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miércoles, 13 de septiembre de 2017

LOS HEREDEROS DE JUDAS

Imagen de "Café Politico de Villa Mercedes"
Por Roberto Marra

De origen milenario, la traición y su repetición a lo largo de la historia, junto a su transversalidad abarcativa de todos los ámbitos, ha significado que los procesos virtuosos que las sociedades han querido emprender, terminaran siempre traspasados por las sucias maniobras de esos seres inescrupulosos que subvierten sus propios orígenes y supuestos pensamientos.
Hoy en día, parece hasta cosa corriente encontrar a estos discípulos de Judas en todos las esferas, pero sobre todo, en el ambiente político. Ya no asombra (y he ahí lo peligroso) ver los cambios permanentes de marco ideológico de muchos personajes devenidos en supuestos representantes del Pueblo, electos por expresar lo que harán añicos a la hora de tomar posición efectiva de sus cargos.

Es el solo Poder quien puede garantizar la existencia de estos traidores, con prebendas que tientan a los inescrupulosos buscadores de vidas fáciles. Lograda la cooptación del perjuro, instalarán su figura hasta convertirla en una especie de “prócer” ante la obnubilación acostumbrada de las mayorías televivientes. Nada ni nadie podrá salvarnos ahora de semejante engendro propagandístico, que será resguardado hasta que otro fariseo similar ocupe su lugar.
Los antiguos compañeros de la ruta ideológica abandonada por esos impostores de la palabra, muy poco podrán hacer para convencer a la población de la falsedad de estos personajes agresores de la generosa credulidad popular y destructores de la confianza pública. Pensará inútil insistir acerca de las mentiras permanentes que emiten esos traidores elevados al rango de ilustres.
Es que pareciera que no importan ya las verdades ni las fidelidades, que no tienen arraigo posible las conclusiones derivadas de la realidad. Ya nada que tenga que ver con la rectitud moral y la ética de la palabra empeñada parece ser entendido como virtud. Eso es, al menos, lo que los “productores” de traidores nos han instalado.
Cabe, sin embargo, mirar el otro lado de las traiciones. Ese que nos muestra el sincero proceder de quienes, aun con todas las de perder, son capaces de mantener sus convicciones, contra viento y marea, y hasta el último suspiro. Es la otra cara de esa nefasta realidad la que, tarde o temprano, habrá de conquistar nuevamente los corazones de las mujeres y los hombres buenos, con una de las herramientas fundamentales para construir una sociedad más justa: la lealtad.

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