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martes, 24 de abril de 2012

LA SEMANA INTERNACIONAL - 15 AL 21 DE ABRIL DE 2012

Por Walter Paz*

El Rey Juan Carlos anduvo cazando elefantes por Botswana, y terminó cazado por la prensa. La noticia en sí es un poco zonza, propia de una persona que tiene guita y punto,  podría encararse por el costado ecologista y decir que anda matando animales  a los que hay que proteger en pleno siglo XXI, pero el auténtico problema es que la cacería a la que es afecto el Rey, o mejor dicho, esta actividad de lujo se realiza al tiempo que al conjunto del pueblo español se le imponen medidas de ajuste, una tras otra.
Al tiempo que España llegó al 25% de desocupación, al tiempo que la educación universitaria por tomar un ejemplo -ajuste mediante- incrementa su costo un 60% a partir de este mes de abril. Entonces, este viaje de placer real resulta obsceno, y vuelve a ponerse solito, sin que nadie lo haya pedido, en el centro del debate, la continuidad de la monarquía en España y la injusticia social imperante.

Un pequeñísimo paréntesis para ese personaje llamado Mario Vargas Llosa, que es peruano pero también español, que supo candidatearse a la presidencia del Perú. Vargas Llosa dijo sobre este episodio del Rey, pidió que las actividades de la Casa Real, sus actividades privadas, se realicen con discreción.

Este safari fue organizado por una empresa llamada Rassafari que se dedica a organizar estas cacerías de las que participan mega millonarios y gente de sangre real. Supuestamente el Rey fue invitado junto a una serie de empresarios, cuyos nombres no trascendieron, por un magnate  de la familia real saudita de origen sirio y que está relacionado con el mega-contrato aprobado hace muy poco en el que una decena de empresas españolas van a participar de la construcción de un tren de alta velocidad que unirá las ciudades sauditas de La Meca y Medina. El costo de un safari a cazar elefantes ronda los 30.000 euros como mínimo. Y la página en Internet de la empresa Rassafari ha dejado de funcionar.

Pero hay un dato más, y que sí nos involucra a nosotros, los argentinos. Quizás algunos oyentes recordarán al General Albano Arguindeguy y su amigo José Alfredo Martínez de Hoz, personajes nefastos de la dictadura cívico-militar, cuando cazaban juntos en África. En esos viajes de placer también estaba presente la misma ONG que se menciona ahora en la accidentada cacería del Rey en Botswana, la WWF, la World Wildlife Found, aquí la conocimos como Fundación para la Vida Silvestre y que usa en su logo un osito panda. El Rey es presidente honorario de la filial española de la ONG.

Esta ONG cuenta con unos 5 millones de miembros y una red mundial de 27 organizaciones nacionales, 5 asociadas y 22 oficinas de programas, que trabajan en más de 100 países. La sede internacional está ubicada en Suiza y la dirección para América Latina en EUA. La organización promueve el movimiento ambientalista internacional, rol que continúa en pleno crecimiento y desarrollo.

Entre sus socios destacan Organizaciones de las Naciones Unidas, la Unión Mundial para la Naturaleza, Traffic, la Comisión Europea y entidades de financiamiento como USAID, el Banco Mundial, con el cual WWF ha formado una alianza para favorecer los bosques del planeta. Y es aquí donde recordamos las palabras del Presidente de la hermana Bolivia que trascendieron a mediados de marzo pasado, dijo: “el ambientalismo es el nuevo colonialismo”. Es decir, poderosas organizaciones de alcance internacional con socios de muchísimo nivel adquisitivo se escudan tras la supuesta lucha para defender paisajes, flora y fauna, con el real objetivo de arrebatar a los estados nacionales el control de parte de sus geografías, ¡oh casualidad!, donde existen riquezas inmensurables, ya sea, petróleo, gas, agua o minerales estratégicos.

Y para no ser menos también vamos a decir algo sobre el tema YPF. Los estados integrantes de la UNASUR expresaron, todos, su beneplácito por la medida anunciada por nuestra Presidenta Cristina. La excepción fue Colombia que por estos días recibió a Mariano Rajoy, Jefe del Gobierno español, en una gira prevista por parte de Latinoamérica. El Presidente Santos, dijo: “…aquí no expropiamos”. Lo cual no es extraño siendo que Colombia está hasta las manos, con el ALCA y el Plan Colombia metidos en su vida hasta el tuétano.

En cuanto a Chile, al principio varios ministros expresaron su preocupación, pero al final, todos lo supeditaron a lo que se declarara desde la Cancillería. Alfredo Moreno dijo, al igual que el embajador chileno en Buenos Aires, que los intereses chilenos están asegurados, por lo que podría decirse que no pasó nada. Por estos días, desde Madrid se ha tratado de buscar el apoyo de Washington, pero desde el Departamento de Estado les dijeron que están atentos a evaluar cualquier propuesta española. En concreto: nada.

*Columnista del programa Sudestada 
  emitido por Radio Nacional Rosario, AM1300, Sábados de 7 a 9.30 horas.

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