lunes, 16 de septiembre de 2019

LA MENTIRA ECONOMICISTA

Imagen de "Nuestras Voces"
Por Roberto Marra
No se puede. Esa será la respuesta absolutamente mayoritaria de los economistas o de quienes pretenden serlo. Esa es la convicción prevalente entre quienes (se supone) han estudiado esa ciencia social que, por imperio de los intereses de los poderosos dueños de casi todo, ha sido transformada en una simple sumatoria de técnicas duras, rígidas, destinadas solo al mantenimiento de las relaciones derivadas de esos dogmas que repiten sin solución de continuidad los supuestos duchos en tales temas.
No pareciera haber forma de hacerles cambiar de posturas frente a las realidades que crean con la aplicación de sus incoherentes teorias. No se mueven un milímetro de sus posiciones congeladas en el tiempo (y los intereses), aun cuando los resultados les explotan en sus caras. Son actores profesionales, intentando convencer con confusas definiciones y largas peroratas repletas de vocablos complejos y desconocidos para la mayoría de quienes les escuchan, una hábil manera de parecer inteligentes sin serlo.
Transitan siempre los mismos caminos, donde colocan las mismas piedras con las que pretenden obligarnos a tropezar cada vez que asumen las funciones que el Poder les otorga, para beneplácito de sus fortunas y escarnio de los sometidos a sus engaños. Asumen posturas altaneras, inflan de soberbia sus discursos y terminan asolando a la sociedad con tanta mentira elaborada con el único fin de justificar el mantenimiento de la injusticia programada por sus patrones.
Peor que sus oscuras teorias aplicadas sobre la sociedad, casi inerme ante las falsas explicaciones de esas realidades que solo existen en sus pequeños cerebros, es la repetición de sus tonteras por otros tontos con patente de inteligentes mediáticos, analizando lo que no entienden con supuestas solvencias provenientes de sus largas carreras comunicacionales, transformados en gurues de la ineptitud y el desfalco presentados, siempre, como la panacea que nos salvará del “populismo” derrochador.
Se aseguran la reproducción de sus cataduras de ineficientes e inmorales, a través de las universidades, donde se retransmiten las mismas ideas por profesores que no atinan a otra cosa que repetir las dogmáticas expresiones que aprendieron en los mismos y obsoletos libros que les formaron a ellos. Cada tanto, algún descomedido habrá de alborotar el “gallinero” del “credo” economicista universitario, trayendo un poco de luz sobre las cabezas de los estudiantes, intentando abrirles el camino a la renovación del conocimiento, acercándoles otras vías para el desarrollo de sus futuras actuaciones profesionales. Pero son los menos, los “retobados” del continuismo bobo de lo que no quiere cambiar quienes manejan, de verdad, la economía de la Nación.
Abajo, bien abajo, donde está la verdad cotidiana del sometido, donde la sobrevivencia no conoce de teorias ni cuadros sinópticos, donde las “variables” son el hambre y los “resultados financieros” los pedazos de comida putrefacta que rescatan de los contenedores de basura, allí está la verdadera economía, esa que no conocen los ridículos personajes de saco y corbata que transitan ministerios y bancos centrales. Por ahí es que salen a la luz de la sociedad los resultados de tanta inmundicia verbal en boca de tanto ignorante con pretensiones de sabio.
Y será desde allí abajo, desde las entrañas mismas de una sociedad mil veces embaucada por esa sucia mentira derramada desde las bocas de los que nada saben de pobreza y miseria, de quienes nunca conocieron el hambre y la postergación eterna de los sueños, de donde deberá arrancar la nueva economía, de donde surgirán los nuevos exponentes del conocimiento de la economía real, que sabrán resumir en pocas y contundentes palabras, transformando los simples deseos populares en las únicas “variables” que habrán de componer la única “teoria” que importa: la de la justicia social.

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