No resultó ser la “nueva política”, como pretendían sus dirigentes y enfervorizados militantes la noche en que se alzaron con la gobernación de la Ciudad de Buenos Aires. Ni siquiera es el reflejo de la “vieja derecha política” como sugieren sus detractores. Mauricio Macri, luego de tres años de una gestión de bajísima intensidad se convirtió en la “política vacía”.
Por eso, el líder del PRO no tiene discurso propio, por eso sigue al pie de la letra lo que su asesor Jaime Duran Barba le dicta y por eso repite como un “chirolita” lo que su ministro de Planificación Urbana, Daniel Chain, le susurra al oído. Macri, otrora émulo de Freddy Mercury devenido en imitador del Dúo Soplanacu (parodia del dúo Coplanacu del genial Diego Capusotto), no tiene discurso, no tiene palabra, y por lo tanto no tiene tampoco política.
Pero las actitudes grotescas serían simpáticas si no fueran tan costosas para la ciudad. Su gestión es inocua cuando no deficitaria. Con el tercer presupuesto del país ha conseguido el milagro de subir los índices de pobreza a contramano de todos los demás distritos, ha desinvertido en educación y salud, y ha construido una Policía Metropolitana que sirve para poco más que recaudar a través de las infracciones de tránsito o espiar a los ciudadanos.
Las calles poceadas, sospechosas licitaciones en las obras públicas, inacción de la ex vice jefa de gobierno Gabriela Michetti durante meses, internas políticas, escándalos como el de Abel Posse –cuasi defensor de la última dictadura militar– o el del Teatro Colón son el reflejo de que la nueva política que el tanto prometía no es otra cosa, en realidad, que la más absoluta falta de política.
*Politólogo y periodista
Publicado en ElArgentino.com
eso espero!!!! (respecto a tu comentario que acabo de ver en mi blog.......) pero incluso, en el peor de los casos, si el proyecto fracasara, en ninguno de los caminos abiertos hay retorno.
ResponderEliminar