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sábado, 5 de noviembre de 2011

SEMBRANDO TEMPESTADES

Por Manuel E. Yepe*

Nada han contribuido al propósito de evitar el flagelo terrorista a nivel global acciones de Estados Unidos supuestamente dirigidas a este fin a raíz de los actos criminales del 11 de septiembre de 2001.  
Ni la promulgación de las leyes patrióticas que autorizaban ejecuciones extrajudiciales o detenciones arbitrarias de ciudadanos nacionales o extranjeros, ni las acciones encubiertas violatorias de leyes y fronteras, ni la discriminación y persecución de inmigrantes, ni el abandono del Derecho Internacional Humanitario, ni las sanciones unilaterales, ni los “listados” o certificaciones de países con turbios fines políticos, sirvieron absolutamente nada para evita el terrorismo.
En cambio, gana fuerza actualmente en Estados Unidos una forma nueva de promover el terrorismo. Luego que la oligarquía estadounidense, borracha de poder, inauguró la promoción de los secuestros de aviones como arma de su guerra mediática contra Cuba, no pasó mucho tiempo para que ese delito terrorista repercutiera en contra de la superpotencia. Solo con la colaboración oficial y sincera de Cuba pudo ponerse fin a esa peligrosa moda.
Recientemente, con similar embriaguez, expertos militares y de inteligencia estadounidenses sugirieron durante una audiencia convocada por varios legisladores del partido republicano en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos la conveniencia de llevar a cabo asesinatos selectivos de altos cargos de los Guardianes de la Revolución iraníes y ciberataques contra ese país.
“Irán ha demostrado con el presunto complot para intentar matar al embajador saudita en Washington que representa una amenaza incluso dentro de Estados Unidos, y no debe descartarse cualquier tipo de medida en su contra”, afirmaron por su parte los convocantes republicanos sin hacer notar que Teherán había desmentido con prontitud la acusación calificándola de maniobra absurda.
“¿Por qué no matarlos? Esta gente ha matado a cerca de un millar de los nuestros, ¿por qué no los asesinamos mediante operaciones encubiertas?”, declaró el general retirado Jack Keane, exjefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra ante el subcomité de Contraterrorismo e Inteligencia de la Cámara. “Tenemos que ponerles las manos en el cuello. Tienen que sentir esa clase de presión”.
“Ya basta. Está claro que esas sanciones no son suficientes”, dijo el jefe del subcomité de Contraterrorismo e Inteligencia, el
representante republicano por Texas Michael McCaul refiriéndose a las penalidades que impone Estados Unidos a Irán desde hace tres décadas.
“Este fue un complot real. Para mí esto cambia las reglas del juego. Ninguna opción debe quedar fuera de la mesa”, añadió el diputado republicano por Nueva York Peter King. ”No creo que vamos a intimidar a esa gente a menos que matemos a
alguno”, dijo por su parte Reuel Marc Gerecht, experto de la Fundación para la Defensa de las Democracias.
Corrientemente, se emplea el término “terrorismo” en casos de acciones llevadas a cabo por unidades secretas o irregulares que, dada su inferioridad militar para enfrentar a las instituciones armadas gubernamentales, operan fuera de los parámetros de las guerras.
Pero es obvio que es un lenguaje terrorista el que se está empleando por Estados Unidos, no solo contra Irán, sino a escala mundial, seguramente estimulado por los “exitosos” recientes asesinatos a mansalva del líder de la organización terrorista Al Qaeda, Osama Bin Laden, y del Jefe del Estado de la República de Masas (Jamahiriya) de Libia, Coronel Muammar Khadafi, dos de las figuras más intensamente demonizadas por los medios de prensa estadounidenses en los últimos años.
El pueblo estadounidense, que también ha sufrido los horrores del terrorismo y no es responsable de las atrocidades de su gobierno, puede resultar también perdedor en esta legitimación de las ejecuciones extrajudiciales que la superpotencia promueve al más alto y todos los niveles de los gobiernos sin respeto por las fronteras y las soberanías nacionales.

*Publicado en Cubadebate.cu

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