El
presidente ecuatoriano Rafael Correa otorgó el perdón y solicitó la
remisión de la condena impuesta en tribunales por el delito de injuria
al diario oligárquico El Universo, sus dueños y al editor de opinión.
Ello seguramente no podrá fin a los desmelenados ataques que le prodigan
los pulpos mediáticos pero su batalla por la verdad y la democracia
informativa deja un saldo político muy positivo en la conciencia de los
ecuatorianos y de los latinoamericanos en general.
Correa se querelló por infamia contra el citado rotativo de Guayaquil
-autor de innumerables calumnias contra su gobierno, especialmente
después del intento de golpe de Estado del 30 de septiembre de 2010-
debido a la publicación, a principio de 2011, de un artículo de su
editor de opinión en el cual lo acusaba de “criminal de lesa humanidad” y
de haber ordenado aquel día “fuego a discreción y sin previo aviso
contra un hospital lleno de civiles y gente inocente”.
Como se pudo apreciar en vivo y en directo por la tele fueron los
golpistas quienes lanzaron una lluvia de balas desde el centro de salud
contra los uniformados que iban al rescate del presidente, hecho
prisionero por aquellos. De modo que Correa ganó el juicio en dos
instancias y finalmente en la Corte Nacional de Justicia, que ratificó
la condena de tres años de prisión para los tres dueños del diario y el
articulista y el pago de una indemnización de 40 millones de dólares al
injuriado.
Contrariamente a las calumnias de la cofradía desinformativa, los
jueces ecuatorianos sí son independientes, integrantes del nuevo poder
judicial a donde se llega por concurso de méritos y no como
anteriormente por influencias o linaje.
Correa y sus partidarios consiguieron dos grandes victorias estratégicas frente al barraje de desinformación y calumnias de los monopolios mediáticos de América del norte y del sur y varios europeos. Una, demostrar fehacientemente ante el país que El Universo mintió en sus páginas antes y durante el juicio y evidenciar los subterfugios, amenazas y chicanas legales de sus abogados. Dos, desmontar el fariseísmo de quienes alegan defender la libertad de prensa y lo que realmente defienden es la libertad de sus empresas para hacer negocios y manipular a la opinión pública en lugar de brindar un servicio público como establece la nueva Constitución. Encima, la alta popularidad de Correa siguió subiendo durante el proceso hasta sobrepasar el 80 por ciento mientras decrecía la credibilidad de los grandes medios.
Correa y sus partidarios consiguieron dos grandes victorias estratégicas frente al barraje de desinformación y calumnias de los monopolios mediáticos de América del norte y del sur y varios europeos. Una, demostrar fehacientemente ante el país que El Universo mintió en sus páginas antes y durante el juicio y evidenciar los subterfugios, amenazas y chicanas legales de sus abogados. Dos, desmontar el fariseísmo de quienes alegan defender la libertad de prensa y lo que realmente defienden es la libertad de sus empresas para hacer negocios y manipular a la opinión pública en lugar de brindar un servicio público como establece la nueva Constitución. Encima, la alta popularidad de Correa siguió subiendo durante el proceso hasta sobrepasar el 80 por ciento mientras decrecía la credibilidad de los grandes medios.
El presidente siempre dijo que El Universo podía zanjar el asunto
simplemente con reconocer públicamente su falta a la ética periodística y
ofrecerle una disculpa y, que en caso de haber una indemnización la
donaría al proyecto ecológico Yasuní-ITT. Pero a los demandados y a sus
aliados del Departamento de Estado, la Sociedad Interamericana de
Prensa y los conglomerados mediáticos internacionales lo que les
interesaba era que continuara el pleito y el torrente de calumnias
contra el gobierno de la Revolución Ciudadana. Doblarle el brazo al
presidente y dejar claro que los “medios” son intocables.
Este gobierno ha disgustado mucho a esos poderes, pues como ninguno
otro en Ecuador, ha trabajado incansablemente por la igualdad, la
justicia social, la reivindicación de los derechos de los pueblos indios
y los pobres. Además, y ya esto es intolerable para la mafia mediática,
realizado esfuerzos por democratizar la comunicación, oponiéndose a que
los dueños del capital financiero lo sean también de medios. Así que ha
entregado más frecuencias de radio y televisión que ninguno anterior,
entre ellas 14 a radios comunitarias, de las que asignó 13 a
nacionalidades indígenas. Por si fuera poco, ha presentado al
Legislativo un proyecto de ley que reservaría gran parte del espacio
mediático para medios públicos y comunitarios, impidiendo a la vez los
monopolios.
*Publicado en Cubadebate
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