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miércoles, 14 de agosto de 2013

EL MENEMISMO DEL SIGLO XXI

Imagen Tiempo Argentino
Por Federico Bernal*

Relatamos a continuación una síntesis perfecta de la barbarie reaccionaria, su estrategia comunicacional y la clave de su triunfo. En charla amena entre los imparciales, espontáneos y absolutamente despolitizados periodistas Paula, Franco y Nelson Castro en calidad de politólogo experto entrevistado, lo más sustancial de lo que dijeron anteayer por la tarde (la versión completa, altamente recomendada, en el Facebook de este autor). Pau: "Imagino yo que si la presidenta Cristina Kirchner sigue profundizando el modelo, lejos de escuchar lo que ha pasado y si esto se repite en octubre, también a Scioli no le va a terminar cerrando. [De hecho] ya tiene dudas [¡sic!]; no le va a terminar cerrando ser candidato de un modelo que claramente va a morir [¡¡sic!!]". Luego la sapiencia del galeno se hizo pesar: "Massa... va a tener dos años para trabajar y demostrar que busca edificar una estructura de gobierno... Hay que prestar atención a algunos nombres que están circulando... [y] que yo destaco: Alberto Fernández... y Roberto Lavagna... Ellos saben que si no están juntos no tienen chances. Este es un elemento clave que han entendido y que el peronismo tiene esa situación de ida y vuelta muy fuerte. Los que fueron menemistas, después fueron duhaldistas, después fueron kirchneristas. Eso no genera grandes cuestionamientos. El peronismo es muy pragmático. Así que hoy están con quien tiene el poder... Massa va a tener la ventaja del triunfo que en el peronismo no se discute."

HACIA LA ZONCERA DEL "PERONISMO OPOSITOR". Más allá de la violencia desestabilizadora de los periodistas de Magnetto; más allá del equipo presidencial que el neoliberalismo criollo ya desea instalar (fórmula Massa-Lavagna; Alberto Fernández como Jefe de Gabinete; Redrado en Economía y quizás Peirano al Central), más allá de todo esto importa destacar la última intervención de Nelson Castro en relación al peronismo: 1) menemismo y duhaldismo como "peronismo"; y 2) la aceptación que provoca a la reacción el pragmatismo peronista de intercambiar figuras entre una y otra corriente, variante o vertiente dentro del supuesto "peronismo". Único requisito: estar siempre unidas contra el kirchnerismo. El zócalo que acompañó durante buena parte de la entrevista: "Massa va a apostar al justicialismo ganador de las provincias". En sus mapas interactivos con los resultados electorales, Clarín clasificando a Massa, De Narváez, De la Sota, etc. como "peronismo opositor". Stolbizer, inteligente, aprovechando la jugada desde ayer: "Vamos a ser los únicos no peronistas." ¿No debería el gobierno nacional distinguir entre menemismo y peronismo, describiendo al primero como la etapa superior del radicalismo?

CÓMO BORRAR DE UN PLUMAZO AL KIRCHNERISMO. Primera pregunta obligada: ¿cuál fue el factor decisivo en el triunfo de Massa: el marketing de su campaña, el apoyo mediático, confusión del electorado o haberse presentarse como candidato "peronista"? Segunda pregunta: ¿qué hecho común se observa en los distritos donde ganó el oficialismo, sobre todo a nivel diputados? Que, exceptuando Misiones, en las restantes provincias no hubo "peronismo opositor" o lo hubo con muy magros resultados. ¿Y el mejor desempeño? En Santiago del Estero, en alianza con el radicalismo K, con un 70,48% para diputados (un 8,16% obtuvo el FPV). Pero volvamos a Massa. ¿Acaso no repite la estrategia de la reacción con Menem en 1989? ¿Massa, De Narváez, etc. son peronistas? ¿"Peronismo opositor" o menemismo? La Nación afirma en editorial de ayer: "La fuerza política que lleva diez años en el poder y que es tributaria del peronismo que gobernó 22 de los 30 años de vida democrática..." ¿No es hora de trabajar para desvincular el peronismo histórico del menemismo, distinguiendo política, económica y culturalmente al kirchnerismo del segundo? Acto seguido de la charla de TN aludida al comienzo, el periodista Franco entrevistó a Sergio Berensztein, director de Poliarquía y profesor de la Di Tella, quien expresó: "Si la presidenta entiende este mensaje de las urnas y acomoda su gobierno a esta nueva demanda de la sociedad por mayor diálogo, por la no confrontación... vamos a una transición ordenada y si es así tal vez el peronismo pueda en una interna solucionar la cuestión de su liderazgo, que sería fantástico (fijémonos lo que pasó en UNEN en Capital). Si por el contrario vamos a una fragmentación del peronismo, por ahí vamos como en el 2003 a tener varios candidatos peronistas, como ocurre del 2003 a la fecha. [Esto nos obligaría] a ir a una segunda vuelta probablemente... [provocando] un reordenamiento mucho más lento de este fenómeno del kirchnerismo que se está apagando". El "PhD y Master en Ciencia Política, University of North Carolina at Chapel Hill" (según consta en su CV) complementa a Nelson Castro y explica sin ambages la estrategia del neoliberalismo argentino: la presidenta debe ceder a una interna. Si así ocurriera, el kirchnerismo será borrado de un plumazo al quedar en la historia como un exabrupto populista del siempre díscolo peronismo. Cualquier posibilidad futura de resurgimiento del peronismo histórico (en su variante kirchnerista u otra que sea) se las verá con el aparato justicialista nuevamente en poder de la Sociedad Rural y del imperialismo.

EL MENEMISMO. La reacción, que desde 1810 nunca precisó de partido político propio para llegar al poder (y a veces siquiera de partido político), tiene candidato serio por primera vez desde su derrota en la segunda vuelta electoral de 2003. El radicalismo ya fue exprimido al máximo y es absolutamente insuficiente. El socialismo, aliado histórico, nunca fue del todo confiable ni cuantitativamente importante. Pero el "peronismo" no sólo puede dar mucho más aún, sino que es hoy por hoy el único camino al poder. Llamemos pues a las cosas por su nombre: la Argentina del atraso, la dependencia, la pobreza y la proscripción de las mayorías tiene candidato. El menemismo del siglo XXI tiene candidato; ese menemismo que, celebrando el inicio del festín noventista, rendía tributo a las históricas jornadas de octubre de la siguiente manera: el 17 de octubre de 1990 Menem firmaba un decreto limitando el derecho de huelga en los servicios públicos. Claro, estábamos en los albores de las masivas privatizaciones. Era la seguridad jurídica que los inversores pedían al flamante gobierno. Alsogaray entonaba la marcha peronista, y la UCEDE dejaba de tener razón de ser. La Convertibilidad ató la política laboral a la lucha contra la inflación. A mediados de 1991, el Decreto presidencial 1334 abandonaba la homologación de los convenios colectivos que incluyeran cláusulas indexatorias, los salarios no podrían pactarse por menos de seis meses y todo incremento de salarios debía vincularse con mejoras de la productividad. El pueblo obrero y trabajador como variable de ajuste. Poco después, junto al desmantelamiento del Estado y también del patrimonio privado nacional, la pauperización de la clase media, la primarización/descapitalización de la economía, el espeluznante endeudamiento, la dictadura del FMI, el paraguas de soberanía en Malvinas y la inserción de la Argentina en el mundo como semicolonia. El primer gran golpe recibido por el menemismo fue en 1995, con la crisis del Tequila. Bueno, así la denominan los mismos que por entonces nos calificaban de "mercados emergentes" (ahora "economías emergentes"). Pero la crisis del Tequila fue consecuencia de los indios zapatistas y sus fusiles de madera, alzados contra el neoliberalismo mexicano y latinoamericano. Fue la primera gran manifestación regional de su inviabilidad política, y a la que se sucedieron otras en todas partes. El 19 y 20 de diciembre de 2001 cerró el ciclo de los "mercados emergentes" en la región, que ahora apuestan volver en la Argentina de la mano de Massa como líder de un renovado frente menemista.

DESAFÍOS Y SUPERACIÓN DEL KIRCHNERISMO. Mejor que proscribir un partido es conquistarlo. Y mucho mejor aún es proscribir a las grandes mayorías conquistando su partido. El menemismo está, una vez más, en carrera presidencial. A Domingo Cavallo, padre de la Convertibilidad y el endeudamiento, no le alcanzó para octubre. Poco importa porque con Massa vienen sus hijos. La oligarquía que parasita al país y su principal riqueza, la renta agraria, impidiendo desde 1810 que seamos un "país normal" (en la definición de Néstor Kirchner), retorna una vez más a caballo del peronismo. La derrota no refleja la crisis del kirchnerismo o del modelo vigente, sino la del gran movimiento de masas nacido en 1945, obligado a readaptarse a un mundo, una región y una correlación de fuerzas, clases, sectores y tensiones internas nuevas. Fusionar las banderas del 17 de octubre con las del 19 y 20 de diciembre y todas ellas con las del Bicentenario (la Década Ganada) es tarea perentoria. Pero dicha tarea no podrá lograrse sin la reconstrucción del frente nacional y la expulsión de Massa del peronismo, al denunciarlo ante la sociedad como el heredero de Menem y un factor de riesgo para una segunda crisis como la de 2000/01. La esencia revolucionaria y latinoamericanista, la naturaleza histórica y social del peronismo, así como su superación, residen y resisten en la presidenta de la Nación. Una constituyente que agregue un cuarto poder, el obrero y popular, velando por su seguridad jurídica; unas FF AA aliadas a su pueblo y vinculadas a la soberanía económica y tecnológica; y un partido revolucionario que renacionalice el peronismo y lo perfeccione, los pilares para vencer definitivamente a la Argentina como eterna fórmula nutricional proteínica (cerealera y vacuna) para consumo de la civilización noroccidental.

*Publicado en Tiempo Argentino

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