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viernes, 18 de agosto de 2017

APRENDICES DE OLIGARCAS

Por Roberto Marra

Los productores agrarios viven mirando el cielo. Ya sea por necesidad de lluvias o por su exceso, siempre están evaluando las consecuencias probables en sus producciones, sabedores de la trascendencia que genera en la sociedad los resultados de la inasible meteorología. La obvia afectación de las inundaciones o las sequías, con pérdidas de cosechas y ganado, los pone a estos productores en una situación circunstancialmente delicada. Pero la actividad agraria no se puede medir en períodos anuales, porque siempre habrá tropiezos y también momentos de auge productivo.
La permanente actitud de queja de los grandes productores no se condice con estos conceptos, salvo que se trate de verdaderos campesinos de las regiones menos favorecidas, quienes sí sufren las consecuencias, aunque más que nada de las presiones de los grandes latifundistas.

Sin embargo, ahí los tenemos a esos especuladores aprendices de oligarcas, con sus diatribas contra cualquier medida económica que no les permita hacer su juego de acumulación individual. Ahí estarán acompañando a sus admirados “pares” de ilustres apellidos en los reclamos de eliminación de impuestos, mientras manifiestan sus odios de clase y racistas, creyéndose superiores frente a quienes les realizan los trabajos más duros en sus campos.
Han elegido hace mucho el lado de la histórica grieta en el cual asentarse. Comparten con sus pares objetivos tan innobles como nefastos para el desarrollo real y sustentable de toda la población. Con ridículos discursos de falso patriotismo, tradiciones mentidas y poses de gauchos posmodernos, arremeten contra los gobiernos populares y se asimilan a los conservadores, tanto como defendieron las dictaduras.
Mienten dramas que no tienen, lloran perjuicios que no les afectan, gritan desaforados contra los pobres y se arrodillan ante sus amos oligarcas. Algunos de los verdaderos perjudicados los acompañan, en una muestra clara de como se puede insidir en la consciencia con falacias bien elaboradas.
Siembran cereales, pero también miseria. Cosechan sus granos, frutos de esfuerzos ajenos. Aumentan sus riquezas a costa de la destrucción del ambiente. Expulsan a los verdaderos campesinos de sus tierras con maniobras fraudulentas. Y mientras hacen todo eso, lloran lágrimas de cocodrilo porque no llega el aguacero salvador de sus cosechas... de cuatro por cuatro.

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