desprecio por la verdad, con fábulas que no lograron esconder su repugnante responsabilidad.
Discípula evidente de Goebbels, la multitud de mentiras es su marca de orígen. Incansable relatora de historias inventadas para cada ocasión de sus puestas en escena de los crímenes de las fuerzas que comanda, envuelve sus falsedades con la miseria de su perversión, ensayando posturas de seriedad que, si no fuera por el resultado fatal de sus cobardes mandatos, hasta pudieran generar risa.
Ahora, lanzada a una guerra total contra los pobres de toda pobreza, justifica gozosa el asesinato del niño chaqueño, a quien le atribuye ser parte de una “guerrilla” kirchnerista, tan inverosímil como su propia pertenencia a la especie humana. La fabricación de enfrentamientos entre miembros de una misma comunidad forma parte de la estrategia distractiva de la realidad pauperizante y ladrona en la que nos sumergieron estos payasescos personajes de un dramática comedia de enredos económicos y sociales.
Su participación “estelar” no pasa desapercibida, habida cuenta de sus odiosas bufonadas, sus titiritescas actitudes y sus rimbombantes apariciones televisivas, rodeadas de gendarmes armados hasta los dientes, paquetes de drogas y dineros de orígenes siempre vinculados a funcionarios del odiado gobierno “populista”.
Con su ceño fruncido, su mirada inconsistente, su disfraz de gendarme y sus palabras torpes, se alza con la voluntad de la vida y la muerte ajena, sometiendo a la sociedad a sus instintos criminales y sus desprecios contumases hacia las clases sociales objeto de sus odios descendidos de su repugnante alcurnia centenaria.
No deberá quedar impune su paso por la maldad institucionalizada. No podrá ser solo un “regaño” el final de sus días de poderes ilimitados. No deberá aceptarse su simple abandono de los despachos que manchó con tanta sangre de inocentes. Deberá ser la aplicación justa y total de las leyes que no para de ignorar y vapulear en nombre de un odio que no puede contener. Será otra Justicia, auténtica y renovada, prístina y soberana, la que deberá hacer caer todo su poder sobre un ser tan oscuro, indigno de llamarse humano y, mucho menos, mujer.

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