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martes, 3 de octubre de 2017

EL REDITUABLE NEGOCIO DE LA ECOLOGÍA

Imagen de "Rosa Martínez"
Por Roberto Marra

Quienes todo lo deciden, quienes desde siempre han sujetado las riendas del carro de la historia, saben que los avances del conocimiento deben ser aprovechados. No lo piensan en función de los probables beneficios para la humanidad, sino en  el de ellos mismos. De ahí que, cuando se descubren o inventan nuevos procesos o técnicas superadores de los utilizados hasta el momento, de inmediato tratan de apoderarse de ellos.
Un caso paradigmático es el de la ecología. Científicos, investigadores en general o simples apasionados militantes de la protección de las condiciones biodiversas que han sostenido al Planeta desde siempre, han logrado generalizar un sentido común de resguardo de esas condiciones que posibiliten el sostenimiento de la vida a largo plazo de nuestra (hasta ahora) única opción habitable en el Universo.
Pero por otro lado, en su intento por seguir acumulando bienes y poder, los “dueños” de la historia logran doblegar el sentido de algunos de los tantos defensores del ambiente, transformándolos en peones de su despiadada acción propagandística en favor de sus intereses.
Entonces, mucho de lo que hasta ahora estaba mal, a partir de sus “nuevos descubrimientos”, comienza a estar bien. Y comenzaremos a ver y escuchar loas sobre sistemas productivos, procesos industriales y generaciones de energía que rechazaban con vehemencia antes de sus “extrañas” reconversiones intelectuales (y bancarias).
Resulta muy redituable imponer tecnologías de pretendida orientación protectora del ambiente. Con el respaldo de esa especie de pseudo-ciencia a su servicio, terminan por convencer a las mayorías de la autenticidad de su cacareo ecologista. Y con la “ayudita” de algunos prebendarios miembros del aparato estatal, o su liso y llano apoderamiento (como es el caso del presente), toman a su cargo la construcción de estructuras y sistemas de aparente beneficio ambiental.
Nada de eso será cierto, pero para cuando se descubra, ya será demasiado tarde. Habremos sido estafados, una vez más, por los embaucadores de siempre, los verdaderos corruptos y corruptores, los inmorales destructores de la vida en la Tierra. Ha llegado el momento, antes que sea demasiado tarde, de rechazar para siempre a sus mismos y encandilantes espejitos, ofrecidos ahora con el mortal color de la mentira verde.

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