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Excelentísimos cadáveres, la
notable película del recién fallecido director italiano Francesco Rosi, ubicada
en Sicilia, ya apuntaba hacia la manipulación de cadáveres en circunstancias
políticas. Si investigamos la historia de América latina, nos encontramos
muchas veces con esa macabra mezcla de muertos y política. La misma victoria electoral de
Salvador Allende, en 1970 en Chile, fue puesta en riesgo por la aparición,
muerto, del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, en un intento
desesperado de los golpistas de impedir la toma de posesión del presidente
socialista. Aún más reciente, el triunfo aparentemente tranquilo de Dilma
Rousseff en Brasil, en primera vuelta, fue bloqueado por un sospechoso
incidente de avión, en el que murió un candidato opositor. Así se promovió a
candidata a una política que logró barajar de nuevo las cartas y colocar en
riesgo la continuidad del PT en el gobierno de Brasil.
Argentina es el nuevo escenario de esos “excelentísimos cadáveres”.
Todo muy sospechoso, como conviene a la manipulación política de circunstancias
como ésas. Si todo fuera claro, no se prestaría a las manipulaciones de los que
quieren pescar en aguas turbias.
Todas las manipulaciones apuntan hacia Cristina, por todo lo que ella
representa. Los que han llevado Argentina a la peor crisis de su historia no se
resignan a que el país fue rescatado por gobiernos populares, que no se han
contentando con retomar el crecimiento económico, sino que lo han hecho
redistribuyendo renta, retomando la trayectoria de los gobiernos populares
argentinos.
No se le perdona a Cristina haber protagonizado ese rescate, haber
sobrevivido a las movilizaciones golpistas de los sojeros, a la misma muerte de
Néstor, a la ofensiva cobarde de los fondos buitre. No se le perdona que,
mujer, haya afrontado, con altivez, las agresiones torpes de los medios,
machistas, groseras, como corresponde a una derecha complaciente con los
crímenes del terrorismo de Estado. No les perdonan a Cristina y a Néstor haber
reabierto los procesos en contra de los responsables por los crímenes del
terrorismo de Estado. No les perdonan la recuperación de más de 100 nietos,
hijos de militantes opositores a la dictadura, que, además de asesinados, tuvieron
a sus hijos secuestrados, en el peor crimen humanitario que hemos conocido.
Cristina somos todos, porque hemos resistido juntos a las dictaduras
militares, solidarios en la lucha, en los sufrimientos, en las pérdidas, en la
supervivencia y en la recuperación de la democracia. Cristina somos todos
porque todos nuestros países son víctimas de manipulaciones burdas como ésas,
hoy en contra de Cristina, de la democracia argentina, de las conquistas
sociales de su pueblo, de la soberanía nacional.
A una derecha que mal logra tener líderes que los una en contra del
gobierno popular de Cristina, le duele el liderazgo de la presidenta de
Argentina, su dignidad, su vínculo directo con el pueblo y con la historia de
lucha de los argentinos.
Cristina somos todos, porque todos los que luchamos por países justos,
solidarios, soberanos, dignos, estamos con Cristina y con los argentinos
también en esta hora. Somos todos.
* Profesor de la Universidad de Sao Paulo (USP) y de la Universidad do
Estado do Río de Janeiro (Uerj), coordinador del Laboratorio de Políticas
Públicas de la Uerj y autor de numerosos ensayos sobre historia y actualidad
latinoamericanas.
Publicado en Página12
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