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miércoles, 21 de marzo de 2012

IMPORTAR MENOS, REMITIR MENOS EN BLANCO O EN NEGRO, VENDER MAS


Por Dr. Rubén Visconti*

El título pretende confirmar nuestra aseveración de que todas las dificultades que puedan presentarse destinadas a impedir el progresivo avance que en el campo económico y social iniciado en 2003 se han logrado, bajo el lema “PARTICIPACION DEL ESTADO EN LA ECONOMIA”, se centrarán, a nuestro entender en el comercio internacional, sintéticamente, si el resultado de las importaciones  versus las exportaciones producirá un saldo favorable a estas últimas, con la condición de que ese saldo no sea inferior a aproximadamente 10.000 millones de dólares o algo más.
Veamos el primer tema el de las importaciones que el gobierno ha comenzado a controlar apuntando a su reducción dentro de la lógica, las imprescindibles no, las prescindibles sí.
Las primeras, las que no se pueden ni se deben suprimir son las necesarias para el mantenimiento de nuestra producción industrial, agropecuarias y otras. Todas las actividades que aporten al crecimiento de nuestro PN deben recibir los insumos para seguir creciendo cada vez más.
Claro, cuando esos bienes o insumos importados pueden ser elaborados en nuestro país reemplazando las importaciones, se debe poner en marcha un plan que conduzca a la satisfacción de esos propósitos, mediante las inversiones, créditos bancarios, beneficios impositivos que las faciliten e impulsen.
Hacer un llamado nacional para que todos aquellos que deseen participar en estos proyectos se presenten ante las autoridades para convenir las posibilidades destinadas a la resolución positiva de estos planes, inversiones, beneficios y capacidades técnicas y otras condiciones complementarias.
Ese llamado podrá incorporar a  los interesados extranjeros, así como a las fábricas ya instaladas en el país que necesiten  esos insumos que hoy día importan.
Pero, diferente es el otro problema, el de las importaciones prescindibles ya que en este aspecto podemos coincidir algunos  y otros no.
Por ejemplo, sectores sociales de gran capacidad adquisitiva pueden reclamar el derecho a adquirir bienes importados ya que, como es una costumbre entre nosotros, lo nacional no tiene calidad.
Pero, otros sectores sociales altamente mayoritarios pueden prescindir de esas importaciones dado que sus ingresos no son suficientes y porque, además, como consecuencia de ese nivel adquisitivo nunca han incorporado esa necesidad de consumir lo importado.
En el primero de los dos sectores podemos citar a título de ejemplo a los adquirentes de autos importados, de camisas, corbatas y traje ingleses, de vajilla china, de zapatos italianos, de vestidos franceses, etc., etc., etc., de cigarrillos ídem, etc., etc., etc.
Claro que como el monto de esas importaciones aparecerían como de un valor total poco significativo, “sus víctimas” pondrían el grito en el cielo en forma similar a los que protestan que en el país no hay libertad de expresión en tanto escriben y gritan sin restricciones todos los juicios e insultos que se les ocurren.
Bueno, por si acaso, tomémoslo como un chiste; una chirigota, como decía mi profesor de física cada vez que se le interrogaba por algo incorrecto. No obstante lo cual alguna exageración hay, dado ya que los autos fabricados en el país son bastante modernos y eficientes. Además para aumentar las cantidades a no importar podríamos agregar los chocolates suizos y las motocicletas de alto porte.
Redondeando, de lo que estamos seguros es que en el monto de valores importados se esconde una cifra que podría llegar a ser más que interesante para prohibirlas sin sufrimiento para nadie ya que existen sustitutos nacionales para suplirlas.
Por ahora, nos reduciremos al tema global basados en la necesidad de reducir las importaciones para mejorar el superávit de la balanza externa ya que si no lo hacemos y continuamos respetando las decisiones tomadas por las petroleras de bajar su producción de  petróleo podríamos vernos en dificultades.
Lo que conlleva reiterar la expresión de que “vivir con lo nuestro” como lo escribiera un conocido economista compatriota es una exigencia que puede  transformarse en una necesidad insoslayable destinada a asegurar el superávit referido.
No vaya a ser que por respetar el deseo de algunos de importar sus calzoncillos desde  Londres o Nueva York comience a faltar guardapolvos gratuitos para los escolares argentinos, o peor, falte pan en sus mesas.
Otra cosa son las remesas de las utilidades empresarias, beneficios obtenidos del trabajo argentino destinado a que los dueños del capital en el extranjero tengan sus panzas llenas. 

*Doctor en Economía, Docente de la UNR
  Miembro del CEP

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