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jueves, 29 de diciembre de 2011

LA CALLE SAN LUIS


Símbolo de unidad judeo-árabe en Rosario
Por Gustavo Daniel Barrios*

          Si algo tenemos, desde el sosiego, es un deseo sostenido, creciente además, de que se consiga una salida pacífica en los territorios judeo-palestinos. Escenario testigo, del cual dependen tantos otros, en tantas partes.        
           Es presumible que adentro, muy escondido en el plexo de la imposibilidad actual y donde actúan políticos, hay, y es interpretado más bien por la intuición, grupos que han permanecido ocultos, durante años y años y que obran como “manos negras” para impedir la instancia superior que pueda resolver el conflicto. Empero tiene que ser posible resolverlo. Dicho esto por las condiciones intrínsecas, silenciosas; un manantial salutífero que desde siempre vive entre los descendientes de Abraham. Este fue patriarca de patriarcas, antecesor de Ismael y de Jacob, de árabes y judíos. A tono con esto se puede revisar el estadio que existió con Averroes y Maismónides gracias a su coetaneidad en el Gran Califato de Córdoba, en la vieja Iberia. Cada uno siendo cabeza de uno de los citados grupos semíticos. Estos patriarcas de un tiempo fueron maestros de cierto oficio semiextinguido hoy, que es la Ciencia de la Paz. No puede dudarse que en aquel Al Andaluz del siglo 12, bajo sendos patriarcas árabe y judío correspondientes a aquel tiempo se halló la fórmula. En todo caso confiaron en la promesa de los libros sagrados, espejismos o señales del alma humana que tiene vocación por vivir más que por poder y subyugar.
          Esa vocación de fraternidad que para otros es propia de los débiles, que en aquella Al Andaluz fue convertida en hecho cierto, llegó a ser destruida por el imperialismo. El nefasto estadio de una potencia es mutar en imperio, y en 1492 se barre con los semitas de España y simultáneamente en la isla pronto llamada La Española, la Haití y Dominicana de hoy, Colón hace pie para sin solución de continuidad abrir un ciclo de masacre que iría a constituirse en el mayor de todos los genocidios.
          Dentro del secreto, del reservorio, en las profundidades de la especie, se halla persistentemente la fórmula. De acuerdo a la experiencia del siglo 12 en el Califato de Córdoba, la existencia de rocas como fundamento de árabes y judíos –y los árabes son centro de una liga musulmana multiétnica-, son el orden que hace posible el pacto de concordia.
          Tal vez en cierto tiempo, con un poco de licencia optimista, hubiese sido necesario consagrar como patriarca de los musulmanes, al muy famoso Avicena. No conozco mucho de él, creo que ni siquiera fue religioso este iranio, aunque de familia religiosa, pero seguro poseyó él las condiciones de aquellos que ejercen la maestría en la Ciencia de la Paz. Por ende creo, que Avicena pudo haber sido el patriarca inmejorable, mejor que el ortodoxo, para el grupo que se origina entre los hijos de Ismael.
          Entre los judíos se habla mucho, pero muchísimo del gran rabino Isaac Luria. Vivió hace muchísimo tiempo, lo supongo oriundo de la zona del Lago de Genesaret o Mar de Galilea, tal vez próximo al Líbano.
          Por su puesto hubo otros, los que han sido o fueron capaces de ser patriarcas mundiales.

          A partir de 1492 los pueblos originarios hubiesen querido abrazar a los marinos que llegaban y llegaban, pero se los aplastó. Esta es la locura, porque existieron todas las posibilidades de una convivencia. Cuando las potencias hegemónicas optan por este camino, de automático deciden también sus desgracias; así como los vasallos deciden la desgracia de los vasallos.
          Con toda esta experiencia, se debe pretender y también exigir, hablando de hoy, que Tel Aviv o Jerusalén, donde esté hoy el Gobierno, sea más inteligente. Esta administración no parece tener ninguna inteligencia. El ciudadano medio, en cualquier parte, ante la postergación de los palestinos de Gaza, ante la tosudez vengativa de ahogarlos para impedirles ser, no se va a acordar si hubo o no hubo tres mil años de esclavitud en alternancia, o que en Rusia hubo guetos en la época de los zares, o que en Italia los hubo antes de la república italiana, que hubo más tarde uno grande en Varsovia; no van a pensar ni un minuto en eso, ya que Tel Aviv o Jerusalén, en contubernio con la OTAN, suprime el derecho a ser en un Estado-Nación. Ante esta deplorable acción lo único que comprenderán es qué feo es el despliegue político imperial. Justamente, cobra singular brillo aquí el fragmento de una estadista en Manhattan, de que le están dando un formidable argumento a los que buscan perpetuar el statu quo del terror y hacerlo extensivo.
          Esto en parte se relacionaría con el haber dejado a la mejor intelectualidad en sentido casto, lejos del ámbito de las decisiones. Si toda Democracia es perfectible, los corporativismos internos deben menguar, y los desapoderados de la Sociedad toda pero con visos de competencia y de méritos que son clamor popular, deben aproximarse al foro de las decisiones.

         
          Es aquí cuando llegamos a la calle San Luis, aquí en Rosario. La reflexión se presentó a partir de contemplar la encrucijada de las calles San Luis y Dorrego. Una señal de bronce sobre el asfalto celebra el modelo de fraternidad que desde principios del siglo 20, árabes y judíos hacen prevalecer en la ciudad. Pero en especial desde el imbricamiento social en el centro comercial San Luis.
          Se le atribuye al artista León Carpman el extraño caractér de bronce. Hay además una placa en la acera de la esquina sud-este explicando el significado. Se creó un signo neológico, que fusiona las letras bet (hebrea) y ba (árabe); estas letras designan en cada idioma a la palabra hogar. El mensaje en parábola pudiera ser un mismo hogar para árabes y judíos. O podemos también decir un mismo hogar para la descendencia de Ismael y de Jacob.
          Aquí se da en pequeño lo que antes hablaba del Califato de Córdoba. El paseo comercial San Luis dominado por árabes y judíos siempre, indiscutiblemente, fue un espacio de amistad y aun lo es. Otra vez la fórmula.
          Hay muchos nombres que se reúnen, algunos más recordados que otros. Alguien nombra por ahí mucho a los Estrella Juri. En los primeros setenta se afianza la firma Sosotex y sus camisas, que tiene fama hasta hoy, aunque la casa es otra, porque tuvo que volver a resurgir y no son exactamente los mismos. Sirva este fragmento de paso para homenajear al señor Sauan, el que sufriera un horrible deceso, y que recuerdan estos y todos los colectivos sociales.
          Es un hecho que ya hace quizá un par de décadas se produjo un importante desplazamiento de los jóvenes de la comunidad judía que han ido dejando las tiendas de sus padres, para ubicarse muy generalizadamente en las profesiones médicas o ciencias varias, quedando los árabes en amplio dominio del paseo comercial. Son hoy pocas las tiendas judías, aunque siguen intactos en lo relacional con sus primos, ya que siguen aquí y como los otros, viviendo en toda parte en la ciudad.
          En la naturaleza intrínseca del contexto mixto, al igual que en la vieja Iberia, están todas las chances de vencer la confrontación. Sólo falta que en Medio Oriente lo crean.

          Se produce un hecho extrañísimo en calle San Luis. El caso es que el comienzo de la seccional segunda, en la arteria que nos ocupa, da inicio el paseo comercial que dura hasta calle Moreno. Nace o muere, porque es a contramano, en la línea limítrofe de la seccional segunda, línea de la peatonal chica. Hay contento, mucha vitalidad en la zona semítica por excelencia, justamente lo que es la antítesis de la calle San Luis en la seccional primera. Usted se mete en la seccional primera por calle San Luis, o mejor, usted abandona el paseo comercial, y será puesto en conocimiento esté avisado o no, de una atmósfera densa y llamativamente afectada, desprovista del deseo de vivir que se traía de más allá de la peatonal que cruza. Ese transitar por calle San Luis te saca de la vitalidad. Parece a propósito che, pero pasás del triunfo a la derrota. Yo estoy buscando la moraleja y por eso cuento todo esto. Llegás al final de la calle, en el inicio de numeración, y aparece uno de los toboganes livianos de esta meseta que es Rosario. Está al final a la altura del 400. En su sentido esta calle cierra su presencia pasando por el Consulado de Uruguay. Es una casa de base gótica que posee un edificio acristalado desde su azotea. Justo enfrente hace aparición un paredón que es el Club Rosarino de Pelota, el cual adopta la forma de un hostal cuyano, apacible y totalmente escindido del contexto. Abajo se cruza Alem, dobla a la derecha en el sentido de esta, y ya en el mil de esta nueva calle, el aspecto de interés es que esta cuadra se mantiene involucrada hasta el tuétano con el sopor de San Luis en la parte baja. La moraleja debe estar en la cosa de la mixtura sincrética, que conviene practicar.

          En Medio Oriente ocurre, como ha solído ocurrir en Argentina, que la paz se destruye cuando se destruye el contrato básico de la verdad. La mentira es el fin de los contratos sociales.
          Recorriendo un poco la política interna, es bueno apuntalar el debate, empezando con decir que si algún sector  supone, que desde antiguo posee la potestad sobre la causa de los Derechos Humanos, debe uno responderle que se equivoca o miente. En tal caso tergiversa la realidad y malversa el derecho natural a la opinión que tienen todos en Democracia. Porque esa membresía es de todos y no es de nadie. Obvio que nunca será de Uriburu, ni de Alsogaray ni de Pando, pero en el arco libertario están todos, y a no olvidarse sin que desentone, que a partir del año 75 la mayoría de todos los compañeros muertos, militantes intelectuales extraordinarios seres, los puso el peronismo.
          Y contribuye por otra parte a extinguir la acción perversa del ataque que ha sufrido el Gobierno Nacional por parte de una izquierda brutal, recordar lo translúcido que quedó para la población en gran medida, el hecho de que en 2008 en las rutas, donde no estaban los amigos del PC, la otra izquierda extremada, se mezclaba y se casaba con la rediviva Liga Patriótica Argentina, con el clan Pando, y con todas las ramificaciones del duhaldismo, y allí se discutía ferozmente sobre la necesidad de que el Gobierno caiga. Así se discutía en apoyo de la Suciedad Rural y sus aliados neoconservadores y conservadores clásicos de la ruralidad, horadando y horadando, y en realidad pergeñando y detallando la avanzada que terminase con el Gobierno. Si esa izquierda es democrática y consagrada al pueblo, entonces el compañero Guillermo Moreno, por su puesto, es Ceferino Namuncurá. Hay que añadir esto a lo que hacían otros del “sector popular” que decían una y otra vez ser prescindentes, que ni lo uno ni lo otro, y eso hacían cuando se estuvo a punto de volver al año 55; es obvio que declararse prescindente fue estar a favor de los golpistas de manera eufemística, artística, cínica y solapada. Algo muy propio de los cobardes.
          A raíz de esta cuestión, yo me pregunto si será pertinente, que se cree una Comisión del Congreso, de una vez por todas, que investigue a fondo la infición primermundista, o mejor, que investigue la infición de Estados Unidos en el tejido de la extrema izquierda argentina. Investigarlo todo, porque en 2010, no les quedó ataque sistemático en el que no fueran protagonistas. Como lo fueron un poco en Ecuador y Bolivia por otra parte. Siempre estuvieron implicados, y creo que sólo una Comisión del Congreso podría hacernos progresar de este flagelo.
          Y también está el caso de lo que acostumbrase a llamar Centro-Izquierda. Y podría citarse aquí el trabajo sofisticado que hizo el Proyecto Sur. Recordar cuando con sutil destreza, le dieron quórum a la Coalición Cívica para discutir en el recinto el Presupuesto Prat Gay. El mismo, hubiese obligado de imponerse, a cesar con lo más importante de la masiva ejecución de obras de norte a sur del país, además de regresar al endeudamiento que se orientaría a nuevas situaciones de dependencia y tal vez de prolongarse, quien sabe.                                   Basta que una persona no sea tonta, para que pueda apreciar que el Proyecto Sur –que nunca gobernó un municipio de 5000 habitantes-, por el hecho de decir y asumirse como se asumió o se asume, revolucionario o auténticamente progresista, no deja de carecer de toda confianza. Que lo digan no les proveerá absolutamente ninguna acreditación. El Proyecto Sur, ha trabajado con rigor profesional por intentar restituir un Gobierno Tory en la Casa Rosada. La esencia oculta del Proyecto Sur, su sino, fue trabajar en lo fino y más sofisticado, para restituir un Gobierno Tory en la Rosada. De ese partido una importante dirigente sentía gozo indescriptible, por lo que ella supuso, iba a ser un final de helicóptero para la presidenta. Eran esos momentos del país, sólo casi siete años después de 2001, los que le dieron felicidad a ellos.
         
          A lo largo de estos años, contemplando el arte gubernativo de la presidenta Cristina, siendo testigo de la inclaudicable lucha de estas administraciones perfeccionadas por tantos funcionarios; digo si usted, aunque no haya sentido amor porque nadie está obligado a amar a nadie, usted la odió, como se odió a los que arrojaban al circo romano solos contra las fieras, como el Proyecto Sur la odió, entonces usted es un sujeto execrable.

          Cuando el conjunto de un mundo y de un tiempo, ha decidido el cambio, ya en los confines del reservorio de silencio, el cambio es imparable. Es el olor a primavera que empuja hacia allá, y avanza.

*Escritor
  Miembro del CEP

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