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viernes, 23 de junio de 2017

LA AMBICIÓN IMPOSIBLE

Imagen de CREANDO UTOPÍAS
Por Roberto Marra

La ambición es un sentimiento que nos moviliza a la superación y el logro de objetivos que, a los ojos de los demás, pueden parecer utopías, pero por los cuales nos resulta indispensable luchar. Es determinante como motivación para alcanzar objetivos y tiene que ver con el deseo de ser mejores. Sin embargo, es esta una palabra ambivalente que, la mayoría de las veces, se manifiesta como avaricia o codicia.
Como todo sentimiento, dependerá de la formación filosófica que sustente ideológicamente al individuo, para encontrar el sentido que le dé a su ambición. Todo esto, atravesado por su inserción socioeconómica, lo cual también le marcará la orientación y el mayor o menor grado de egoísmo de sus deseos ambiciosos.
La sociedad, en general, mira con buenos ojos las ambiciones de los poderosos de serlos cada vez más. La legitimidad de esas codicias se basa en la ilusión de parecerse a ellos, de gran parte de la población. Una ambición inútil, por la necesaria supremacía que sobre el resto de la sociedad quiere sentir el poderoso que, si hubiera muchos, no tendría el mezquino sentido de dominación que poseen.
Esos mismos sectores sociales, rechazan mayoritariamente las ambiciones de quienes abrazan la política como parte de sus vidas. Lo hacen, seguramente, por haberse visto atravesados por historias de perversos personajes que hicieron y hacen de la política un instrumento de empoderamiento personal y de clase. Cambiando la parte por el todo, caen buenos y malos en la misma bolsa, denigrando así a la política, que es la esencial herramienta de cambio y mejora social.
La construcción de este ideario la realiza el sistema mediático de dominación, también en manos de los insaciables dueños del poder. A través de las arengas de sus empleados comunicacionales, trazan el camino del odio a la política, a la que denostarán a través del escarnio hacia sus mejores exponentes, mostrados en todos los casos como corruptos e inútiles.
Después de lograr el objetivo del desprecio a la acción política y a sus representantes más genuinos, adaptarán sus mensajes para promover a figuras estelares del propio Poder, al rango de políticos, pero vaciados del concepto original y virtuoso de esa palabra. Para entonces, la sociedad soñadora de ambiciones imposibles, habrá caído en el mismo vacío al que arrojaron la oportunidad perdida por los odios transferidos desde las siniestras pantallas de la mentira organizada.

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