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¿Por qué esa manía permanente
de dar sentencias definitivas sobre todo que hay en las personas cuando de política
se trata? He leído por ahí una de esas sentencias: “…el kirchnerismo, como lo
conocimos, se acabó”. Una verdad de Perogrullo, puesto que es lógico que la
política y los movimientos que en ella se manifiestan se modifican permanentemente.
Es parte de la dinámica propia de las construcciones estratégicas de los
Pueblos.
Pero, deteniéndonos un momento en la palabra “kirchnerismo”, tan
vapuleada por los enemigos y tan incomprendida por los que dicen adherir a sus
postulados, se debe entender que es una expresión nacida al calor de las reivindicaciones
que Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner tuvieron la grandeza de
intentar poner en marcha para llegar a lograr la recuperación de derechos que
nos habían robado a lo largo de décadas ignominiosas. Es una palabra que
simplemente intenta connotar que se trata del mismo peronismo, pero con las
lógicas adecuaciones a las circunstancias de los tiempos que se viven y a la
acumulación de experiencias del Pueblo en sus intentos por lograr recuperar su
historia perdida en tantos años de dictaduras y falsas democracias.
Es imprescindible, a mi entender, que veamos a este proceso de reivindicaciones
populares (concretadas), al que se le ha colocado este título de “kirchnerismo”,
como la etapa superadora de las anteriores etapas en las que el peronismo
estuvo en el Gobierno (y no me atrevo a decir el Poder, porque este es algo que
es muy difícil de alcanzar de verdad). Como será (o deberá ser, para mejor
expresar) la próxima etapa en la cual el peronismo pueda llegar a tener en sus
manos la herramienta del Gobierno Nacional.
De ahí el intento de construir esa lavadita “modernización” del peronismo,
eufemismo que no esconde otra cosa que el intento de las corporaciones dueñas
del Poder Real por “domesticar” este Movimiento que, al decir de Evita, “será revolucionario,
o no será nada”. Nada de revoluciones, nos están diciendo los poderosos ahora
en el Gobierno. El peronismo deberá dejar atrás esas ideas para forjar un “partido
moderno”, que sea la “alternancia” a quienes ahora están manejando al Estado.
¿Por qué, entonces, se insiste con denostar la palabra “kirchnerismo”
por parte de muchos de esos que se auto-titulan “dirigentes” peronistas, como
no sea para intentar borrar de la historia el “lado revolucionario” que el
peronismo tiene (y que por su origen es el único que debiera tener)? Definamos
claramente: no es necesario ser peronista para ser kirchnerista; pero si se es
peronista, no se puede no ser kirchnerista. Porque esta es la denominación que
adquirió al calor de la presencia contundente de dos líderes peronistas que trajeron
a nuestros días los postulados de Perón y Evita, manifestándolo con acciones
que llevaran a conseguir lo que aquellos grandes de la historia habían logrado
en su época.
Mucho hicieron, dejando sus vidas en el camino (Néstor literalmente),
como para que ahora nos creamos con la autoridad moral para juzgarlos sólo por
los errores que hubieran cometido. Por supuesto que los cometieron. Y tuvieron
la grandeza de reconocerlo muchas veces (hay que escuchar y leer los discursos
nuevamente para reconocerlo). Como lo hicieron (y lo hacen) en sus respectivos
países otros grandes de nuestra historia latinoamericana, como Chávez, Fidel,
Correa, Evo, Lula.
Ahora, cuando suenan nuevamente los clarines victoriosos (lo de “clarines”
es una ironía que se adecúa al monopolio mediático) del Poder Oligárquico, es
imprescindible que separemos la paja del trigo, reconociendo, con la
contundencia que el momento requiere, que sólo se podrá retomar el camino de la
construcción de una Patria con Justicia Social, desde lo cimentado en estos
últimos 12 años, jamás dejándolo de lado, nunca despreciándolo, de ningún modo
intentando borrar la rica historia de empoderamiento popular que Néstor y
Cristina intentaron dejarnos. Y menos aún, pretendiendo desconocer que todavía
contamos con uno de los cuadros político-intelectual más importante que ha dado
este País desde Perón y Evita. Cristina no puede no ser la referencia, no
importa si ocupa cargos o no.
La Oligarquía ya está en el Gobierno. Muchos de quienes se decían “peronistas
y kirchneristas” han mudado de ideología (en realidad, porque nunca la tuvieron).
El supra-poder mediático se ocupa de sembrar dudas en las conciencias de los
dominados, para que desconozcan sus condición de tales. Supuestos “líderes” a
los que nadie erigió como tales, sino justamente ese poder mediático, intentan
apoderarse del Partido Justicialista, para desde allí doblegar todo intento de
lucha, aunque sea desde lo institucional. Al menos, que no nos roben la
memoria. Si la tenemos en cuenta, si la ejercitamos con fervor patriótico,
encontraremos otra vez la ruta de nuestros sueños, que son los mismos de Perón,
de Evita, de Néstor y de Cristina.
*Secretario de la Asociación Desarrollo & Equidad
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