Gral. Enrique Mosconi |
El
ciclo de golpes de Estado del siglo XX comenzó el 6 de septiembre de
1930, cuando José Félix Uriburu derrocó a Hipólito Yrigoyen. Quedó en la
historia con un mote: “Golpe con olor a petróleo”. Y algo se habrá
olido en aquel momento el director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales,
el ingeniero y general Enrique Mosconi, porque sólo cuatro días después
presentó su renuncia.
Director del servicio de Aeronáutica del Ejército en 1922, un día se
irritó ante el reclamo de la West India Oil Co., filial de la Standard
Oil de New Jersey, de cobrar por anticipado la nafta para los aviones.
En su libro El petróleo argentino Mosconi mismo escribió el relato de la
entrevista: “Advierta, le dije entonces, que el Servicio Aeronáutico
del Ejército no debe un solo centavo a su compañía; que se trata de una
repartición militar solvente y dependiente del Ministerio de Guerra y
que, por lo tanto, no sólo me sorprenden sus manifestación y exigencia,
sino que las considero impertinentes y no las acepto”. Mosconi se guardó
lo que pensó y no dijo: “Allí, en el mismo escritorio, me propuse,
juramentándome conmigo mismo, cooperar por todos los medios legales a
romper los trusts. Designado director general de YPF el 19 de octubre de
1922, realicé tal propósito siete años después, para bien y progreso de
nuestra Patria y mayor ventaja de sus habitantes”.
Cuando Alvear lo designó al frente de YPF, Mosconi se propuso
estructurar una empresa fuerte y luego “tomar la dirección de nuestro
mercado de consumo, llevando los precios a un nivel conveniente y
equitativo para los intereses nacionales” para arrastrar a la baja “a
todas las firmas importadoras”.
En 1926, al hacer su propio balance, consignaba Mosconi que “se
opina comúnmente que el Estado es mal administrador”. Pero “el juicio es
exacto cuando el Gobierno no traza ni mantiene normas de buena
administración”. En 1922 la industria petrolera fiscal producía un
promedio diario de 942 metros cúbicos, contra 2.61 de 1926. Mosconi
envió técnicos a especializarse en los campos petrolíferos de los
Estados Unidos, México, Venezuela y Europa. Sus estudios sirvieron de
base para el Boletín de Informaciones Petroleras y para la creación de
cursos complementarios de cinco meses para formación en el área en la
Escuela Industrial de la Nación. El mismo espíritu animó en 1928 la
fundación del Instituto de Petróleo en la Universidad de Buenos Aires
con aprobación del rector, Ricardo Rojas. Rojas quería formar “técnicos
argentinos aptos que nos libren de la declamación, más o menos
patriótica”.
Mosconi quería una ley para nacionalizar los yacimientos, que veía
difícil con la composición del Congreso en 1928. Esa herramienta sería
“una valla infranqueable a los avances de empresas que, como la Standard
Oil Co. en el norte, inicia y consolida sus conocidos sistemas de
penetración y amenaza perturbar nuestro futuro económico y, por
consecuencia, nuestra situación política”. El Senado no quiso aprobar la
iniciativa de Hipólito Yrigoyen, presidente en su segundo mandato entre
1928 y 1930, y el golpe de Uriburu terminó de abortar la iniciativa.
Una selección del pensamiento de Mosconi, muerto el 4 de junio de
1940, es posible tomando cuatro libros: La batalla del petróleo
(Ediciones Problemas Nacionales, Buenos Aires, 1957, con prólogo de
Gregorio Selser) y los tres tomos de la recopilación de trabajos del
general e ingeniero realizada por Raúl Larra y Gregorio Weinberg en 1965
para la Agencia General de Publicaciones: El petróleo argentino, YPF
contra al Standard Oil y La nacionalización del petróleo.
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Control. “El petróleo tiene una importancia
fundamental e irreemplazable y el crecimiento y progreso de la Nación
será tanto más grande cuanto más firme mantenga ésta en sus manos el
control de sus yacimientos petrolíferos, es decir, cuanto más sometidos a
su fiscalización efectiva estén los grandes sindicatos o trusts que
explotan en el país el combustible líquido, pues si esa fiscalización
fuera difícil o imposible de efectuar, más conveniente sería para la
tranquilidad económica y política del país renunciar a la cooperación
del capital extranjero. Los grandes trusts son organizaciones
insaciables, difíciles de dominar una vez que han tomado posesión de las
tierras y se les han acordado facultades o derechos. Tanto el grupo
europeo (el anglo-holandés Royal Dutch) como la Standard Oil, el
poderoso norteamericano de funesta tradición ante la Justicia de su
país, son indeseables para toda nación que quiera fecundar en paz su
trabajo creador. Por lo general intentan perturbar y ejercer influencias
sobre la labor legislativa o resisten y violan la aplicación de las
leyes y reglamentos que tiene a su cargo el poder administrador.”
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Estrategias. “La adquisición de yacimientos y los
derechos a explotarlos y utilizarlos es motivo de acuerdos y de alianzas
políticas. La Nación publicó el siguiente telegrama, del que se deducen
sugerentes advertencias: ‘Williamstown, agosto 4 de 1926. En la reunión
celebrada hoy por el Instituto de Ciencias Políticas, el petróleo fue
designado como la encarnación moderna del antiguo dios de la guerra,
Marte. Cinco oradores –tres norteamericanos, un francés y un italiano–
estuvieron de acuerdo en afirmar que el petróleo es, hoy por hoy, el
factor más poderoso de la paz o de la guerra’. La misma Standard Oil ha
pedido la intervención del Gobierno de los Estados Unidos a fin de que
se prestara apoyo a los ciudadanos de este país para que soliciten y
obtengan en el mundo concesiones petrolíferas. El presidente Wilson
prestó su apoyo a este propósito, a pesar de ser contrario a los trusts,
y el presidente Harding le acordó su poderosa influencia.”
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Constitución. “Lo que en primer término ha
establecido la Constitución es que sus prescripciones tienen por objeto
asegurar el bienestar de los habitantes de la Nación. Pues bien: para
ello será indispensable que el Estado, con unidad de criterio y de
principios, pueda vigilar la explotación de esta fuente inapreciable de
riqueza pública, caracterizada como una de las fuerzas vitales de toda
soberanía y metodizar asimismo su técnica, regularizar su utilización,
ejercer contralor en el mercado y evitar la organización de entidades
poderosas que puedan causar al país perturbaciones económicas y
políticas.”
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Planes. “En la vida, una de las cosas más fáciles
es tener ideas y proyectos y, hasta puedo decir, muy buenas ideas y
proyectos; basta para ello un cerebro discreto y un poco de imaginación;
pero lo endiabladamente difícil es tomar la más pequeña idea o
proyecto, organizarlo, ponerlo en pie y hacerlo marchar. Y cuando se
trata de asuntos dirigidos por el gobierno, y que por lo tanto son
blanco de toda clase de críticas, justas o injustas, imparciales o
apasionadas, se requiere una total convergencia de fuerzas y propósitos
para llevarlos a cabo.” (Discurso en la destilería de YPF en La Plata.)
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Independencia. “La Academia de Ciencias y Artes de
Río de Janeiro prevé, sin duda, lo que considero cierto: que la América
latina, para cumplir la trayectoria de su destino, deberá realizar
durante el siglo XXI la independencia económica de sus pueblos.”
(Discurso en Río de Janeiro, 1938.)
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Conservar. “La falta de criterio conservativo en la
explotación de nuestros yacimientos, por parte de las empresas
privadas, trajo indudablemente un aumento de la producción, que
aparentemente benefició al país al reducir el monto de la importación,
pero que no lo benefició en cuanto que el oro de las ganancias obtenidas
por las empresas emigró del país, yendo a reforzar las áreas de los
grandes consorcios internacionales. (...) Por ello considero que una
política de conservación de nuestro petróleo sólo puede realizarse con
éxito sobre la base de la nacionalización de los yacimientos del país,
política que alejaría para siempre el peligro de dependencias extrañas,
asegurando para nuestras instituciones fundamentales de la defensa
nacional y de la vida económica de nuestra patria, el petróleo,
combustible irreemplazable hasta ahora.”
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Continente. “Ayer la Argentina, con su YPF, y
México; hoy el Uruguay; mañana Brasil, Chile, Perú, Colombia y Venezuela
levantarán iguales o similares organizaciones sobre las cuales
descansará majestuosa la gran cúpula de la independencia integral de
Latinoamérica, a cuya sombra y albergue vivirán sus pueblos en amplio
bienestar, elaborando afanosos en solidaria fraternidad en pro de las
ciencias y de las artes.” (Discurso en la Ancap, la empresa pública
petrolera uruguaya.)
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Lucha. “La lucha por el acaparamiento de las
fuentes de combustible líquido es tanto más violenta cuanto mayor
riqueza evidencian. Los grandes trusts, particularmente la Standard Oil,
de reputación funesta en su mismo país, ponen en práctica en todas
partes los mismos procedimientos para el acaparamiento y dominio de los
yacimientos de petróleo. El oro de que disponen y la falta de principios
morales que los caracteriza estimulan las ambiciones malsanas, provocan
la infidelidad y la traición –producida por el soborno– de los
funcionarios de todo orden y categoría: empleados subalternos de las
reparticiones públicas que favorecen las gestiones administrativas de
las compañías; abogados, a veces prestigiosos del país en que operan,
que las defienden, aun cuando contrarían los intereses de la Nación;
ministros plenipotenciarios en Washington que se transforman en gerentes
oficiales de la Standard Oil; políticos destacados que ambicionan altas
posiciones públicas convertidos en procuradores de las poderosas
organizaciones; magistrados que han juzgado en pleitos de la compañía se
hacen sus defensores y perciben gruesos emolumentos; legisladores que
se complotan para favorecer a las compañías petrolíferas; gobernantes
que, súbitamente, de enemigos acérrimos pasan a ser decididos
defensores; ministros de Estado que traicionan a su patria no cumpliendo
con su deber y atentando contra el interés colectivo, son los inmorales
y frecuentes episodios que incesantemente llegan a conocimiento público
en México, Estados Unidos de Norte América, Colombia, Argentina,
etcétera, en la desesperada lucha que se libra en torno del
extraordinario mineral.”
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Mercado. “Las organizaciones acaparadoras del
combustible líquido regulan y fijan los precios sin considerar los
factores económicos locales. América del Sur pagará así las pérdidas
sufridas en Oriente o viceversa. Si se incendian instalaciones o
evaporan productos que importan millones de dólares, se elevará el
precio de venta en la cantidad y tiempo necesarios en el mercado que
pueda soportarlo. Los precios se fijan para llegar al máximum de
ganancia que puedan proporcionar los plazos de consumo y no para
alcanzar beneficios equitativos y proporcionales al capital invertido.”
*Publicado en Página12
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