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lunes, 11 de octubre de 2010

CARGILL Y BUNGE SON LA PUNTA DEL ICEBERG DE LA EVASIÓN FISCAL

Por Pablo Galand*

Un informe de la AFIP revela que si bien las ventas subieron en diferentes ramas de la producción, las empresas de estos sectores tributan cada vez menos. A partir de investigaciones llevadas adelante por la Administración federal de Ingresos Públicos (Afip) y la Justicia, se conoció esta semana la forma en que dos de las empresas que más facturan en la Argentina, la aceitera Bunge y la exportadora de granos Cargill, evadirían impuestos a las Ganancias a través de “triangulaciones nocivas”. Se trata de cifras astronómicas, ya que en el caso de la primera, la evasión ascendería a 1.200 millones de pesos y, en el caso de la segunda, a 200 millones.
La magnitud del caso Bunge llevó a la presidenta Cristina Fernández a señalar vía Twitter desde Alemania que se trata de “la mayor evasión tributaria en la Argentina”. Lo cierto es que la forma de actuar frente al fisco de estas dos grandes empresas constituiría la punta de un iceberg de una metodología que sería moneda corriente de parte de las corporaciones, y que genera un enorme daño al conjunto de la sociedad.

El titular de la Afip, Ricardo Echegaray, afirmó el miércoles pasado que, durante 2009, unas 500 empresas que facturan más de 100 millones de pesos anuales “pagaron cero pesos” de Impuesto a las Ganancias. Pero además, datos de las propia Afip muestran, por un lado, que en algunas actividades existe un enorme desfase entre los porcentajes de venta y el pago de impuestos y, por el otro, que pese a que el volumen de venta en comparación con el 2008 aumentó notablemente o se mantuvo estable, los montos impuestos pagados, en algunos casos, se redujeron a la mitad.

A partir de cruzar las declaraciones juradas presentadas por las empresas con otros datos de la economía general, la Afip realiza una serie de informes por actividad, vinculados a las ventas y los impuestos a las Ganancias, así como una comparación entre la rentabilidad del sector con la general de la economía. El cruce de esta información no sólo aporta datos interesantes acerca del comportamiento de algunas actividades, sino que, además, provee elementos que pueden servir para detectar casos flagrantes de evasión de parte de grupos económicos concentrados, con una altísima rentabilidad económica.

Se sabe, por ejemplo, de la marcada concentración que existe en actividades relacionadas con la exportación de materias primas como el aceite y los cereales, sectores en los que se desempeñan Bunge y Cargill, respectivamente. Los números son elocuentes en ese sentido. En el caso de las aceiteras, las grandes empresas representan el 58,3% de todo el sector y venden el 99,1% del total de las ventas. En el caso de las exportadoras de granos, el 47,4 de las empresas son grandes y venden el 97,2% del total que comercializa el sector.

También resulta sorprendente observa cuál es su costo laboral. En el caso de las primeras, representa el 2,9% del total de las ventas y en el de las segundas, el 2,3%. Se trata de índices sensiblemente inferiores a la media del resto de las actividades que ronda el 10%.

Números que no cierran.
Pero en lo que tiene que ver con el pago de impuestos, los datos resultan inquietantes. Las aceiteras en su conjunto vendieron a lo largo del último año fiscal 32.588 millones de pesos, lo que representa el 2,2% del total de las ventas de toda la economía. Sin embargo, en lo que tiene que ver con el impuesto a las Ganancias, pagaron 243 millones de pesos, que representa apenas el 0,6% del volumen total de lo recaudado. El comportamiento de las exportadoras de granos es muy parecido. Durante el último período fiscal, vendieron por 49.733 millones de pesos, es decir el 3,4% del total de ventas de la economía. Pero pagaron de impuestos 304 millones de pesos, o sea el 0,7%.

Esta falta de correspondencia entre el nivel de ventas y de pago de ganancias no es exclusivo de estos dos sectores. Otros informes realizados por la Afip demuestran un patrón de comportamiento común en actividades como la elaboración de aluminio y la automotriz. En la primera, las ventas del último año fiscal fueron de 3.274 millones de pesos, que representa un 1% del total de las ventas de la economía. Sin embargo, pagaron por impuestos a las Ganancias apenas el 0,01% del total de la economía. En el caso de las automotrices, sus ventas llegaron a 59.100 millones de pesos, que representan el 4,1% del total de las venas de la economía. Pero por Impuestos a las Ganancias sólo pagaron el 1,2% del total de la economía.

Otro dato que llama la atención es la diferencia que se observa en el pago de impuestos en el último período fiscal con respecto al anterior y su correspondencia con las ventas. El caso de las empresas de aluminio es el más elocuente. En 2008 vendieron por 3.162 millones de pesos y pagaron 146 millones de Ganancias. En 2009, vendieron 3.274 millones de pesos y sólo pagaron 4 millones de pesos. Las automotrices tuvieron una merma del 10,8% en sus ventas en 2009 con respecto al año anterior, pero la caída en el pago de Ganancias fue muchísimo mayor, pasaron de tributar 1.132 millones de pesos en 2008, a 528 millones en 2009, es decir un 53,3% menos.

Dos casos testigos.
Las informaciones reveladas esta semana en referencia a Bunge y Cargill permiten inferir algunos de los mecanismos a los que recurren las grandes empresas para evadir sus compromisos fiscales. En el caso de la aceitera, la Afip secuestró documentación luego de detectar que la compañía no pagó impuestos a las Ganancias durante los períodos 2007, 2008 y 2009, mientras que anteriormente tributaba un promedio de 350 millones de pesos. Desde el organismo se empezó a sospechar que Bunge recurría a una etapa intermedia entre el origen de los productos que exportaba y su destino final.

De acuerdo con los datos que la Afip aportó a la Justicia para que investigue el supuesto fraude fiscal, la exportadora utilizaría a su filial en Uruguay para llevar adelante una triangulación. Sucede que el 98 por ciento de las exportaciones de la aceitera se exportan a Uruguay. La sede de allí se ubica en la zona franca de Montevideo y por lo tanto no paga impuestos a las Ganancias. Se calcula que mediante esta metodología Bunge dejó de pagar 400 millones de pesos por año.

El caso de Cargill es muy similar, aunque en este caso la investigación judicial se encuentra más avanzada ya que el Juzgado Nacional en lo Penal Económico Nº4, a cargo de Alejandro Catania, dispuso el viernes el procesamiento del presidente del directorio de la firma, Héctor Orlando Marsili, y de su par en Uruguay, Javier Gustavo Fernández Rockboer. A ambos se los acusa de evasión agravada. y recibieron un embargo de 100 millones de pesos por las maniobras perpetradas durante los períodos 2000, 2001, 2002 y 2003.

La Afip fue el querellante y denunciante y, de acuerdo con un comunicado que difundió, “la causa se inició por una evasión superior a los 56 millones de pesos, a la cual se le fueron sumando los períodos sucesivos”. Según el organismo, “con este fallo, los responsables de la cerealera Bunge podrían correr con el mismo destino”, ya que “la causa presenta importantes similitudes con las maniobras de planificación fiscal nociva de triangulación con la investigación de la cerealera Cargill.

Desde el organismo que conduce Ricardo Echegaray sospechan que la evasión impositiva que realizan las grandes empresas a través de esta triangulación con Uruguay trepa a los 8.800 millones de dólares y que metodologías similares se aplicarían a través de otros paraísos fiscales como Suiza, Barbados y las Islas Caimanes.

*Publicado en Miradas al Sur

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