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sábado, 6 de enero de 2018

EL SIGUIENTE ENGAÑO

Imagen de "Infocielo"
Por Roberto Marra

La lánguida gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, con su sonrisa de plástico y sus vestimentas angeladas, fue “sorprendida” comprando juguetes para unos hijos que hace mucho que saben que los reyes son los padres. Por suerte para ellos, porque los pobres Magos no están a la altura de la modosita mandataria abastecida con las enormes ganancias que ella obtiene por su gestión gubernativa, ahora reforzada con el sacrificio de los otros gobernadores, tan solidarios con la que podría ser nuestra próxima presidenta.
Antes que, ante tal eventualidad, piense en suicidarse, recuerde que, de acuerdo a lo que informan los medios afines a sus políticas (y también los no afines, para cubrirse por si las moscas), su impronta “familiera”, “dulzona” y “esperanzadora”, le ha permitido lograr el aval de aquellos a quienes ella condena a la pobreza con sus medidas, siempre paralelas a las que implementa “su” presidente.
No hay que desconocer que, frente a los despidos directos o encubiertos que viene realizando en la administración pública de su provincia, la reacción de gran parte de la población sigue siendo la de avalarlos, aceptando a pie juntillas el considerarlos unos absolutos vagos.
También es necesario considerar esas imágenes sonrientes de “vecinos y vecinas”, abrazándola en las puertas de sus pobres casas, hasta donde la angelical “Heidi argentina” se acerca para brindarles el consuelo de un futuro plagado de esperanzas. Claro que, luego de retirarse en helicóptero hasta su residencia militar, asume su verdadero rostro y rol, dictando decretos y extorsionando legisladores para aprobar leyes que transformen esas esperanzas vagas en frases depuestas para la ocasión mediática.
De esa manera va profundizando las miserias que, paradójicamente, son asumidas por los ciudadanos y ciudadanas como simples castigos divinos por haberles sido otorgado derechos durante el “corrupto gobierno anterior”, que les dejó la “pesada herencia” de sus propias casas, sus autos, sus electrodomésticos y sus viajes al exterior.
Esta mujer de imagen casi asexuada, imprescindible para el machismo que prevalece entre los políticos de su ideología, de mirada y voz estudiadamente suaves, vestida siempre como alumna de colegio de monjas, prepara de esa expresa forma su llegada a ámbitos superiores a los que ya alcanzó solo con esos pobres gestos.
El “cambio” ya tiene recambio, con esta supuesta “estadista” del mediopelo politiquero. Mientras, la zómbica sociedad argentina, que la ve como los medios desean que la vean, prepara gozosa su llegada al siguiente subsuelo del infierno. Y no podrán decir que no se les avisó...

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