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lunes, 9 de abril de 2012

UNA MEJOR VERSIÓN PARA EL VIEJO CUENTO


Por Gustavo Daniel Barrios*

               La voz del narrador que hacía el doblaje al español de la documental canadiense, me impresionó tanto que estuve días meditando qué  me traía esa octava a los recovecos de mi memoria. Ese doblaje al español reproducía la conducción que hacía en francés el locutor canadiense. Finalmente, supe  que esa voz sonaba tan notablemente en mí, porque se asemejaba mucho a la voz de un hombre que tenía gran amistad conmigo hace muchos años: El señor Galfrascoli.
               Él atendía un negocio en la zona sur. Al conversar con él, me enfocaba en los tonos y semitonos empleados en forma única por Galfrascoli para sus sentencias. Conclusivas oraciones de un parto que al final arroja luz en los debates. Era la suya una dicción guiada por una visión demoledoramente optimista de las cosas. Y lo hacía desde un atrio enunciativo bien preciso cuando se aproximaban los temas a los asuntos políticos: el peronismo.
               El señor Galfrascoli era y es un histórico impoluto dentro de la ideología peronista. Conocía y conoce bien él los lindes, y en consecuencia lo que está dentro y lo que está fuera; lo que es posible admitir y lo que es imposible, en materia de política desde su concepción doctrinaria.
               Hace poco volví a tomar contacto con él luego de una década, aunque lo hice por unos minutos nomás. Y noté la gran dificultad que él tiene para religarse con el kirchnerismo, si bien asimismo me fue muy notorio su deseo de lograr asimilarse con ello.
               Galfrascoli se mostraba hace muchos años como un titán, a la hora de persuadir y clamar justicia, para restituirle al partido peronista un retorno íntegro, por lo que él juzgaba como una proscripción de su doctrina que se seguía dando en los años finales del siglo 20, y se pronunciaba sin ambages pues, para pedir cárcel y condena institucional a todos los que habían lastimado a sus pares afectados en las luchas políticas, pero no podía consentir la idea de involucrarse con líneas renovadoras como las que por entonces se perfilaban para ensayar un justicialismo con ropajes multicolores fuera completamente del escudo. Por su estructura mental simplemente y también por su formación. De todos modos hago yo claramente la salvedad de que este Gobierno de Cristina es concretamente peronista y no una fase superior.
               Así como Galfrascoli, el speaker en español difundía la confianza del que conoce en su mente los mojones que lo devolverán a su hotel sin demoras, si se anda en medio de un enjambre u hormiguero humano de un mediodía en Bombay y se está a kilómetros. El temple del que jamás derrochará una situación de aparente indefensión en todo juego de inteligencia.
               Es justamente el fugaz recuerdo de otra documental, en este caso española, lo que me muestra un problema ya básicamente trascendido. Me niego a declarar su título, un poco por pudor, pero además está la pena de que un viejo muy querido, intelectual argentino, aceptó participar en esa documental y fue ahí usado como trapo sucio, para los fines de una productora de tv peninsular que manchó horriblemente la memoria de la epopeya del 45, al tratar un infame mito de la post guerra. Y aquí es donde yo veo con esperanza que el señor Galfrascoli consiga una clarividencia suficiente sobre el kirchnerismo, ya que él es absolutamente incapaz, por sus sólidos cimientos o pureza, de consentir a una impronunciable teoría que afecte al peronismo fundacional, o lo saque del foco con este.

               En aquel tiempo, al resultar imposible detener el volcán nacional-popular, las fuerzas liberales integradas del variopinto espectro, intentan humillar al gobierno del general Perón con motes de antisemitismo. Cuando fue todo lo contrario.
               En el origen del gobierno de Juan Domingo Perón, aparece Ángel Perelman, quien había fundado la UOM, e historió  el 17 de Octubre de 1945 desde su pluma judía. Luego estuvo Abraham Krislavin, del gremio del comercio, quien asume como subsecretario en el Ministerio del Interior. Se suma también el gremialista judío David Diskin al movimiento sindical peronista. Incluso el presidente Perón hace repatriar a Isaac Libenson, quien fuera expatriado por el general Justo a raíz de la actividad sindical de aquel.  Perón entonces trae a este judío marxista para organizar los sindicatos de trabajadores rurales. Se convierte este así a la nueva ideología. El movimiento recibe también la temprana bendición de Simón Radowitzky, un anarquista argentino que apoya a la CGT cuando una delegación de esta es rechazada en México de participar en un congreso, por la influencia de un fuerte lobby internacional.
               Cierto es también que en ese tiempo prendió fuerte el rechazo al gobierno de Perón, por parte de un sector importante del judaísmo, en base a idéntica presión de lobbys internos y externos que fueron terribles. Baste recordar lo que hicieron con el llamado libro azul, el cual tuvo que ser respondido con el llamado libro azul y blanco.
               Para continuar puede agregarse que el suplemento literario de La Prensa, que ahora manejaba la CGT, le fue designado al judío Israel Zeitlin, quien venía del grupo Boedo y no fue otro que César Tiempo. Este hombre los sumó a Enrique Dickman, a Hugo Koremblit, a León Benarós, a Rafael Cansinos Assens, a José Isacson, y a Lázaro Liacho.
               El presidente Perón mientras tanto, sumó al rabino Amram Blum, como asesor en asuntos religiosos. Y aparece José Ber Gelbard, polaco de nacimiento que había llegado de niño al país, como de niño había llegado también Radowitzky. El empresario Gelbard se enrola en el peronismo en los primeros 50, y en el año 1973 como es bien sabido, se lo nombra Ministro de Economía, cargo que mantuvo hasta octubre del 74. Este hombre, al igual que Amram Blum después del 55, muere bastante pronto en el exilio.
               En el año 1951, la por entonces dirigente Golda Meir, sostuvo un encuentro con Eva Perón en casa rosada. Fue esta visita en recompensa por un apoyo alimentario y medicinal que le había brindado a Israel la fundación de Evita. Además, la excelente relación bilateral mantenida por el gobierno de Perón con el jefe de Estado Chaim Weizmann, produjeron entre otras cosas, que un parque de Israel pasara a llamarse general Juan Perón. Y además, una especie de obelisco en Tel Aviv, en el año 53, es erigido para recordar la obra de Perón y Eva Duarte.
               El 20 de Octubre del año 1948, Perón y Evita habían inaugurado el local de la Organización Israelita Argentina-agrupación peronista. Este casi fue un acto nacional, y allí habló el titular de la OIA Sujer Matrajt, y habló también Eva Duarte destacando ella frases contra el separatismo de la oligarquía en materia de clases sociales y religiones, y proclamó que todos somos iguales.
               La OIA se supo ubicar como el garante libertario perfecto para el beneficio de la comunidad judía argentina que aceptara esta institución como su defensora y portavoz. Se destacó en ella entre otros el periodista deportivo Luis Elías Sojit.
               La Organización Israelita Argentina fue, claro está, el tradicionalismo judío de filiación netamente peronista.
               Juan Domingo Perón pronunció un discurso en el cuarto aniversario de la OIA, el cual fue tan especialmente palmario de lo integrador y pacificador de su proyecto de gobierno, en base a los temas tangenciales al judaísmo, que luego de eso la relación antes tensa con las instituciones hebreas de derecha se normalizaron. Tanto fue así, que en 1954 la DAIA editó un libro: “El pensamiento del presidente Perón sobre el pueblo judío.” La OIA lo reeditó al parecer en 1973.
               Hubieron muchas alternativas, incluso extensivas al justicialismo todo, sin la participación de Perón ya muerto. Por caso, en el año 84 los diputados peronistas Unamuno y Pedrini presentaron un proyecto que preveía la conformación de una comisión bicameral investigadora sobre actividad antisemita en el país. Era sobre temas concretos que se conocían por entonces y los que hubieran aparecido.

               Muchos pretendieron fallar, que el peronismo era una cosa diferente a su esencia, porque el ilimitado altruismo que concibió, les resultaba gordo evidentemente.
               Yo recuerdo una anécdota, que le ocurrió al abuelo sirio de un amigo personal, bahiense de nacimiento, rosarino por adopción. Su abuelo había llegado a un puerto italiano en calidad de inmigrante, procedente de Siria, creo que aun en el siglo 19. Como suele ocurrir en cualquier parte, aunque no tan graciosamente, la oficina de documentación le produce al abuelo de mi amigo una distorsión antológica, ya que al empleado italiano le resultó tan difícil entender e italianizar luego en el papel el apellido sirio, que en el acto decide imponerle un apellido gringo. Lo hace en efecto, y elige uno por su  reminiscencia sonora con el real. Quedó en los papeles pues, gringa esa familia hasta el día de hoy.
               Ahora bien. Es claro que supone un idiotismo el pensar que por lo ocurrido en aquella oficina le cambió la sangre a ese inmigrante sirio. Y en el caso que nos ocupa es lo mismo. La sangre del movimiento fundado por el líder de Lobos nunca cambiará. Es una, y es la que sabemos. Y es útil todo esto, para liberarse un poco de ataduras y respirar un mejor aire.

*Escritor
  Miembro del CEP

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