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miércoles, 3 de mayo de 2017

ATERRIZAJE FORZOSO

Imagen de Malba
Por Roberto Marra

En la recordada película “Y…¿dónde está el piloto?”, una avión se encuentra, por efecto de una intoxicación masiva de pasajeros y tripulantes, sin alguien con capacidad para gobernarlo y llevarlo a destino con seguridad. En medio de desopilantes enredos y situaciones aparentemente límites, un personaje prototípico del cine norteamericano, junto a un muñeco inflable, terminan por conducir el aparato a un aterrizaje feliz.
Casi una representación del País de nuestra época, donde la sociedad se encuentra intoxicada de los virus de la mentira y la contumacia, incluidos sus gobernantes. Aquí también se suceden episodios que podrían ser catalogados de risueños, sino fuera por los resultados fatales que producen. Y también estamos bajo el comando de un personaje que parece extraído de una película. Cada uno sabrá a quien se le pude otorgar el rol de muñeco inflable, pero el piloto está caracterizado por un inconfundible miembro de las “fuerzas del mercado”, cuyo poder se acrecienta a medida que aumenta la miseria en la mayoría de los pasajeros de este inmenso avión llamado Argentina.
Su sabiduría es escasa, pero su arrogancia la suple con creces descollando, sobre todo, en sus relaciones con los verdaderos dueños de la empresa planetaria que comanda, de verdad, nuestros futuros. Allí sí que desata todo su histrionismo, con miradas de profunda complacencia y subordinadas intenciones. Feliz por recibir el falso aplauso del amo mundial, alardeará de su pequeño momento de gloria pretendiendo, tal vez, no solo aterrizarnos en un paraíso inexistente, sino hacernos creer que, como dijera otro conductor de similares características, “estamos mal, pero vamos bien”.
Para colmo, en esta parodia se anotaron algunos actores de reparto que solían participar de mejores filmes, pero que han preferido incursionar en esta comedia, terminando enredados en la telaraña del Poder que les paga sus participaciones muy poco creíbles. Perdiendo toda vergüenza, levantan sus manos sin otra convicción que atrapar algunos pesos, mientras condenan a millones de personas al abandono y la desesperanza.
Lo bueno que tiene el cine es que solo se trata de una realidad trucada. Lo terrible que tiene nuestra realidad, es que se trata de lo que vemos y sentimos, aun cuando quiera ser trucada. Habrá, entonces, que elaborar un nuevo guion para esta película real, donde la felicidad reemplace la amarga experiencia de nuestros días. Y donde el final encuentre a nuestra nave conducida por la dignidad y la valentía de los leales representantes de un Pueblo que sepa construir su destino.

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