lunes, 24 de junio de 2019

COMPRENDER LA DIVERSIDAD PARA LOGRAR LA UNIDAD

Imagen de "El Cohete a la Luna"
Por Roberto Marra
Durante los últimos tiempos pre-electorales, se habló permanentemente de la “unidad en la diversidad” dentro de las filas del conglomerado de sectores que se asumen como peronistas o cercanos a esa doctrina. Desde las más importantes figuras de esos ámbitos partidarios se insistió hasta lograr que emergiera la fórmula unificada que diera pie a la esperanza de obtener el triunfo en las próximas elecciones nacionales. Y fue su máxima exponente la que movió su candidatura para ofrecer la posibilidad de una unificación totalizadora del arco ideológico contrario a las políticas demoníacas que vienen provocando las más terribles consecuencias sobre la población, otro gesto más que muestra el grado de compromiso con sus compatriotas que siempre ha mantenido.
Para lograr semejante reunión de personalidades tan diversas, hubo de hacerse grandes esfuerzos personales, cesiones de intereses personales y abdicaciones de candidaturas de segura incidencia favorable al enemigo, que se resiste a dejar las instituciones del Estado, esas que les permitieron elevar sus ya exagerados beneficios cuando no contaban con esas herramientas públicas.
Semejantes acciones no fueron siempre, como en el caso de la ex-Presidenta, generadas por la comprensión de la realidad sufrida por quienes son, en definitiva, los auténticos protagonistas de esta “democracia atada con alambres” que transitamos. Muchos personajes que creen ser más de lo que son, de tener capacidades mayores a las escasas que han demostrado siempre, se han visto compelidos a aceptar sus lugares en las conformaciones de las ofertas electorales como medio para conseguir mantener la cuota de “poder” que les permita sobrevivir hasta una próxima oportunidad. Nada que pueda sorprender. Nada que no pueda ser visto como necesario, cuando de lograr objetivos tan trascendentes para el Pueblo se trata.
Sin embargo, tal como el zorro que no pierde las mañas aunque si lo haga con su pelo, algunos “dirigentes” denotan cierto desconocimiento acerca del significado de esa frase: “unidad en la diversidad”. No terminan por comprender su íntimo simbolismo, afloran sus pruritos hacia otros partícipes de esa aglomeración de organizaciones, y reaccionan con particular vehemencia cuando algún integrante de esa unidad, manifiesta sus opiniones sobre temas más que importantes que involucran a ciertos sectores del Poder Real al que aquellos habían venido adscribiendo, sin pudor alguno, en los últimos tiempos.
Pareciera que opinar ya no estaría permitido, que se ha dado por cerrada cualquier discusión sobre temas más que trascendentes, que involucran la esencia de la posibilidad de terminar con el actual proceso de devastación neoliberal. El hacerlo, dicen quienes se niegan a escuchar esas otras honestas opiniones, implicaría daños a la unidad, lo cual contradice el concepto de la diversidad que se pregona como ínsito en la estructura que se ha logrado conformar.
Nada más constructivo que la reunión de opiniones diferentes de las cuales se puedan elaborar propuestas unificadas con la inigualable fuerza común de las decisiones colectivas. Nada mejor que expresar con lealtad los pensamientos que arrojen luz sobre lo que se deba y pueda hacer cuando se logre obtener el poder político. Nada será más ejemplificador para la sociedad que el debate sincero de ideas concretas sobre lo que les afecta profundamente a los ciudadanos, de manera de generar sentimientos favorables hacia los preceptos que se terminen conviniendo.
Va siendo hora de arrojar a la basura de la historia los miedos al inmenso poderío mediático que todo lo atraviesa con sus falaces mandamientos. También de reconsiderar las estructuras que otro inmenso Poder, el judicial, viene ostentando hasta ahogar cualquier posibilidad de desarrollo de modificaciones profundas en sus estructuras y entre sus integrantes.
Todo el inmenso trabajo de quienes vayan a dirigir los destinos de la Nación después de esta oscura etapa oligárquica, no tendría mayor implicancia para el logro de la imprescindible Justicia Social, sino se pusiera bajo la lupa de la inteligencia colectiva a los partícipes de tanta perversión antipopular, que es lo que hacen los honestos impulsores de ideas que rozan o penetran en el cuerpo del “estáblishment”. De no permitírselo, la ya (casi) lograda “unidad en la diversidad”, terminaría siendo nada más que un título empobrecido de lo que pudiera ser el inicio de la nueva Argentina que ya no puede esperar más.

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