Páginas

miércoles, 15 de agosto de 2018

EL ÚLTIMO BASTIÓN

Imagen de "Tres Líneas"
Por Roberto Marra
Según los más relevantes estudiosos de los sistemas judiciales, el actual proceso que el juez servilletero está conduciendo contra la ex-Presidenta, está viciado de nulidad desde su mismo inicio, por no haber sido designado ni él mismo ni su fiscal cómplice mediante los procedimientos establecidos al efecto. También se ha explicado las multiplicidad de faltas a la observancia de los debidos modos de dictar prisiones preventivas y allanamientos fuera de los horarios previstos en las leyes.
Decenas de horas gastadas en estudios de televisión (los reales ámbitos de enjuiciamientos) con personajes de las peores condiciones morales y periodistuchos de menores calificaciones, ayudaron a instalar la idea de la necesidad de encarcelar a cada uno de los miembros del gobierno anterior, siempre y cuando no se “arrepientan”.
Carpetazos mediante, allí van algunos de estos indecentes personajes a sumarse al show, con tal de “zafar” de los castigos prometidos descaradamente por el procaz servidor del Poder autoasumido como supremo hacedor de la injusticia, si no llegan a decir lo que quiere oir de ellos. Basta entonces con pronunciar el nombre “Cristina”, para obtener su libertad y los micrófonos amigos.
Para servir de claque a esta puesta en escena maquiavélica, están los senadores de la Nación. Con semejantes cargos, obtenidos por el beneficio de los votos de tantos idiotas útiles, se dedican casi con exclusividad a realizar declaraciones de “imparcialidad”, “lucha contra la corrupción”, “desvelo por la República” y otras sandeces similares.
Parte inseparable del bloque de vendepatrias conformado junto a los gerentes del ejecutivo, abren el camino al sueño que los desvela: aislar, cercar y destruir a la ex-Presidenta. Ahí está, al frente de este último peldaño de la indignidad parlamentaria, el miserable Pichetto, otro de los tantos amenazados con exhibir un prontuario “poco feliz” para su futuro.
No está solo, claro. Y deberá tenerse la prevención de conocer cada uno de los nombres involucrados en estas maniobras de tan baja calidad institucional, uno de los cuales resulta ser (como siempre) el inundador serial santafesino. Con sus caras de cemento de curado rápido, sabrán acomodarse entre los otros melones que el Poder disponga para subir al carro mugroso de la oligarquía financiera, empoderada por el mismo pueblo que sufre sus andanzas destructivas de los últimos resabios de justicia social que queden en pie.
Pronunciarán sus discursos vacíos de honestidad, huecos de conocimientos, réprobos por sus orígenes e indignos por sus objetivos. Escupirán sus odios incontenibles, vociferarán sus espúrias razones, insultarán la capacidad de entendimiento popular y arrastrarán a la Nación hacia la crueldad de un destino doloroso, donde el sufrimiento social elevará exponencialmente su nivel, en la misma magnitud que el enriquecimiento ilícito de todos y cada uno de los serviles integrantes de esta banda delincuencial al mando de la Patria a la que vinieron a rematar.
Después sobrevendrá el siguiente paso de esta comedia enredada entre excrementos de verdades y montañas de mentiras. El servilletero y su socio fiscalizador se harán presentes en el escenario más deseado para desarrollar sus histriónicas condiciones, invadiendo la intimidad de su enemiga con la satisfacción de la brutalidad aplaudidora de los medios. Buscarán en pisos y paredes, techos y marcos de puertas, inodoros y colchones, placares y mesas, sillones y cocinas. Romperán todo lo posible, destruyendo los últimos vestigios de dignidad que pudieran existir en sus cerebros inundados de placer por el odio.
Con nada real en sus manos sucias, insistirán con más y más diatribas leguleyas, pretendiendo oscurecer a la figura que los desvela. El miedo al “populismo” los obnubila, les retrasa la razón, los encierra en una oscura cueva sin salida, salvo la violenta. El imperio los incita a cumplir con sus deberes, los poderosos les prometen más poderes, pero la perseguida no se arredra. Contra todos los pronósticos, se afirma con mayor fuerza en sus convicciones, responde con la altura de su dignidad y expone al enemigo de la Patria ante su Pueblo.
Es que no se trata ya de una persona, por importante y trascendente que sea su presencia. No es esta mujer, en realidad, el objetivo final de las intrigas y los desvaríos del Poder. No es solo su posible candidatura lo que los tensa. Es la razón que expresa en sus palabras, abriendo paso a la comprensión de la búsqueda de la grandeza con la cual enfrentar al enemigo instalado en los tres poderes del Estado para cumplir con el mandato antinacional de convertirnos nuevamente en colonia. Se trata, en definitiva, del último bastión del honor que anida en cada uno de nosotros, que necesita de su liderazgo para explotar, por fin, en una nueva independencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario