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El
mundo político avanza en la consolidación del Congreso que va a marcar
el rumbo de los argentinos durante dos años. Pavada de tarea; de allí
saldrán grandes leyes, grandes debates intelectuales y grandes
personajes, por ejemplo el que va a dormir en sesión más que De Narváez,
el que va a faltar más que Michetti o el que pega más fuerte que
Camaño.
Yo, mientras tanto, y motivado por la gente que me viva en la calle
(son tantos que no dejan que se escuchen los abucheos), organicé el 1er
Congreso Interdisciplinario Internacional Interbankink e Intertextual
para dirimir la pregunta que taladra las cabezas de los compatriotas,
tanto de los argentos de alma como los que sueñan con ser franceses:
"Qué es ser argentino". El congreso se hizo en el Patio de la Madera,
bajo el sublema "Los de afuera son de palo".
Al hacer contactos con los invitados, todos grandes hombres y
mujeres de la patria, comenzaron las peleas de cartel: que si va éste yo
no voy, si este otro habla yo no hablo, no vale hacerse el inteligente,
etc. Cuando la cosa se puso histérica, los amenacé con hacer el
congreso con neozelandeses, rusos, mongoles y periodistas de los diarios
españoles, que sí saben cómo somos, de dónde venimos, adónde vamos, y
qué día nos vamos a estrolar.
¿Qué es ser argentino?. Madre mía, qué pregunta. Para armar el
congreso organizamos mesas para resolver ese enigma que reíte del de las
pirámides y de las tonterías que enfrentó Sherlock Holmes. Barajamos
varios títulos: "El ser argentino y la nada", "Cómo ser argentino y no
parecerlo" y "Al argentino con hernia es al ñudo que lo fajen". Los
muchachos de TN sugirieron el cándido título de "Argentina: Colonia o
caos", y Magdalena dijo que era exagerado, que tal vez convenía el más
sugerente de "Argentina: Caos o caos". Al fin quedó: "Argentina, que te
recontra".
Para la ambientación llamé a mis ex novias, ex esposas, ex amantes y
ex amigas ocasionales y formé el grupo "Las choznas de las chicas
mendocinas que cosieron los trapos del ejército de San Martín". El Patio
de la Madera quedó hecha una pinturita, con escarapelas, manteles y
cortinas con los colores de la patria y voladitos por todos lados.
Parecía una kermese pero era un congreso de donde iba a salir el ideario
que iba a resolver los entuertos de este país.
La conducción la hizo Fernando Bravo, que no sabía muy de qué la
iba, pero estuvo muy simpático. El armado de las mesas temáticas no fue
sencillo. Menos mal que conté con ayuda. Bauman y Umberto Eco me
mandaron ideas por mail a cambio de la nacionalidad argentina; a Borges y
a Sarmiento los consulté con la tabla ouija, pero como los convoqué
juntos para ahorrar hora de curandera, se pusieron a discutir que si la
barbarie, que si la civilización, y corté la comunicación. Sarlo y
Sebreli se ofrecieron a participar pero les dije que con la S ya tenía a
mucho invitados y que si alguno fallaba a último momento les avisaba.
Ninguno falló. Es decir, falló Caruso Lombardi, que se escribe con C o
con L.
La mesa más simpática fue La Búsqueda del Tesoro. Se trataba de
encontrar un chacarero de la patria sojera que diga que le va bien o que
alguna vez le fue bien. El premio quedó vacante. Sospecho que De
Angeli, Buzzi y Etchevehere perdían a propósito; si ganaban iba a tener
que decir que les había ido bien, y ese oxímoron existencial es duro de
pelar, más que la liebre que juran correr desde que pisaron el tambo.
Con tantos inscriptos tuvimos que meter dos mesas en un salón; una
sobre Heidegger, Sartre y Foucault, y otra sobre horóscopos. La de
Heidegger, Sartre y Foucalt estuvo vacía, y con razón, ¿a quién le
interesa entender a los grandes filósofos si lo que queremos saber es
por qué aumenta el dólar? La de horóscopos la coordinó Lilita Carrió, y
estuvo repleta porque a último momento se anotaron los grupo Suicidas
Argentinos S.A y Masoquistas Unidos por el Dolor. Hicieron un partido
Sagitario contra Piscis, y para alegría de todos, perdieron los dos.
Al terminar hubo una pelea en el barro de las mujeres de la
política: las esposas de Massa, Macri, Scioli y Margarita. La tarde la
pasamos en el área de "Recreaciones argentas típicas". Jugamos al sapo
con la boca del franelita de la cuadra al que le tiramos unos mangos y
después le pagamos el dentista. Hubo talleres de "bajada de pantalones a
velocidad warp", "comparsa de cacerolas", "cómo culpar al otro antes de
que el otro te culpe a vos" y las más clásicas: "llorar de lleno", "mil
motivos para no dejar de ser un evasor de impuestos" y "transmitir
miedo sin dejar de sentirlo". Emocionaba ver a estos protohombres
argentinos destacándose en tan complejas actividades. Parecían chicos,
vea.
La mesa sobre comidas gauchas fue un éxito. Sobre todo la que
enseñaba a cocinar pastelitos de dulce de soja. La masa también era de
soja. Y el aceite. Y el azúcar. Es que el sponsor del congreso era la
Mesa de Enlace del Campo, pero no aportaron guita porque no tienen (por
supuesto; me lo imaginaba), sino soja que guardan hasta debajo de la
cama para ver si cortando el chorro de la venta al exterior, cortan las
retenciones y de paso le cortan la cola al barrilete del gobierno y lo
ven caer barrenando en el aire.
A los pastelitos los comimos de merienda. Son sabrosos pero algo
duros y el relleno rancio, con gusto a mermelada Monsanto. Después
hicimos una choripaneada con los chorizos que se rajaron de la parrilla
de Binner desde que se no se sabe bien lo que se volvió, y algunos
conservadores lo dejan por zurdo, los zurdos por conserva, los
socialistas porque no habría votado a Maduro y la mayoría porque se cae
de maduro.
La charla "amores de un día margarita para los chanchos son" que
dictaron Massa y Macri no estuvo mal si uno la compara con una canción
de Pimpinela. Las palabras más terribles las dijo Macri, cuando le
gritó: "vos me engañaste con la primera ideología que viste", a lo que
Massa respondió: "Como ideología no tengo, con tu hermana me
entretengo".
La mejor mesa fue la que dictaron los radicales. Eran tres: "Cómo
quebrarse y no doblarse", "Como doblarse y no quebrarse". Y luego la que
dictó Cleto Cobos: "Cómo doblarse y quebrarse y no sonrojarse". Los
muchachos de la boina se preparan para ser gobierno y de esta forma
aprenden cómo enfrentar las aprietes del FMI y del Banco Mundial:
genuflexionándose al primer grito, entregando el marrón a la primera
miradita de amor, o ambas en una, lo que ahorra tiempo, dolores y
cremitas epitealizantes.
Los muchachos del peronismo, y los sindicalistas, organizaron por su
cuenta una competencia de salto de garrocha, como si se entrenaran para
saltar de acá para allá, o de allá para acá, según sople el viento. A
algunos les costaba decidir hacía dónde debían saltar porque no sabían
de dónde venían saltando, de tantas vueltas que habían pegado. Los
arengaba Pato Bullrich a los gritos de: "para saltar por las ideas,
primero hay que tener ideas; mejor saltar por saltar, o saltar por las
dudas". De música de fondo: Lily Marlene.
Miguel del Sel llegó después del mediodía. Y hablando de filosofía
de la política, como es su costumbre. Nos encontró contando chistes, lo
que le cayó medio mal. Luego lo vimos sacar una libretita y anotar los
chistes, así que los que lo votaron y pensaron "qué pena, si lo elegimos
gobernador vamos a perder un gran cómico argentino", no se preocupen,
tenemos cómico para rato. Considerando la atención que le prestó a la
charla "Cómo ser un servidor público y poder hablar en serio de números y
estadísticas incluso ante un público que no entiende nada", diría que
tenemos político para hoy a la tarde, y apurándose.
El tema Siria y la guerra estuvo en boca de todos. Algunos
politólogos descubrieron que el problema de Siria nace cuando adoptaron
el hábito de tomar mate (y no bromeo). Parece ser que ahí se ubica
cierta capacidad para la estupidez, la rebelión al cuete, el
desconocimiento de las leyes, y cierto desprecio por la vida propia,
como émulos de Martín Fierro, por eso le tocan el culo al imperio y no
corren. Nelson Castro, Pepe Eliaschev y Marcos Aguinis, dijeron al
unísono: "que se jodan por parecerse a los argentinos".
El diploma era un cartón con las palabras Argentino Hasta las
Verijas, escritas con plasticola regada con yerba mate, pero para
acceder a él había que pasar una prueba: meterse adentro de una gran
caja de cartón llena de agujeros donde los asistentes al congreso
susurraban sin cesar: "inflación, desabastecimiento, inseguridad, miedo,
caos, cepo, inflación, desabastecimiento, inseguridad, miedo, caos,
cepo", así, como un mantra. Al que salía vivo de ahí se le daba de
recuerdo un par de huevo de amianto.
*Publicado en Rosario12
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