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martes, 9 de julio de 2013

BINNERISMO Y GHIOLDISMO

Por Gustavo Battistoni*
 
Una de las desilusiones más notables para quienes tenían expectativas de una transversalidad política cuando asumió Néstor Kirchner en 2003, fue la posibilidad de integrar al Partido Socialista al bloque nacional y popular que se estaba gestando. Esta ilusión ha desaparecido por completo. En Santa Fe, aquellos grupos que llevaron al poder en 2007 desde un sedicente campo nacional y popular a Hermes Binner fueron defraudados completamente. El conflicto de 2008 con las Patronales del Campo encontraron al PS y a sus voceros más extremistas como Rubén Giustiniani clamando por “voltear” a la resolución 125. El aplauso recibido por el presidente de la Sociedad Rural Argentina desde la militancia socialista al salir de la mano de Binner al balcón de la casa de gobierno de Santa Fe durante el conflicto del “campo” terminó por cerrar cualquier posibilidad de entendimiento con el gobierno nacional y popular. 
Esto no era nuevo dentro de la tradición del Socialismo cipayo. Juan Bautista Justo afirmaba que los “partidos obreros” y los terratenientes tenían un mismo interes: la defensa del librecambismo contra la industrialización artificial. El consumo barato era lo importante, no la producción. Con este razonamiento, los japoneses en vez de robots deberían estar produciendo gusanos de seda.
Hoy día, es indudable que el Partido Socialista es el ariete “ético” en brega contra Cristina y su liderazgo de masas. Junto a sus aliados, una multivariada fauna zoopolítica que va desde el ex militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores Humberto Tumini hasta el procesista Partido Demócrata Progresista de Carlos Favario, tienen la tarea como “izquierda” del bloque oligárquico de derruir con su moralina anodina a un poder que ha transformado a nuestro país.
Todos sabemos cuales son las virtudes y limitaciones del actual proceso en curso. Pero uno de los indicadores de los aciertos reside en los enemigos jurados del gobierno nacional que van desde la “Mesa de Enlace” a la Corte Suprema de Justicia, que como bien afirma Antonio Gramsci, es junto al ejército, el núcleo duro de la oligarquía en la defensa de sus intereses.
El socialismo argentino siempre tuvo un lugar de privilegio en la lucha contra los gobiernos nacionales y populares que han estado en el poder en nuestra patria.
Furiosamente antirigoyenistas primero, celebrando “La Vanguardia” el suicidio de Leandro N. Alem, y antiperonistas después, los socialistas no trepidaron en justificar los bombardeos a la Plaza de Mayo, ni los fusilamientos de obreros y militares patriotas en 1956.Algunas frases de Américo Ghioldi, líder indiscutido del socialismo por entonces, ilustran lo que pensaban del peronismo. Decía sobre Evita:”Corta de inteligencia, deficiente de cultura y sensibilidad femenina, ignorante de las relaciones morales y civiles de los hombres, sin autocrítica, sin carga de escrúpulos de conciencia, Eva Perón, ingresa a la historia como una leyenda plantada en el mentidero argentino”;”mujer sin ternuras, fría, obstinada hasta la crueldad; eso hizo de Eva Duarte el poder dictatorial que conocía sus predisposiciones fisiológicas y sus tendencias psíquicas”. Estas y otras lindezas del mismo tipo, las podemos encontrar en su libro “El Mito Eva Perón”, de 1952.Cambiemos el escenario y pensemos en que dicen los opositores de la actual presidenta para llegar a las conclusiones necesarias. A Eva Duarte le decían “puta”, a Cristina Fernández “la yegua…” Nada ha cambiado en esencia, el odio contra los gobiernos populares y sus símbolos políticos siguen igual de vivos.
Todavía resuenan las palabras shakesperianas y asesinas de Américo Ghioldi:”Se acabó la leche de la clemencia” o “La letra con sangre entra”, para justificar los fusilamientos de indefensos ciudadanos peronistas en 1956.Rodolfo Walsh retrató esto magistralmente en su “Operación Masacre”. Ni olvido ni perdón.
El PSD de Ghioldi y Nicolás Repetto siguió con su monserga antiperonista sin importarle un rábano el voto ni las mayorías populares. Lo único que le interesaba a la gavilla ghioldista era la desaparición de la faz de la tierra de la “pesadilla” peronista de la política nacional. Mientras tanto, algunos grupos comenzaron una revisión honesta de la relación entre el socialismo y el peronismo. El ghiodismo llevaba, sin lugar a dudas, a un callejón sin salida.
Entre los grupos que comenzaron el “Camino de Damasco” hacia la comprensión de lo nacional se encontraba el PSP, de fuertes influencias maoístas en sus comienzos, liderado por entonces por el abogado Guillermo Estévez Boero y el bioquímico Héctor Cavallero que intentaron un acercamiento al movimiento popular desde una perspectiva independiente. Incluso dándole a su socialismo un marcado tinte latinoamericanista, que expresaban en una simbología cercana a la de los movimientos nacionales de nuestro continente.
Lamentablemente, la vieja raíz juanbejustista no había desaparecido totalmente, y la división del partido en la década del noventa del siglo pasado, agravó las cosas hasta destruir todo tiente nacional y popular .El Partido del Progreso Social de Cavallero se acercó al menemismo en el poder, vaciándose de todo sentido reformista, mientras que la fracción liderada por Estévez Boero se fue socialdemocratizando a la europea cada vez más, olvidando cualquier raíz ligada a nuestra América difícil. La muerte del abogado y productor agropecuario, que era el conductor indiscutido no hizo más que empeorar las cosas. La nueva generación que tomó la dirección del Partido Socialista acaudillada por Rubén Giustiniani y Hermes Binner, olvidó rápidamente sus reflejos nacionales para volver al viejo socialismo liberal profesado por el fundador Juan Bautista Justo.
Juan B. Justo, más que en un lejano e hipotético “socialismo” creía en un capitalismo “sano”, de carácter republicano en lo político, con participación sindical, donde la estabilidad de la moneda y el librecambio fueran el centro de las políticas estatales.
El kirchnerismo con su proyecto de capitalismo nacional integrado a las hermanas republicas de la Patria Grande, con fuerte participación estatal es visto por las capas medias como un “populismo” que sólo dilapida recursos y afianza el clientelismo y la ineficiencia económica.
La presión de los votantes del PS hace que el partido que lidera el Frente Amplio Progresista aumente su crítica al mal llamado “relato del modelo”, adoptando una política de enfrentamiento total que no era la misma de hace unos años.
Es furgón de cola de los grupos hegemónicos que no toleran ni siquiera un tibio intento de cambio social y de la vetusta estructura económica. Son la expresión de una clase social cuya impotencia histórica es proverbial. A esto lo podemos denominar un ghioldismo “blando” que no pide, por ahora, “sangre” ni “violencia” contra un gobierno elegido por el 54% de los argentinos. Pero, y esto es un indicio preocupante, Hermes Binner justificó las muertes de militantes chavistas en Venezuela acusando al gobierno bolivariano y a su “populismo”.
Por último, si agregamos la afirmación del candidato a presidente por el Frente Amplio Progresista de que en caso de votar en Venezuela entre la opción de Hugo Chávez o la de Capriles, lo hubiera hecho por el representante del imperialismo, podemos colegir, sin equivocarnos, en que debemos estar alertas ante la posibilidad de que el “ghioldismo duro” vaya tomando cuerpo en el Partido Socialista, en detrimento de los principios de justicia social e integración latinoamericana que alguna vez dijeron defender.

*Publicado en Redacción Rosario

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