Por Gustavo Daniel Barrios*
Hemos venido dando
batallas. Aflicciones desde el amanecer, aflicciones desde más tarde. Jornadas
con exiguo margen para reconectarse y aprovechar los rayos de sol, o el interés
muy fuerte por un estreno de cine. Porque en esos días, como por ejemplo en las
semanas de debates capitales, era cuando nos fue preciso dar cuenta, de que es
verdaderamente importante el contar con agua limpia en cada hogar. Batallas.
Y no éramos quienes contaban con la seguridad de los que nunca perdían, en tanto nada de lo que es fama sobre Argentina, saltos cualitativos en preferencia, de hoy, defendieron o construyeron los enconados de siempre. Nada pierde el que no se muestra con agradecimiento al sumarse las conquistas comunales con pies en un futuro muy grande. El regocijo de poseer lo que había costado cien mil lingotes, no siempre en términos dinerarios.
Nunca a ellos les
resultó respetable, pues en verdad, se pierda o se diluya el bien inestimable,
nunca lo sufrirían. Hablo de las lágrimas de posarse frente a su heredad el
hijo de la tierra.
Y declaró el
representante antropomórfico de la perdición: Yo demando, demando,
demando....., demando lo incumplible, o lo imposible, o el plan de las tres
décadas en solo un año. ¡Ahora, ya! Y dice en privado: Yo quisiera que nunca se
plasme el acontecimiento feliz en las naciones; más bien lo contrario.
Se encamina este cuento a describir técnicas históricas
para estropear ciclos, proyectos, países. Arrasaron con estas. ¡Cuánto
colaborador inconciente! ¡Cuánto condescendiente sin coraje cívico ni
convicciones valiosas! Porque se ha vivido con diagnósticos reservados, pues la
sociedad que contuvo al vecino incalificable no lo quiso regurgitar. Si el
propio marco acotado de la sociedad que los contuvo, dilató o se negó a
expulsar, por dignidad y vergüenza apenas eso, al que echó a perder lo que
alguna vez habíase tenido de estoicismo, se vivió muy mal.
La blasfemia usada en
tolvas miles y miles de veces por los diferentes detractores del modelo. Se ha
blasfemado aquí. Ciertamente la blasfemia es producto de una situación de
ingreso a la mayor precariedad de la vida política; la pauperización de todo el
sistema.
El asunto es denso.
Grafiquemos: Una casa grande abandonada, donde se alojó un grupo digno de
compasión, de unas quince personas. Golpeadores, drogas pesadas, hacinamiento,
muertes, todo durante años. El infierno. Con precisión puede decirse, eso es el
infierno. Ahora nos corremos de escenario. Presas de la superstición, el
fanatismo, o el orgullo herido de los que han sido aristocracia, o de los que
son izquierda caviar, u otras, quienes ingresaron a una realidad diferente,
donde palparon que han perdido los dominios de un mundo, e incluso se arguye
que ellos mismos son ruinas; no sin razón se arguye. Toda esa filmografía de la
vida cotidiana de los que ostentan inestabilidad psicológica al tener que
convivir con el modelo argentino oficial, si son dirigentes. El haber tomado
contacto con esa realidad, equivalió a un descenso de estos mismos grupos al
infierno. Lo observamos porque es allí, y sólo allí, cuando la blasfemia hace
su aparición. La mejor guía de análisis que puede tenerse sobre el ultra
conservadorismo opositor, de derecha e izquierda, es tomar nota de que hoy,
nadie medianamente lúcido o con piedad de sí, tiene entusiasmo por aproximarse
a grupos sociales, que viven en el
infierno en que estos han caído.
Pueden sonreír e ir
seguido a Punta del Este, pero aun con eso persisten en ese lugar. Y también
persisten allí los que nunca viajan. Saquemos la frase “viven mal”, es más
hondo el asunto. De allí es que procede la blasfemia en tolvas, en containers,
que exudaron ellos día a día.
Las operaciones que
ensayaron desnudan lo siniestro. El meollo consiste en que ellos saben, poseen
el perfecto conocimiento, de que todo lo que dicen, las atrocidades que han
venido diciendo, son mentiras. El impacto que solían dar, consiste en que ellos
tienen al enunciarlo, el perfecto conocimiento de que su declaración es una
total mendacidad, aun en la dramaticidad de su expresión, cuando parece real.
Esto ahora puede esclarecerlo, sobre todo pensando en el sujeto con humanidad, a proteger: Todas estas, son artes
transnacionales, que sirvieron para destruir países durante incontable tiempo.
Las atrocidades enunciadas contra un ciclo de poder basado en gobiernos de justicia, se han hecho desde
antiguo, en el conocimiento que tienen ellos mismos, de que todo lo expresado
es una mentira envenenada de horror.
A qué negarlo. Ahí dentro está el deseo de
suprimir la libertad y la expansión que aquella supone.
Consideremos esto: el
sector de izquierdas más radicalizado, optó por participar el último 24 de
Marzo, en otro acto muy pequeño, argumentando el rechazo a la manifestación de
treinta mil personas hacia el Monumento a la Bandera, haciendo hincapié –jamás desatender la
cuestión simbólica- en rebelarse recomendando el no ingreso al Memorial –que
siempre se hace en forma apoteótica por detrás en su parte alta donde se halla
la llama sempiterna-, agregando que se niegan a formar parte de la marcha
grande porque esto sería agruparse con un Gobierno que actúa según las
coordenadas del imperio, o de un “mendesismo del siglo 21”, o directamente el
videlismo, y este concepto con otras palabras fue su declaración formal.
En la Plaza del Congreso, en
Capital Federal el 24 y el 25 de Mayo de 2010, esta corriente actuó en soledad
para celebrar el bicentenario, claramente diferenciados de todos y enfáticos en
su radicalización, diciendo sus carteles que la celebración oficial del
bicentenario era la fiesta de la dominación, la dependencia y la ruina del
país.
Habiendo tantos de
nosotros gozado lo que fue de difícil explicación, en línea con esto del acontecimiento feliz, por la alineación
afortunada de factores que coadyuvaron a jornadas de tal perfección, que ha
muchos de nosotros entre amigos nos ha hecho coincidir, al interpretar la fiesta
del bicentenario, en la idea de una refundación espontánea del país.
Aquí la lógica sugiere
tal vez, que las marchas del 24 de Marzo, en un país ad hoc armonizado,
integrado y popular, así como también la celebración del bicentenario, con su
epicentro en el Obelisco de la avenida 9 de Julio, los halló separados del
todo, a ciertos grupos, y con un odio enfático hacia la elección de la
población mayoritaria en acudir, porque ellos rechazan esos hitos y epopeyas de
una Latinoamérica unida y en pié, siendo acaso esto lo que hubiesen querido
impedir. Me parece asimismo que el hecho de que estas cosas sagradas para la
vida nacional y democrática, cuando le concierne a la gente del común que antes
las desdeñaba, genera un sentido de derrota muy especial en ellos.
De cualquier forma esto
hoy es ya tan trillado, que debe resultar agotador para toda persona con ansias
de vivir en sintonía con lo bueno.
*Escritor
Miembro del CEP
cumpa te felicito por este blog. invito a quienes participan del mismo a visitar http://forjando125.blogspot.com.ar/
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