jueves, 11 de julio de 2019

EL FRÍO DE SUS ALMAS

Imagen de "Noticias Políticas"
Por Roberto Marra
Como nunca, el frio parece atravesar todo por estos tiempos. Las bajas temperaturas de un invierno particularmente crudo, viene generando algo más que sensaciones térmicas en los cuerpos. Los aires polares han logrado poner a la vista lo que siempre ha estado allí, a la vista de quien tuviera capacidad visual pero, sobre todo, mínimos valores solidarios, imprescindibles para pretender llamarse humanos.
Ahora todos parecen ver lo que hasta hace instantes no veían. Ahora se alcanza a distinguir que esos bultos que rozamos con los pies cuando transitamos las veredas y las plazas, son personas de carne y hueso, en realidad, de más hueso que carne, subalimentados y desprotegidos ante semejantes valores térmicos que los rodea sin remedios a la vista. Es un tiempo en que aparecen los lacrimógenos relatores pseudo-periodísticos de realidades obvias, que descubren como novedad de una época que vienen ponderando con las alegrías propias de los energúmenos obsecuentes del Poder que siempre han sido.
Pero no es solo el aire el que está frío. Los pensamientos de quienes gobiernan se han congelado, han adquirido la dureza del hielo que rodea sus corazones repletos de odios y desprecios hacia ciertos sectores de la población, esos a los que consideran absolutamente prescindentes, salvo para realizar algún miserable acto de hipócritas actitudes dadivosas para la televisión. Después, cuando las luces y los micrófonos se apagan, todo vuelve a la oscura realidad de sus ácidas conciencias.
Lanzados a una campaña proselitista basada en una larga lista de falsedades mostradas como hechos reales, se muestran sonrientes ante las cámaras compradas con prebendas millonarias para cautivar a los desprevenidos observadores de sus desvaríos publicitarios. Dando por sentado que sus palabras no pueden ser rebatidas masivamente por sus enemigos ideológicos, gracias a la apabullante cantidad de medios repetitivos que disponen, se regodean fríamente con verdades fabricadas a medida para la ocasión electoral, tocando asfaltos recién terminados para que imaginemos centenares de kilómetros de autopistas que jamas harán.
Se reúnen entre ellos junto a algún vagón ferroviario y hablan de transportes modernos y eficientes, mientras la crudeza de las tarifas imposibilita cualquier uso de esos fantasiosos medios de comunicación, que no les importan si existen o nó, porque lo único que vale es la imagen instantánea de un suceso frío e inconsecuente con las necesidades que no comprenden.
Quedamos helados ante un desfile congelado en un tiempo que añoran, cuando los golpes estaban a disposición de sus necesidades financieras, con militares sin valores éticos ni moral sanmartiniana, siempre dispuestos a proteger a los enemigos del Pueblo, siempre listos para dañar a una sociedad que ahora los ve pasar ante su virtual “comandante”, ese gélido personaje desprovisto de sentido común, vacío de alma, soñando repetir su mandato a costa de acelerar la muerte temprana de los congelados callejeros.
Lo volvemos a ver en sus actos de presentación de campaña, acompañado por un pobre personaje que ofende a la palabra traición, por rebajar aún más la alevosía de esa condición rastrera. Los vemos a ambos utilizar el tiempo de sus repugnantes discursos para agraviar a sus rivales, con la frialdad que le disputa al clima, lanzando balazos del odio incontenible que lo consume, con el tenaz y pérfido objetivo de arrastrar a la muerte temprana a los desvalidos abandonados bajo los puentes y los aleros.
No son casualidades ni destinos fatales individuales. Son conscientes maneras de construcción de una sociedad profundamente desigual, atávicamente referenciada en los ancestros de una oligarquía congelada en el tiempo, que pretende continuar con sus saqueos, aún a costa de la muerte cotidiana de miles de hambreados. Peor todavía, necesitan de esas muertes, que “limpien” sus caminos de horrores programados, que eliminen a esos indigentes que ensucian sus veredas.
Necesario es pensar que son los últimos estertores de una historia entumecida por la indiferencia de esos oscuros actores de un drama al que estamos obligados a bajarle el telón antes que completen los horrores de su obra. Imprescindible elevar el espíritu de los que todavía soñamos un Mundo donde la calidez de los corazones suplante a la helada condición de los poderosos, para terminar con el abandono, para inaugurar fábricas, caminos, trenes y viviendas que hagan posible el regreso al tiempo donde los sueños casi se tocaban, donde la dignidad era, mucho más que una palabra, la honra construída con el trabajo. Y el frío, solo una anécdota invernal.

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