Por Roberto O. Marra*
¿Puede ser que un Gobierno
pretenda llamarse a sí mismo como tal, y no es capaz de controlar la seguridad de…
¡un partido de fútbol!? ¿Se puede creer que, ante la manifiesta inoperancia del
“operativo” policial para resguardar la realización del clásico rosarino, lo
único que sale a decir el pretendido candidato a ¡Presidente de la Nación!, el
Dr. Binner, es que le están sacando fotos en su patio trasero? ¿No se parece
más bien a una forma de distraer de la verdad a los rosarinos que últimamente no
saben de dónde pueden venir las balas, estén donde estén? ¿Nos estarán gastando
una broma pesada y no nos damos cuenta?
¿Es posible que el Gobernador de
la Provincia donde se han venido registrando los más horrendos crímenes de
jóvenes, casi adolescentes, casi niños más bien, donde muere el doble de
personas cada 100.000 habitantes que en el resto del País, puede ser que… ¡se
haya ido de vacaciones!? ¿¡Y la Intendenta también!?
¿Puede considerarse lógico que
policías sospechados de ser partícipes o al menos incapaces de enfrentar al
crimen organizado, sigan al frente de las fuerzas sin que los miembros del
Gobierno no hagan otra cosa que repetir que “la policía actúa con alta
profesionalidad”? ¿Es posible que los miembros de la Justicia santafesina, los jueces,
los fiscales, estén tan “desorientados” que no pueden atisbar, aunque más no
sea, alguna relación entre los criminales y miembros de la fuerza de
“seguridad”?
¿Es posible que tengamos que
acostumbrarnos a que un personaje patético devenido de actor a “polítiquero”
nos tenga que venir a decir lo que pasa en la Provincia, con sus acostumbrados
llamados a “la paz”, “la no agresión”, a pedir por “más educación” (justo él)?
¿Es que tendremos que resignarnos a ser conducidos por este tipo de peligrosos infiltrados
en la política?
¿Es posible que el actual
Gobierno no sea capaz, siquiera por resguardar sus miserables intereses, de
cuidar su propia continuidad con alguna medida coherente con la realidad?
¿Podemos pensar que conocen la realidad? ¿Sabrán lo que significa vivir con
miedo en las barriadas populares, donde la vida no vale un centavo, donde se
esclaviza a chicos para la venta de drogas, donde las mafias se pasean orondas
con la evidente protección y connivencia policial? ¿Serán capaces de algo que
no sea presentar maquetas de supuestos futuros grandes emprendimientos que
nunca se realizan del todo (o nada)? ¿Seguirán fomentando la construcción de
edificios de lujos asiáticos a sabiendas que es el mejor sistema de lavado de
dinero mal habido? ¿Entenderán lo que significa como método de reproducción de
la violencia el estado de miseria y su correlato de hacinamiento que se
registra en las decenas de villas miseria que albergan a ¡la quinta parte de la
población! de la entronizada “Ciudad turística”? ¿Les importará algo de los
habitantes de esas villas, además de la obtención de sus votos mediante
promesas y actividades distractivas preelectorales?
Además del Gobierno Nacional,
¿tienen pensado mencionar algún otro responsable en su agenda mediática permanente,
basada en la visita a los medios de profundo rencor antipopular? ¿Alguna vez
asumirán actitudes de hombres y mujeres de verdad, haciéndose cargo de lo que
les toca? ¿Podemos pensar que son hombres y mujeres o sólo títeres de un poder
real al que no cuestionan jamás, al que rinden pleitesía permanente, al que
cuidan con fervor?
Los sectores políticos populares
que no son Gobierno: ¿Sabrán asumir las responsabilidades que les compete para
no solo decir lo malo que sucede sino establecer con claridad un programa
alternativo que convenza a los ciudadanos de que otra Provincia es posible, de
que otras políticas se pueden y se deben aplicar, de que la unidad es la base
primordial para hacer no sólo posible sino probable el cambio que dignifique a
los santafesinos? ¿Estarán convencidos los dirigentes de esas fuerzas de la
necesidad imprescindible de la unidad real de los sectores populares para dar
vuelta esta sucia realidad? ¿Estarán dispuestos a dejar de lado las
mezquindades y miserias que hasta ahora no han sabido o no han querido
abandonar? ¿Serán capaces de llamar a los más capaces y dejar de abonar el
crecimiento de algunos inútiles que no saben otra cosa que cuidar sus propios y
miserables intereses? ¿Habrán aprendido algo de tantos luchadores que dejaron
sus vidas por defender los intereses del Pueblo sin pedir jamás nada a cambio?
¿Valdrá la pena tantas preguntas?
¿Serán atendidas (y entendidas) por los involucrados? ¿No deberemos ser en
definitiva todos nosotros, los que ya lo entendimos, los que sufrimos desde
abajo los resultados de tanto abandono y tanta desaprensión, los que tenemos
las ganas y la capacidad de hacer el cambio, los que tomemos en nuestras manos
las decisiones?
*Arquitecto.
Miembro de la Asociación Desarrollo & Equidad
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