La defensa de la industria nacional en un contexto de mejora en la
distribución del ingreso es uno de los problemas esenciales que este
gobierno buscó resolver desde 2003. En efecto, la mejora de los salarios
reales que significa la reapertura de los convenios colectivos de
trabajo y las distintas políticas sociales llevadas adelante tienen un
impacto económico más importante si es aprovechada por la oferta
nacional. Por eso el tipo de cambio alto fue una herramienta clave para
proteger la industria nacional frente a las importaciones.
Sin embargo, las distintas etapas de la crisis internacional
motivaron cambios en las herramientas de protección utilizadas. En 2008,
la especulación sobre los precios de las commodities generó una etapa
“alcista” de la crisis que tuvo su corolario a nivel nacional en el
llamado “conflicto con el campo” por el reparto de la renta
extraordinaria. La derrota parlamentaria sufrida por el Gobierno implicó
la imposibilidad política de cambiar la alícuota del impuesto a las
exportaciones, y en consecuencia la imposibilidad de subir el tipo de
cambio sin afectar los salarios de los trabajadores.
Cuando la crisis pasó a una etapa de caída en los mercados a fines
de 2008, la Argentina se quedó sin la herramienta más eficaz para
proteger su industria nacional: la devaluación compensada. La recesión
mundial generó una cadena de devaluaciones, entre otras en Brasil, a las
cuales el gobierno argentino respondió utilizando herramientas más
específicas. De esa manera se implementaron las licencias no automáticas
y se incrementaron los casos antidumping.
Esas medidas generaron represalias por parte de nuestros socios
afectados, como por ejemplo China, en abril 2010. En efecto, el
incremento de las investigaciones antidumping contra su país fue el
argumento utilizado por China para frenar las exportaciones argentinas
de aceite de soja, marcando de esa manera el fin de una política
comercial en la cual se llevó al límite la institucionalidad
prevaleciente en el marco de los acuerdos de la OMC. En cuanto a las
licencias no automáticas, al centrarse en un conjunto de productos puede
afectar un bien que no se produce en la Argentina y así provocar una
escasez injustificada. Este inconveniente amplifica la cuestión de la
desindustrialización vivida en nuestro país y la necesidad de políticas
que lo reviertan de manera de poder contar con más productos de origen
nacional.
El traslado del epicentro de la crisis internacional hacia Europa en
2012 y el regreso de la restricción de divisas vio la aparición de
nuevas herramientas de políticas comerciales: en primer lugar, el
aumento de los aranceles a nivel Mercosur, posibilitado por la
conjunción de cuatro gobiernos políticamente afines y preocupados por el
impacto de la crisis sobre la producción y el empleo. En segundo lugar,
el aumento de los aranceles a los bienes de capital que habían sido
llevados a cero por ciento por la última administración de Cavallo,
permite proteger un sector fundamental para el desarrollo del país. Este
sector de pymes es el que provee de maquinarias a los demás sectores
industriales, incorporando tecnología nacional en los procesos de
producción.
Por último, se implementaron las declaraciones juradas anticipadas
de importaciones, que funcionan en los hechos como unas licencias no
automáticas generalizadas al conjunto de los bienes. Esta medida, que no
se utilizaba en la Argentina desde los años ’80, en vez de centrarse en
un origen (como las medidas antidumping) o un producto (como las
licencias no automáticas), se centra en las empresas. Esa política por
empresa, asociada a la compensación de los intercambios, posibilita
cubrir las necesidades de divisas a nivel microeconómico y abrir nuevos
mercados. Si bien en un mercado internacional deprimido se dificultan
las exportaciones y en consecuencia también se dificultan las
importaciones, la recuperación de la economía internacional significaría
un mejor balance entre importaciones y exportaciones.
Como lo vemos, combinar una distribución progresiva del ingreso y la
defensa de la industria nacional en un contexto internacional variable
con la emergencia de nuevos países industrializados con salarios bajos,
es una tarea ardua que este gobierno lleva adelante con pragmatismo,
pero con objetivos muy claros.
* Investigador del Centro Cultural de la Cooperación.
Publicado en Página12
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