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martes, 6 de junio de 2017

EL AGUA SECUESTRADA

Imagen de La Jornada San Luis
Por Roberto Marra

El capitalismo, sistema que tiene la costumbre de transformar todo en mercancía, ha logrado establecer como lógico y razonable que la más elemental de las sustancias necesaria para la vida, el agua, tenga que tener un precio para poder ser utilizada. Se habla de precio y no de costo, que sí lo tiene, por los necesarios trabajos que deben realizarse para abastecer las actuales formas de vida urbana.
Sin embargo, esa simple conjunción molecular de hidrógeno y oxígeno, que ocupa las tres cuartas partes del Planeta y que, en proporciones similares, forma parte de los seres vivos, se ha transformado en un botín más que deseado por los voraces dueños del Mundo, que han visto el poder que les otorga la posesión de esos yacimientos y el manejo de su distribución.

Acoplados a ese paradigma mercantilista del agua, la mayoría de los gobiernos del Mundo ceden ante las presiones de los grandes grupos económicos que intentan apoderarse de los acuíferos y, mucho más fácilmente todavía, de los sistemas de abastecimiento a las poblaciones urbanas.
Detrás de los criterios que se adopten para abastecer de agua a la población, se pueden vislumbrar los objetivos sociales que se tienen. O que no se tienen. Porque el agua es básica para la salud, y un verdadero sistema sanitario preventivo debe incluir, con tajante decisión, la provisión de agua potable y su posterior  eliminación segura.
Pero esos sistemas sanitarios no pueden basarse solo en la capacidad económica de los pobladores, porque así, decenas de miles de familias no podrán acceder jamás a beneficios que, indispensablemente, deben ser universales. Contradiciendo estos conceptos tan elementales, los subsidios, que posibilitaban el acceso a ese servicio imprescindible, han sido satanizados por los actuales “ministros-gerentes”, que solo actúan en base a la obtención de mayores ganancias de las empresas a las que, en realidad, representan.
Con aumentos exorbitantes, con subsidios desaparecidos y abandonados a su suerte, los marginados del agua se sumarán a los miles de millones que en el Mundo padecen la falta de uno de los derechos humanos más básicos. Son y serán parias en un territorio colmado de riqueza acuífera, con uno de los ríos más caudalosos del Mundo que lo atraviesa, al que solo podrán mirar de lejos. Tan lejos como se lo impongan las ambiciones de los crueles fabricantes de la miseria y de la muerte.

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