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miércoles, 30 de mayo de 2018

GOLPEANDO CUARTELES

Imagen de "El País Diario"
Por Roberto Marra
Los melones se están acomodando en el carro. El problema es que se trata de un carro... de asalto. La convergencia de los integrantes del “mejor equipo” y su líder de media lengua hacia los cuarteles, pone en su justo término histórico el accionar de estos desprejuiciados asaltantes del poder político, cada vez que se sintieron “amenazados” por el populismo gobernante en otros tiempos. Es lo natural, resulta obvia su búsqueda de las armas respaldantes para tanta injusticia puesta en valor mediático como paradigma de un desarrollo que nunca será.
Para llamar a las cosas por sus nombres, esto es un saqueo. De las riquezas y de las conciencias. De las empresas del Estado y de los años que demandaron sus recuperaciones. Del trabajo de los honestos y del fruto malgastado de los productores de esperanzas. Es el desfalco ruinoso a los pequeños empresarios y la rapiña feroz de sus inversiones. Es la usurpación maliciosa de los cargos obtenidos con andanadas de mentiras y es el fraude repetido de la historia.
Para sostener su latrocinio, retroceden décadas de construcción racional de un sistema de valores de respeto a la esencia humanista de una sociedad, que fuera consumida y arrasada por trogloditas sostenidos por los mismos que ahora gobiernan, o por sus antepasados de idénticos instintos perversos.
Aquellos ejecutores de las crueldades más viles, sirvieron para asegurar las fortunas mal habidas de estos cínicos actuales y sus “famiglias”. Corruptos y asesinos unidos para perforar la moral y la doctrina, anulando el conocimiento acumulado por la experiencia, a punta de bayonetas y balas.
Adormecida por los “mentimedios”, la sociedad contempla todavía algo absorta la repetición de esquemas económicos y los procedimientos de control social que aseguren aplastar cualquier rebelión contra sus actos de avasallamiento. No culmina todavía su proceso de re-comprensión de la realidad de la que fue su partícipe originario, al poner su voto al servicio de sus verdugos. No se desatan los nudos del odio y el rencor fabricado con milimétrica capacidad de observancia de la idiosincracia irracional del desprecio de clase.
Otra vez los palcos presidenciales repletos de gorras y uniformes, tratando de convencer de necesidades inexistentes de intervenciones militares para terminar con delitos inventados. Nuevamente la amenaza de la ocupación interior de las fuerzas destinadas a defendernos de los enemigos exteriores. Repetidas arengas llamando a la represión, endulzada con una falsa pátina de protección de los ataques de los “malos” de esta repetida película.
Aquí y en todas partes de Nuestra América, los “malos” son quienes no admiten más sus infinitas degradaciones, quienes no soportan la continuidad del pillaje del resultado de sus esfuerzos, quienes sostienen con honor las banderas que sirvieron para transformar las sociedades en ámbitos de dignidad. Son los auténticos constructores de una identidad nacida hace más de dos siglos de la mano de aquellos imprescindibles soñadores de libertades tantas veces pisoteadas, creadores de ejércitos al servicio del Pueblo que los integraba. Esos ejércitos de tristes devenires históricos, de los que ahora busca servirse el Poder para detener la imparable (e impostergable) reacción popular.

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