Bonfatti con Tognoli |
Como consecuencia de un golpe periodístico, quien fuera
jefe de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, cambió su uniforme de
funcionario jerárquico por el de preso en un calabozo de la base de la
Policía de Seguridad Aeroportuaria. No se le reprocha –por ahora– su
responsabilidad política en las violaciones a la ley que comete el
narcotráfico a nivel nacional, sino haber protegido al narcotraficante
del sur santafesino Carlos Ascaini cuando era investigado por comerciar
droga, a la que se refería gastronómicamente como "merluza a la
napolitana".
En consecuencia, las declaraciones del gobernador Antonio
Bonfatti acerca de que ni Nilda Garré ni Julio Alak le habían notificado
sobre lo que estaba al caer, recomiendan una obligatoria lectura de la
Constitución Nacional. La Policía de Seguridad Aeroportuaria actuó como
auxiliar de la justicia y a pedido de ésta, por lo que las reglas de la
publicidad de la evidencia colectada son las procesales y no las de las
charlas de café.
Tampoco los estrados judiciales están irritados porque Tognoli no haya
reflexionado lo suficiente sobre los estragos que causan las substancias
psicoactivas en la salud de los consumidores, sino por haber usado su
password personal e intransferible frente al Registro Nacional de la
Propiedad Automotor para hacer un enjuague destinado a alertar a Ascaini
sobre que los autos que lo seguían era de la PSA.
Cuando el experto en seguridad Marcelo Saín (el creador de la PSA),
denunció la complicidad de las cúpulas policiales santafesinas con las
organizaciones del narcotráfico, y el socialista Juan Carlos Zabalza le
contestó que estaba en marcha una reforma en la policía provincial, se
configuró un hecho por el que –a la luz de los acontecimientos– el
diputado socialista debería pedir perdón por el exabrupto.
Lo que en la jerga policial se denomina "cúpula" consiste en una serie de altos jefes que actúan coordinadamente bajo el concepto de subordinación. Dicho esto, haber designado como nuevo titular de la policía al subjefe Cristian Sola es un nuevo acto de amateurismo (por no decir de connivencia), hecha la salvedad de que se da en una arena donde se mata y se muere a diario. En lo que va del año 2012 se han producido 140 homicidios en la ciudad de Rosario, buena parte de ellos vinculados directa e indirectamente a la guerra territorial del narcotráfico. La infatigable creatividad uniformada de la provincia los atribuye a "ajustes de cuentas", "rivalidades deportivas", "problemas de polleras" o "diferencias entre vecinos", permaneciendo luego impávidos como si se tratara de una serie de excusas absolutorias.
En el inconsciente colectivo, se ha instalado eso que yo llamo la paradoja de la "responsabilidad inversa de las castas criminales". Cuando hablamos de distribuidores minoristas (soldaditos) son "asesinos sanguinarios", cuando llegamos al nivel de traficantes ya son "empresarios sospechosos", cuando escalamos a policías y jueces protectores son "meramente corruptos", y cuando irrumpimos en el nivel del poder político hablamos de "ineficaces". A mi criterio, las responsabilidades criminales son diametralmente inversas. Sin el paraguas de la mala política se reduce el espacio para la corrupción en la policía y la justicia, y cuando actúan funcionarios policiales y jueces probos el delito se remite inexorablemente. La investigación debe avanzar hasta el hueso y desbrozar pieza por pieza, dejando al descubierto toda esta trama delictual... le pegue a quien le pegue.
Dicen los griegos que los dioses ciegan a los que quieren perder. Cegado Bonfatti, sólo le resta perder. Parte que el socialismo, pareciera, pretende transferir a la sociedad santafesina toda.
Lo que en la jerga policial se denomina "cúpula" consiste en una serie de altos jefes que actúan coordinadamente bajo el concepto de subordinación. Dicho esto, haber designado como nuevo titular de la policía al subjefe Cristian Sola es un nuevo acto de amateurismo (por no decir de connivencia), hecha la salvedad de que se da en una arena donde se mata y se muere a diario. En lo que va del año 2012 se han producido 140 homicidios en la ciudad de Rosario, buena parte de ellos vinculados directa e indirectamente a la guerra territorial del narcotráfico. La infatigable creatividad uniformada de la provincia los atribuye a "ajustes de cuentas", "rivalidades deportivas", "problemas de polleras" o "diferencias entre vecinos", permaneciendo luego impávidos como si se tratara de una serie de excusas absolutorias.
En el inconsciente colectivo, se ha instalado eso que yo llamo la paradoja de la "responsabilidad inversa de las castas criminales". Cuando hablamos de distribuidores minoristas (soldaditos) son "asesinos sanguinarios", cuando llegamos al nivel de traficantes ya son "empresarios sospechosos", cuando escalamos a policías y jueces protectores son "meramente corruptos", y cuando irrumpimos en el nivel del poder político hablamos de "ineficaces". A mi criterio, las responsabilidades criminales son diametralmente inversas. Sin el paraguas de la mala política se reduce el espacio para la corrupción en la policía y la justicia, y cuando actúan funcionarios policiales y jueces probos el delito se remite inexorablemente. La investigación debe avanzar hasta el hueso y desbrozar pieza por pieza, dejando al descubierto toda esta trama delictual... le pegue a quien le pegue.
Dicen los griegos que los dioses ciegan a los que quieren perder. Cegado Bonfatti, sólo le resta perder. Parte que el socialismo, pareciera, pretende transferir a la sociedad santafesina toda.
*Publicado en Tiempo Argentino
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