Imagen de Sin pelos en la lengua |
Fíjense en la sonrisa burlona.
Pongan atención a las frases con las que trata de demostrar la idiotez de sus
interlocutores. Observen los términos denigrantes hacia quienes opinan
diferente a él. Tendremos así una clara muestra de las características de los
pretendidos intelectuales del poder, cuyas “sabidurías” solo pueden sostenerse
con la negación embustera de lo que se ve y se siente.
Contratado por el gobierno, uno de esos reconocidos y encumbrados
farsantes, dedicado a las encuestas económicas, elabora truculentas versiones
de la realidad pasada, para justificar la generada por sus patrones actuales.
Sus números contradicen lo que todos percibimos, pero eso no importa, porque su
misión ya está cumplida: sembrar rechazo hacia personas o políticas que no le permitirían
a sus mandantes continuar con sus saqueos.
Este encuestador farsante y sus mágicos números, siempre logra, a
través de sus retorcidos análisis, elucubrar relaciones de causa y efecto que
demuestran las responsabilidades y culpas de las gestiones económicas
anteriores, y las virtuosas soluciones elaboradas por la actual.
Acompañando semejantes vilezas, hay un periodista (más bien un “opinador”)
que, con la arrogancia de su pretendida superioridad intelectual, vapulea a los
ya insultados por el encuestador embustero, superponiendo su voz,
convenientemente ecualizada, a las de los invitados a estos paneles de la
vergüenza periodística.
No se da esto, como cabría suponerse, en algún medio propio de los dueños
del Poder. Sucede en uno de los que, en absoluta minoría, pretende mostrarse
como alternativa ante la hegemonía de aquellos. Alternativa que, en realidad,
la es para mostrar otra manera de envilecer la realidad, con la imprescindible
intermediación de un tercero, que demuestre la supuesta imparcialidad de los
entrevistadores.
Fuera de toda casualidad, la última palabra siempre la tiene el
farsante de los números. Esa última palabra que asegure su repercusión en las
absortas mentes de los televidentes que, abrumados por tantas negaciones de lo
real, termina por aceptar, mansamente, la virtualidad de tanta mentira
organizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario